La advertencia del CNI sobre Corinna que don Juan Carlos no quiso escuchar
El rey Juan Carlos se enfrenta a su momento más delicado, el escándalo de los audios ha puesto en jaque al monarca emérito. Corinna Zu Sayn-Wittgenstein, la princesa capaz de hacer tambalearse a la monarquía, llegó a la vida de don Juan Carlos en el 2004. Los habituales círculos a los que el Rey solía acudir acabaron por unir sus caminos. En los siguientes dos años, su relación fue cobrando fuerza, tal y cómo cuenta Fernando Rueda, en su libro ‘La Casa II’, en el que desgrana el funcionamiento del espionaje en la nación española. Llegado el punto, según el periodista, don Juan Carlos contactó con Alberto Saiz, director del CNI entre 2004 y 2009, para que organizara una reunión con la danesa para allanar el terreno a los negocios de Corinna en España, en especial su interés por lograr un congreso sobre el fraude en el mundo de la moda. Dicho cara a cara sirvió a los servicios de inteligencia para hacer saltar las alarmas: «Majestad, Corinna es una relación muy peligrosa». Así lo desveló Rueda, periodista especializado en investigación de los servicios secretos españoles.
Corinna ya se había convertido en una más de las fiestas y reuniones de la zona noble y aristocrática española, siempre amparada bajo la protección del monarca. Alberto Saiz, que mantuvo una estrecha relación profesional con Juan Carlos, tuvo claro tras su reunión con Corinna que su proyecto «no era trigo limpio», escribió Fernando Rueda. El CNI decidió bloquear el congreso, pero el rey Juan Carlos no cesó su relación con Corinna. Invitada, junto al propio monarca, a una cacería a la que también acudió Alberto Saiz, Corinna no dudó en enzarzarse en una gran bronca con el director del CNI por el fracaso de su congreso, relata el libro. Un carácter apabullante del que seguiría dando cuenta en los años venideros.
Corinna, en una imagen de archivo / Gtres.
Los agentes del servicio investigaron la «amistad entrañable», como ella misma la definió, que unía al Rey con Corinna. Una relación que, pese a todo, duraría años y que acabaría por desembocar en el momento más crítico de Juan Carlos. Su famoso accidente en el 2012 cazando elefantes en Botsuana, viaje compartido con Corinna, fue el principio del fin del reinado de Juan Carlos que acabaría abdicando dos años después. Las aguas se calmaron, el rey emérito daba un paso atrás públicamente y los servicios secretos respiraban tranquilos.
La marcha de Corinna de la vida pública española sucedió después, la danesa ya era señalada por la prensa por su amistad con el monarca. Entonces, siempre según el libro de Fernando Rueda, Corinna aceptó apartarse por la información acumulada sobre ella en los informes del CNI, eso sí, quedándose el dinero ganado con su trabajo como intermediaria de empresas españolas con extranjeras. Un montante que Interviú llegó a cifrar en 30 millones de euros. Parecía que el consejo que el rey Juan Carlos no quiso escuchar pasaría al olvido, hasta la llegada de los audios.
Corinna y el rey Juan Carlos coincidieron de manera pública en varias ocasiones, aquí junto a la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin / Gtres.
Era diferente para el rey Juan Carlos
La narración del libro, ‘La Casa II’, cuenta cómo, para el CNI, apenas pasaron ocho años de diferencia entre el cierre del informe de Bárbara Rey con el inicio del de Corinna. Dos momentos en los que la integridad de la monarquía podía quedar en entredicho. «Era un rey joven que se enganchó más de la cuenta con una actriz despampanante, pero cuando llegó el momento de distanciarse, lo hizo», relata Fernando Rueda sobre la relación de Bárbara Rey y Juan Carlos. Ambas mujeres compartieron similitudes estéticas durante el momento que fueron relacionadas con el monarca, rubias, altas y con físico explosivo.
Un carácter recio y pragmático que los años fueron aplacando en don Juan Carlos, ya que «con Corinna se enganchó hasta el punto de que perjudicó su reinado», situación que los servicios secretos vieron desde un primer momento. Era diferente. La periodista Ana Romero llegó a asegurar en su libro ‘Final de partida’, la intención del monarca de casarse con Corinna y concederle el título de su alteza. El final de su historia parecía escrito, pero nadie podía intuir que quedaban capítulos tan amargos como el que se está viviendo en la actualidad.