Urdangarin, más aislado que nunca
La estrategia de su defensa para conseguir la semilibertad solicitada, quedó aniquilada tras decretarse el estado de alarma
De pronto, escribiendo en casa, pienso en Urdangarin, cumpliendo condena en Brieva. ¡Qué no daría yo por estar de nuevo delante de Iñaki por las calles de Washington! Han pasado ya unos añitos, desde aquel enero de 2012, pero creo que no me equivoco mucho si digo que a él también le gustaría tener toda una calle por delante para correr y para despistar a una reportera al acecho, acompañada de su compañero cámara. Recuerdo su cara desencajada cuando me vio aparecer en el barrio de Bethesda mientras él caminaba solo. Ya estaba imputado (entonces se decía así) y apartado de la agenda de Casa Real por su comportamiento no ejemplar, y allí que nos fuimos en busca de su testimonio. Éramos libres, no llevábamos mascarilla; podíamos haber hablado con respeto unos minutos en plena calle, habernos dado incluso la mano. Iñaki salió corriendo. Fue también su libre elección.
En estos días de confinamiento #yomequedoencasa, nuestra mente trabaja a otra velocidad y visita recuerdos que se nos antojan casi olvidados. Pienso en Iñaki y en el juez de Vigilancia Penitenciaria 1 de Valladolid, Florencio Marcos. El Magistrado, que no le permitió poder visitar excepcionalmente a su familia en Ginebra en los permisos, sí le autorizó hace poco más de 20 días abandonar la cárcel dos fines de semana al mes como respuesta al recurso presentado por Urdangarin a la decisión de Instituciones Penitenciarias del 31 de enero de mantenerlo en segundo grado. La Fiscalía se opuso a esos fines de semana alternos. En circunstancias normales, la Audiencia Provincial de Palma, como tribunal juzgador, hubiera tenido que resolver el asunto y decidir, pero el sueño de Iñaki se quedó confinado mucho más allá de los muros de Brieva (Ávila). De un golpe, el artículo 100. 2 del reglamento penitenciario, que permite a los clasificados en segundo grado disfrutar de algunos beneficios de semilibertad, se borró de golpe y Urdangarin se queda más aislado que nunca.
Iñaki Urdangarin llegando a Don Orione a comienzos del mes de marzo / Gtres
La infanta Cristina acudió a recogerlo el pasado 14 de febrero al centro Hogar Don Orione, de Pozuelo de Alarcón, donde su marido acude tres días por semana desde septiembre del pasado año a atender a los internos. Inicialmente fueron fijados 2 días, pero en enero se ampliaron a 3. Su marido tenía un nuevo permiso, el segundo desde que ingresara en la cárcel de Brieva (Ávila) el 18 de junio de 2018. El pasado 24 de diciembre salió por primera vez para pasar 4 días con su familia. Fue un sueño cumplido: pasar la Navidad junto a su madre, sus cuatro hijos, sus hermanos y su mujer, la incondicional. En esta última ocasión, las noticias no eran malas. El juez le había concedido esos 2 fines de semana al mes que, junto a los 3 días en los que ya podía visitar el centro de Pozuelo, pintaban una condena mucho más llevadera. Esa tarde de febrero tenía 6 días por delante para disfrutar de la compañía de los suyos. Para él, que cumple en solitario, como único recluso en el módulo de hombres, socializar le da la vida entera.
la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin poco antes de que terminara su segundo permiso penitenciario / Gtres
La infanta lo recogió puntual y pusieron rumbo al domicilio familiar de la madre de Urdangarin en Vitoria. Sus salidas fueron más discretas que en Navidad, pero estuvo con los suyos, en la mejor compañía. Además, coincidía con la semana blanca escolar y pudo disfrutar de los pequeños, Miguel e Irene, que estaban de vacaciones. Juan y Pablo estudian ambos fuera de España. Cuando seis días más tarde Iñaki volvió a Brieva no podía ni imaginar -como el resto de los españoles- que el Gobierno decretaría el estado de alarma tres semanas después. La estrategia de su defensa para conseguir la semilibertad solicitada, aniquilada. Nada de permisos, nada de salir a atender a los mayores. Más aislado que nunca.
La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin la pasada Navidad / Gtres
Urdangarin la hizo y la está pagando. Supongo que en su soledad también habrá recibido la noticia de la ruptura pública de don Felipe con su padre, el rey Juan Carlos; de las regias comisiones y las supuestas cuentas en Suiza. Otro, a la lista de conducta no ejemplar. Ha sido un bochorno, una vergüenza nacional. Iñaki fue el primero en caer, pero también el primero en decir aquello de “todo el mundo hace lo que le da la gana” (en Zarzuela).
Intramuros, todo se magnifica. Ahora apreciamos más que nunca lo que teníamos y no valorábamos. Lo que verdaderamente importa es salir adelante, superar esta dolorosa crisis sanitaria. Llorar a los que se han ido y apoyar, cada uno en lo que pueda, a afrontar la situación. Repito a los míos una y otra vez #quédate en casa, pero lo daría todo por poder estar en una calle de nuevo, con un micro y preguntarle a Iñaki libremente. Lo haremos.