Lucha contra el cambio climático compartiendo judías
Un experimento europeo promueve una nueva ronda de cultivos ciudadanos para no perder la genética de esta especie y preservar la seguridad alimentaria
26 centros de investigación analizan también la diversidad genética de garbanzos, lentejas y altramuces
Puedes ser partícipe del experimento europeo Compartiendo las judías en el que miles de personas ya han colaborado gracias al proyecto INCREASE en el que participa el Consejo Superior de Investigaciones Científicas junto a centros de investigación de 14 países.
Hablamos de la apertura de las inscripciones de la cuarta edición de una iniciativa de colaboración ciudadana en la que ya han participado más de 13.000 personas de todo el continente europeo para preservar las variedades de judías.
De este modo, el movimiento colaborativo invita a los europeos de todo el continente a implicarse de manera activa en la conservación, investigación y difusión de variedades tradicionales de judías que estará presente en los balcones, jardines o huertos de los europeos que se impliquen en el proyecto.
Ciencia ciudadana
El mecanismo de inscripción para participar en Compartiendo las judías es muy sencillo: los nuevos voluntarios deben registrarse antes del 29 de febrero de 2024. Tras apuntarse recibirán en su casa semillas de algunas de estas variedades para cultivarlas y documentar el desarrollo de las plantas.
La importante misión para los voluntarios es hacer fotos a las plantas, anotar las características particulares de cada variedad, como el color de las flores, el tamaño de las vainas o la forma de las semillas y, posteriormente, volcar toda esa información en la app INCREASE CSA.
Seguridad alimentaria
De este modo compartirán sus observaciones con otras personas voluntarias y con el personal investigador del proyecto, cuyo principal objetivo es preservar la diversidad agrícola de las legumbres que se cultivan en Europa y, de este modo, garantizar la seguridad alimentaria.
¿Por qué se está compartiendo las judías? Todo tiene su origen en la globalización, el rendimiento económico de los cultivos y la comercialización de los productos. Se busca rentabilidad en el sector agrícola, en este caso en las legumbres, que sólo tiene interés en unas pocas variedades con la consiguiente pérdida de diversidad genética.
Vulnerabilidad al cambio climático
¿Qué pasaría si desaparecieran todas las variedades de legumbres? La disminución de esta diversidad genética hace que las plantas sean muy vulnerables ante nuevas enfermedades o el cambio climático.
Desde el CSIC explican que «cuanto más parecidos son entre sí los individuos de una especie menos probabilidades hay de que esa especie pueda adaptarse a cambios en el entorno».
La industrialización y el rendimiento de los cultivos hace que las miles de variedades tradicionales hayan ido dejándose de cultivar, sean menos productivas pero muy bien adaptas a sus condiciones locales, pueden tener la clave genética para hacer frente a estas amenazas.
Por ello los 26 centros de investigación que participan en INCREASE, entre los que figura el Centro de Recursos Fitogenéticos (CRF) del INIA-CSIC, que también analizan la diversidad genética de garbanzos, lentejas y altramuces. De este modo tratan de evaluar el potencial agronómico de las distintas variedades tradicionales que se han cultivado en Europa.
En el caso de las judías, que en España son conocidas como alubias, fabes o habichuelas, los participantes contribuyen a la conservación de las variedades tradicionales distribuyendo los frutos y semillas que cosechan y difundiendo recetas para degustarlos.
En peligro de extinción
Cristina Nieto, investigadora del CSIC en el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), recuerda que este experimento de ciencia ciudadana ayuda a que variedades que fueron dejándose de cultivar a partir de los años 50 y 60 desaparezcan y evitar así su extinción.
«En la Península Ibérica tenemos un gran número de variedades de judías que preservar, ya que fue el primer territorio europeo en que esta especie, originaria de América, se comenzó a cultivar y es aquí donde se adaptó a nuestro continente», explica Nieto.
Otros objetivos de Compartiendo las judías es fomentar y revalorizar el cultivo de leguminosas en Europa y reincorporarlas a nuestra dieta y conocer los beneficios para la agricultura y para la salud.
Buenas para el suelo y la salud
Además de preservar las variedades y la genética con este experimento también se da a conocer un cultivo que puede ayudar a que la tierra sea más sostenible, con menos fertilizantes y menos químicos, protegiendo el suelo, la biodiversidad y luchar así contra el cambio climático.
Las judías fijan «el nitrógeno atmosférico en el suelo. Por este motivo, la agricultura tradicional se basaba en la rotación de cultivos –un año, legumbres; otro, cereales– y no necesitaba de tantos fertilizantes. Por otra parte, las leguminosas son una fuente de proteínas de altísima calidad, que sin embargo hemos ido sustituyendo por hidratos de carbono y proteínas animales», agrega la investigadora.
Toda la información para participar en el experimento de ciencia ciudadana ‘Compartiendo las judías’ puede encontrarse en los vídeos explicativos que se encuentran en la web de INCREASE.
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