Así gobierna la izquierda
Ciudadanos ha subido con la fuerza de un cohete en todas las encuestas gracias a su papel de garante de los principios constitucionales en España. Empezando por el extraordinario trabajo que han realizado en Cataluña —donde ganaron las elecciones— y terminando con su apoyo al Partido Popular en cuestiones clave para la estabilidad del país. Además, destaca su limpieza, ya que es de los pocos partidos que no están manchados por la corrupción. Por eso, sería un error que variaran el rumbo ahora que se ven fuertes en todos los barómetros. Los españoles han valorado el papel honesto y coherente que ha desarrollado hasta el momento la formación presidida por Albert Rivera. Si embargo, si de repente se opusieran por sistema al PP para desgastarlo, y se aferraran al mero electoralismo, paradójicamente podrían ver muy tocadas sus perspectivas de crecimiento. Unas relaciones distantes podrían provocar que el control del Congreso pasara a manos de la izquierda apoyados por los independentistas. Se crearía así un clima de inestabilidad inquietante. Algo que provocaría un pernicioso bloqueo a la hora de aprobar las leyes —el PP siempre tendría la última palabra con su mayoría en el Senado–, pero que permitiría sacar adelante proyectos no de ley basados en las veleidades de la política radical.
Los naranjas tienen que estar con los populares en todo aquello que sea bueno para España. Los ciudadanos están hastiados de disputas y problemas y redundar en nuevos enfrentamientos —más si cabe entre fuerzas que deben ser aliadas dado el contexto— sólo ahondaría ese cansancio, además de fortalecer los desafíos secesionistas, las veleidades populistas y el desvarío de una izquierda socialdemócrata más centrada en las cuitas de sus reinos de taifas que en una actuación a nivel nacional con sentido de Estado. Si el partido de Rivera ha crecido tanto es porque esos mismos ciudadanos han sabido reconocer su lealtad política e institucional. Al menos hasta ahora, caminan con paso firme por la senda política que les ha llevado al éxito. No obstante, las intenciones de voto fluctúan tanto que lo que hoy es “al alza” mañana puede ser “a la baja”.
De ahí que si algo funciona sea mejor no tocarlo. Un duelo a cara de perro con el Gobierno debilitaría a un Estado necesitado más que nunca de la cohesión entre las fuerzas que consideran la Carta Magna como el conjunto de principios inexcusable que debe regir la nación para asegurar el Estado de Derecho. Los dirigentes de Ciudadanos hacen bien en querer distinguirse como formación política, pero a veces las prisas y la ambición anticipada sólo desembocan en el error. Un error sería que las disputas entre aliados alimentaran a Podemos ahora que está prácticamente desahuciado. Incluso a un PSOE que lleva tiempo sumido en la arbitrariedad de criterio. La alianza del centroderecha español es una de las garantías más sólidas a la que pueden agarrarse los españoles. Por el bien de todos, que no derive en electoralismo y ambición partidista.
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