6.200 millones de euros, la cifra en juego en el divorcio de Petra Ecclestone
Empezaba como una romántica boda en un castillo italiano, pero ha terminado de la peor forma posible. Tras casi seis años de matrimonio y tres hijos en común, Petra Ecclestone (28), hija del ex dueño de la fórmula 1 Bernie Ecclestone, y el millonario James Stunt (35) han puesto fin a su relación. Lejos de darse un tiempo e intentar arreglarlo, la expareja ha decidido zanjar lo suyo definitivamente y firmar el divorcio.
Sin embargo, el proceso no parece ser fácil para ninguna de las partes, pues se juegan una fortuna común valorada en más de 6.000 millones de euros por la que los dos acaban de empezar a luchar en los tribunales.
Petra y su padre, Bernie Ecclestone, ex dueño de la fórmula 1 / Gtres
Una cifra nada desdeñable a la que llegan medios británicos tras sumar sus múltiples posesiones, entre las que destacan sus dos viviendas principales, una casa unifamiliar de 16 habitaciones en Londres valorada en 113 millones y una gran mansión ubicada en Los Ángeles, The Manor, que cuenta con 123 habitaciones y que alcanzaría los 180 millones de euros en el mercado.
Además, el todavía matrimonio tiene una gran colección de coches, que sobre todo conduce Stunt, y en la que sobresale un Lamborghini de cuatro millones euros, Rolls-Royce, Mercedes, Range Rover y Bentley.
James Stunt con un guardaespaldas / Gtres
Lo que se queda fuera de cualquier negociación es el patrimonio que cada uno tenía antes de casarse y firmar el acuerdo prenupcial. En el caso de Petra, una fortuna valorada en 2.500 millones de libras y, en el de él, una exclusiva colección de vinos, la mayor de Estados Unidos de Petrus, con caldos datados entre 1900 y 2008, y una gran obra pictórica de autores como Degas, Monet o Picasso.
Este jueves tenía lugar la primera de las sesiones, a la que han acudido Petra y James acompañados de sus abogados. La socialité recibía también el apoyo de su padre y de su hermana, que vieron en directo como el empresario mostraba su peor faceta, golpeando la mesa del juzgado en varias ocasiones y haciendo gestos de lo más agresivos, como el de tener una pistola en la mano, ante una sala perpleja.