Los zapatos de ‘pezuña’: el diseño que desafía la moda y que muchos califican de "horroroso"
Nacieron en el Japón del siglo XV, cuando los pies también seguían las reglas del kimono
Su punta partida no era un capricho de diseño, sino una solución práctica para encajar en las sandalias tradicionales japonesas
Cinco siglos después, Martin Margiela transformó aquel calcetín ancestral en uno de los objetos más radicales de la moda
“Me niego rotundamente a usar estas zapatillas”, dice una usuaria en TikTok mientras sostiene unas bailarinas con la punta partida en dos. El video acumula miles de comentarios: algunos las tildan de aberración estética, otros las defienden con pasión. Y es que pocos zapatos logran dividir tanto opiniones como este peculiar modelo que parece sacado del armario de un personaje de anime o, quizás, de una granja futurista.
Lo cierto es que su historia tiene más profundidad de lo que muchos imaginan. Su origen se remonta al Japón del siglo XV, cuando eran simples calcetines que separaban el dedo gordo del resto, pensados para usarse con sandalias tradicionales como las zori o las geta. Con el tiempo, pasaron a ser un calzado de trabajo resistente y funcional. Siglos después, un diseñador belga decidió elevarlos a la categoría de arte.

Calzado plano y llamativo que rompe la sobriedad del look con un toque alegre y urbano. (Foto: Redes Sociales)
En 1988, Martin Margiela presentó su primer desfile y cambió para siempre la historia de la moda. Aquel diseñador belga, por entonces casi desconocido, convirtió un antiguo calzado japonés en una pieza de culto: lo transformó en botas, tacones y bailarinas, y con ello firmó una declaración de principios. Para Margiela, la belleza no debía ser cómoda ni seguir las reglas.
Su silueta -esa forma extraña que muchos comparan con una pezuña- descolocó al público y fascinó a los más audaces. Era artesanal, radical e inolvidable. Detrás de esa revolución estaba un creador discreto y misterioso, uno de los diseñadores más influyentes y enigmáticos de finales del siglo XX y comienzos del XXI. Formado en la Real Academia de Bellas Artes de Amberes, Margiela hizo de la deconstrucción su sello personal, elevando lo inacabado y lo reciclado a la categoría de lujo. Lo mejor es que casi cuarenta años después, su visión sigue viva en la Maison Margiela, donde cada pieza conserva ese espíritu experimental que desafía lo establecido y recuerda que la moda, ante todo, es un acto de rebeldía.




Los memes que hemos visto en redes sociales con los zapatos de ‘pezuña’.
Aunque Margiela no inventó el concepto, su reinterpretación lo dotó de un significado nuevo. Se inspiró en la tradición japonesa y en una teoría de reflexología que asegura que separar el dedo gordo del resto ayuda a mantener la mente clara y enfocada. Así nacieron las famosas Tabi, como hoy se las conoce, convertidas en un icono que combina misticismo, diseño y rebeldía.
Rosalía se suma a la fiebre de los zapatos de ‘pezuña’
Hoy este calzado es mucho más que un símbolo de vanguardia. Es una especie de código secreto entre los amantes de la moda. Se ve en las puertas de las escuelas de diseño, en las calles de París, en los front rows de las pasarelas y en los pies de artistas como Rosalía, que los llevó en forma de botas negras junto a un vestido celeste de tejido fino. Esa mezcla entre lo excéntrico y lo sofisticado nunca había tenido tanta personalidad.




Rosalía con botas negras en forma de ‘pezuña». (Foto: Gtres)
Claro que no todos están dispuestos a pagar lo que cuesta pertenecer a ese club. En Maison Margiela, los modelos más icónicos oscilan entre los 700 y los 3.500 euros, según el tipo: desde los Mary-Jane en piel cepillada hasta los botines Bianchetto con acabado envejecido o los Décolleté en piel brillante. Un universo experimental, lujoso y tan intrigante como su creador.




Zapatos Mary-Jane Tabi confeccionados en piel de Maison Margiela.
Pero el fenómeno ya trascendió el lujo. Marcas más accesibles, como Ulanka, han lanzado sus propias versiones: bailarinas de piel con puntera dividida, tacón bajo y plantilla acolchada por menos de 60 euros. Una alternativa más terrenal para quienes quieren experimentar sin hipotecarse.




Bailarinas tabi de piel marrón de Ulanka.
Porque al final, entre la incomodidad y la fascinación, lo que representan es exactamente eso: un acto de valentía.