Las ‘balas humanas’ de Mohammed VI
Mientras ‘Napoleoncito’ Sánchez andaba más ocupado en la puesta en escena de su ‘show’ del pasado jueves con su imaginario país de 2050, en Ceuta se vivía un ensayo de ocupación marroquí muy similar al del Sáhara occidental de 1975, pero ahora sin una intervención directa de su monarca. La izquierda política y mediática se han empeñado en hablarnos de drama humano y de crisis migratoria, pero una vez más abducidos por sus percepciones y sofismas ideológicos yerran en el diagnóstico. Lo hicieron con la crisis de 2008, lo volvieron a hacer con la crisis del coronavirus y lo hacen de nuevo con las ‘balas humanas’ de Mohammed VI a quienes ven como indigentes desamparados que entran en España para hallar mejor porvenir.
Hay diferencias de matiz entre lo ocurrido hace una semana con lo sucedido hace 45 años sobre el Sáhara español, pero el fondo es el mismo, tratar de ocupar territorio español que no les pertenece. En aquella ocasión, el monarca alauí se implicó abiertamente en la maniobra, no fueron 10.000 los civiles movilizados sino 350.000, el ejército marroquí también participó y los militares españoles respondieron minando la frontera.
Tras lo ocurrido esta semana pasada en Ceuta, las autoridades marroquíes han demostrado conocer mejor España que las españolas Marruecos. El rey Mohammed VI conoce las técnicas sofisticadas de ‘guerra híbrida’ que buscaban en este caso sin disparar un tiro la anexión de un territorio y encima no asumir responsabilidades y eludir posibles represalias al no intervenir directamente. Mandar a miles de personas al otro lado de la frontera sin apoyo militar me recuerda a la operación con la que Rusia se hizo con el control de Crimea hace siete años: enviar tropas sin bandera en una operación discreta pero muy bien organizada. Lo mismo que en Ceuta, pero aquí con civiles.
Por todo ello, España no puede tratar a Marruecos como si hablara con Francia o Portugal. Ninguno de estos dos últimos amenaza la integridad territorial española como sí lo hace nuestro vecino africano. Por ello, me sorprende ver con la facilidad con la que a estas alturas cualquier individuo puede atravesar la frontera de la playa del Tarajal sin impedimento alguno.
Hay que recordar que Ceuta y Melilla no están cubiertas bajo el paraguas protector del artículo 5 del tratado de la OTAN que obliga a todos los aliados a intervenir en auxilio de un país miembro cuando sufre una agresión. Dado que España se quedará sola ante cualquier problema con Marruecos en nuestras ciudades autónomas, es obligación del Gobierno de erigir un verdadero muro infranqueable que impida hechos como los vividos esta pasada semana.
La operación marroquí ha sido magistral y si no fue a más es porque los marroquíes finalmente decidieron cerrar el paso porque si se lo hubieran propuesto podrían haber conseguido introducir a 100.000 personas ante la mirada demagógica y atónita de una izquierda cercana al éxtasis por ver a una cooperante abrazándose con uno de los recién llegados, mientras la integridad territorial estaba bajo amenaza.
La izquierda española asiste siempre contemplativamente a los problemas nacionales desde su prisma ideológico y dogmático. Nunca aceptan sus voceros que la realidad empañe sus clásicos relatos de hojalata donde siempre aparecen desfavorecidos que luchan por abrirse paso en un mundo dominado por los explotadores del capital. Y Mohammed VI ha demostrado que sabe jugar, precisamente, con las astracanadas y contradicciones de la izquierda española para llevar a cabo su tentativa de país ocupante.
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