El Castillo de Mey: el simbólico refugio en el que Carlos III se relaja sin Camila
El rey Carlos III recala en Mey antes de ir a Balmoral
El castillo fue adquirido por la reina madre en 1952

La escapada de la reina Camila al Mediterráneo a bordo del yate Zenobia ha generado una fuerte controversia en el Reino Unido. La esposa del rey Carlos III ha sido pillada por los fotógrafos a bordo de este espectacular barco, propiedad del multimillonario sirio-saudí Wafic Said, conocido por sus vínculos con el Partido Conservador. Un viaje que ha sido muy comentado, por un lado, porque en un momento de crisis económica, no se considera muy apropiado que la reina disfrute de unas vacaciones de lujo, con todos los costes extra que esto supone. Por otro, porque aunque no hay normas que lo prohíban, algunas voces apuntan a que no es conveniente que los miembros de la realeza acepten este tipo de regalos de personas vinculadas a uno u otro partido político. La realeza no puede manifestar opiniones políticas, en especial, cuanto más cerca esté de la jefatura del Estado.
La casa real no se ha pronunciado sobre este viaje, que se ha convertido en tema de conversación en el Reino Unido, en especial, por los motivos que acabamos de apuntar. No obstante, hay algunas fuentes que también hablan del tiempo que los reyes pasan por separado. Algo que, en otro tiempo, podría haberse interpretado como un síntoma de crisis, pero no a estas alturas, dado que es bastante frecuente que intenten mantener su propio espacio.
El rey Carlos III en el Castillo de Mey. (Foto: Gtres
El refugio del rey Carlos III
Mientras que su esposa surcaba las aguas del Mediterráneo, el monarca ha preferido quedarse en territorio nacional y en uno de sus destinos preferidos. Carlos III se ha quedado en Escocia, donde los próximos días veremos a varios de los miembros de la familia real en su tradicional retiro veraniego. Sin embargo, el padre del príncipe de Gales no estaba en el Castillo de Balmoral, la que era la residencia favorita de su madre y tampoco en Birkhall, la casa que heredó de la reina madre y donde pasó su luna de miel con Camila. Esta vez escogió un lugar con una fuerte carga simbólica: el Castillo de Mey.
El Castillo de Mey es una propiedad muy especial para el rey Carlos III porque tiene un vínculo directo con su abuela, a la que estaba muy unido. Situado en la costa norte de Escocia, es una joya histórica profundamente ligada a la figura de Isabel Bowes-Lyon, fue construido en el siglo XVI por George Sinclair, conde de Caithness. Originalmente tenía el nombre de Castillo Barrogill


Jorge VI con su mujer, Isabel Bowes-Lyon. (Foto: Gtres)
En 1952, tras la muerte del rey Jorge VI, la reina madre lo compró en estado de ruina y lo restauró para que se convirtiera en su residencia de verano. La madre de Isabel II se encontró con él durante un viaje a Caithness y le dio tanta tristeza verlo así que quiso hacer algo al respecto. Lo visitaba todos los años y pasaba allí varias semanas. Una tradición que ha querido mantener su nieto, el rey Carlos III.
Hay que recordar que Isabel Bowes-Lyon era de origen escocés. Su padre, Claude Bowes-Lyon, heredó el título de 14 Conde de Strathmore y Kinghorne, una familia con siglos de historia en Escocia. Además, la familia Bowes-Lyon tenía su residencia a en Glamis Castle, en Angus, Escocia, un lugar que también aparece en la obra Macbeth de Shakespeare.


Carlos III con su abuela, Isabel Bowes-Lyon. (Foto: Gtres)
Mey ha estado presente en la vida del rey Carlos III desde su infancia. El monarca solía pasar tiempo allí con su abuela y tiene bonitos recuerdos que cada año rememora con su escapada antes de instalarse en Balmoral. Este castillo era la única casa de la que la reina madre era propietaria absoluta y por eso disfrutaba tanto de su tiempo allí.
Tras la muerte de la reina madre, el Castillo de Mey pasó a ser propiedad de un fideicomiso y en 2019 la entonces Fundación del príncipe de Gales se hizo cargo del castillo para preservar el legado de la reina madre, aunque también ha sabido sacar rentabilidad a la propiedad gracias a un bed&breakfast que abrió en uno de los establos. No obstante, el tiempo que pasa en Mey es para descansar y desconectar. Carlos aprovecha esta escapada anual para reflexionar, leer, pasear y conectar con su pasado.