La polémica religiosa que casi cuesta el trono a Carlos III
En 1997 se abrió un intenso debate en Reino Unido sobre la posibilidad de que personas divorciadas se volvieran a casar en vida de sus ex cónyuges.
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Cuando el pasado 6 de mayo Carlos III fue coronado junto a Camila Parker Bowles en la Abadía de Westminster como rey y reina, el hijo mayor de la Reina Isabel no solo puso el broche de oro a más de medio siglo a la sombra de su madre, sino que también consiguió lo que muchos habían pensado que era más que imposible. La paciencia, la insistencia y, sobre todo, el destino, han sido claves para que el nuevo monarca alcanzara el trono.
Carlos y Camila juntos en una imagen de archivo. / Gtres
Carlos III se ha convertido en jefe del Estado a una edad muy avanzada, algo que no ha llamado la atención, dado que la salud de la Reina Isabel siempre ha sido muy buena. Aunque se esperaba que el anterior príncipe de Gales llegara al trono en la tercera edad, durante mucho tiempo se cuestionó la posibilidad de que Camila Parker estuviera a su lado. En un primer momento porque no se contemplaba la posibilidad de un nuevo enlace para el hijo mayor de Isabel II tras el divorcio de Diana de Gales y, hasta hace poco menos de dos años, porque había mucha polémica sobre el título que debía llevar Camila una vez que Carlos fuera rey. Polémica que Isabel II zanjó poco antes de su muerte, cuando dijo que sería ‘reina consorte’, aunque finalmente el nuevo jefe del Estado le ha dado el estatus de ‘reina’, sin más calificativos.
Carlos y Camila juntos en una imagen de archivo. / Gtres
Sin embargo, lo cierto es que las posibilidades reales de que Camila llegara a este punto fueron, durante muchos años, remotas. Aunque ahora nadie duda de la legitimidad del título de la consorte, hace más de un cuarto de siglo se produjo una situación de tensión que puso en tela de juicio el futuro del entonces heredero. En agosto de 1997, en medio de la polémica por la separación y posterior divorcio de Carlos y Diana -que fallecería poco después en un trágico accidente en París-, el nombre de Camila Parker sonaba con más fuerza.
Boda de Carlos de Inglaterra con Camila Paarker Bowles. / Gtres
Aunque la relación entre Carlos y Camila no era un secreto, ni mucho menos, nadie se planteaba que la pareja pudiera dar ningún paso más para oficializarla. Hay que tener en cuenta que Lady Di había criticado duramente a la ‘amante’ de su marido y que la Reina Isabel no aceptaba a Camila, al menos, en esos momentos. A esto hay que sumar que justo entonces, en el verano de 1997, el arzobispo de Canterbury, George Carey, criticó duramente al heredero y afirmó que, en caso de matrimonio con Camila, se produciría una fuerte crisis en el Reino Unido y que no podría suceder a su madre.
Carlos y Camila juntos en una imagen de archivo. / Gtres
Carey era la máxima autoridad de la Iglesia anglicana inglesa tras la Reina Isabel, Defensora de la Fe y Gobernadora Suprema de la institución. Por este motivo, todo lo que él dijera tenía gran relevancia. Algunos medios se hicieron eco de las opiniones del arzobispo y daban un paso más, asegurando que la relación que Carlos mantenía con Camila le incapacitaba para ser la cabeza del anglicanismo y, por tanto, para ser monarca. Por ello, se apuntaba la posibilidad de una abdicación en el príncipe Guillermo. No obstante, desde el Arzobispado desmintieron estos comentarios.
Sin embargo, aunque la Iglesia anglicana no quiso opinar sobre la capacidad de un divorciado para ocupar el trono, sí que es cierto que fuentes eclesiásticas declararon que no se podía reconocer un segundo matrimonio mientras el primer cónyuge siguiera con vida. No obstante, en aquel momento, desde Buckingham aseguraron que Carlos no tenía intención de volver a casarse. Nada más lejos de la realidad, tal como se comprobó tiempo después.
El Rey Carlos III y Camila Parker Bowles en el día de su coronación / Gtres
Pese a todo, hubo muchas voces que se posicionaron en contra de Carlos y, al margen de su relación con Camila, llegaron a cuestionar su compromiso con la institución o su capacidad para reinar, alegando que había roto sus votos matrimoniales, por lo que nada le impedía no guardar lealtad a su juramento ante Dios en el momento de la Coronación.
A pesar de la muerte de Diana de Gales y de que, poco a poco, Carlos y Camila fueron dando algunos pasos para dar visibilidad a su relación y legitimarla ante su familia y ante los británicos, no fue hasta el año 2002 cuando la pareja tuvo la oportunidad de dar un paso adelante. A partir de que Camila conoció a Guillermo y Enrique y se ‘ganó’ su aprobación, se abrió un nuevo debate para que el resto de la población le abriese los brazos. En 2002 se confirmó por parte del Gran Sínodo de la Iglesia anglicana la eliminación de la prohibición para las bodas de personas divorciadas, con lo que se facilitaba un posible enlace entre Carlos y Camila. Tras seis años de debate se decidió retirar la prohibición de casarse por la iglesia a los divorciados cuyo ex cónyuge estuviera vivo. Una regla eclesiástica que constituía uno de los principales obstáculos para oficilizar la relación entre Carlos y Camila tras la muerte de Diana, dado que, el ex marido de la actual reina, aún continuaba vivo. No obstante, la pareja se casó por lo civil en el año 2005 en una boda discreta y carente de la pompa de cualquier enlace real.