Begoña se hace la longuis
El pasado viernes 5 de julio se sentó en el banquillo la imputada Begoña Gómez ante el juez Juan Carlos Peinado. Fue el video más buscado que publicó OKDIARIO. Muy bien adiestrada por su marido, el mayor mentiroso del mundo, llegó vestida de negro para dar pena y decidida a mentir, según los trucos del fantoche. Inmediatamente a continuación, el magistrado preguntó a la «muy afligida» esposa de Sánchez: «¿Nos puede decir cuál es su nombre y apellidos?». A lo que la codirectora de la cátedra de la complutense repuso tomándose su tiempo: «María Begoña Gómez Fernández». «Muchas gracias. Se le ha citado como investigada por un procedimiento criminal, que se sigue en este juzgado, por sendos presuntos delitos, de tráfico de influencias y de corrupción en los negocios».
Tal como había publicado Fernán González, Jefe de Investigación y Tribunales de OKDIARIO se trata de una visita muy breve, en la que Begoña Gómez se limita a decir dos veces «no». Sostiene que no sabe por qué está investigada y miente dos veces seguidas porque sabe perfectamente a qué se debe que esté allí, pero ella se hace la longuis. “En ese caso vamos a suspender la declaración para ilustrarle debidamente en presencia de su abogado, le voy a ilustrar yo personalmente”, explica el magistrado. Se corta la grabación durante unos minutos y aplaza la vista hasta el 19 de julio.
Espías de Moncloa recurren a los informes exprés de la UCO para sacarle brillo al nombre de Begoña y ocultar las mil trampas de Gómez, pero los turbios negocios y los tejemanejes sucios siguen su curso amontonándose como la espuma. Su codicia no tiene freno. La impunidad con la que se mueve su marido, la blinda. Ella borda su papel de mosquita muerta, quiso pasar totalmente inadvertida y llegó en un coche oficial al juzgado, escoltada por diez gorilas del autócrata. Un vehículo con blindaje artesanal protegió la hipocresía de la dama Begoña. Había montones de policías de paisano y uniformados en los aledaños de la Plaza de Castilla. Una puesta en escena discreta, para no dar el cante y poder mentirle al juez Peinado a la cara, sin contemplaciones.
A nadie extrañará que pronto el horizonte penal de Pedro y Begoña se vuelva más negro que el vestido que se puso ella ante el juez para dar pena.
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