Los años dorados de Sarah Ferguson como duquesa de York
La madre de las princesas Beatriz y Eugenia está en una situación límite
Atrás quedaron los años en los que era una de las figuras más populares de la familia real
Sarah Ferguson ha vuelto a caer en desgracia. Y ya es la segunda vez desde que se convirtiera en miembro de la familia real británica a raíz de su boda con el hijo predilecto de la Reina Isabel. Aunque en esta ocasión la condena al ostracismo le ha pillado ya sin ser una más entre los Windsor, sino una especie de presencia constante a la que se habían perdonado los errores del pasado.
La hasta hace pocas semanas duquesa de York ha sido la víctima más directa del escándalo que ha llevado al hermano del rey Carlos a perder sus títulos y honores. No volveremos a oír hablar del príncipe Andrés o del duque de York, tampoco de la duquesa como tal, puesto que la retirada de los títulos también se aplica a ella. Al igual que Diana de Gales, tras el divorcio Sarah Ferguson perdió el tratamiento de alteza real, pero conservó el título de duquesa de York, que ha seguido utilizando todos estos años.

Sarah Ferguson en Windsor. (Foto: Gtres)
Los correos intercambiados con el pederasta Jeffrey Epstein después de que el magnate fuera condenado por delitos sexuales han puesto a la madre de las princesas Beatriz y Eugenia en el punto de mira. Aunque sus portavoces han dicho que Fergie escribió estos correos bajo coacciones, las organizaciones que colaboraban con ella se han distanciado y sus proyectos profesionales también han quedado paralizados. La casa real no puede tomar medidas directas contra ella, pero tampoco ha hecho falta. Sarah Ferguson está más sola que nunca.




Sarah Ferguson con el rey Carlos III. (Foto: Gtres)
Un aislamiento que contrasta con la etapa en la que era una de las grandes protagonistas de la actualidad y en la que incluso llegaba a rivalizar con Diana de Gales -en el buen sentido-. Diana y Fergie fueron las primeras nueras de la Reina Isabel II, las primeras mujeres de fuera de la familia que tuvieron que hacer frente a la complicada realidad que implicaba ser parte de los Windsor, con todas sus normas, sus costumbres y sus estrictos protocolos.




Sarah y Andrés en el funeral de la duquesa de Kent, antes de la retirada de títulos. (Foto: Gtres)
La época dorada de Sarah Ferguson
Sin embargo, hubo un tiempo en el que Sarah Ferguson era un miembro popular de la familia real. Aunque no tenía el glamour y la elegancia de Diana de Gales, Sarah caía simpática y eso le hizo ganar puntos entre los británicos. Además, era la esposa de todo un héroe nacional. Andrés gozó de un gran apoyo en su país natal tras regresar con éxito de la Guerra de las Malvinas. Un triunfo que, según algunas fuentes, generó cierto recelo en el actual rey Carlos III, a quien no permitieron entrar en combate por su posición de heredero.




Sarah Ferguson en un acto con la Reina Isabel II. (Foto: Gtres)
Los años dorados de Fergie dentro de la familia real comenzaron en 1986, cuando contrajo matrimonio con Andrés. El punto final de esta etapa fue su separación y posterior divorcio, en torno a 1996. Durante esta etapa, Sarah fue una figura muy querida gracias a su carácter cercano y a su espontaneidad, que contrastaba mucho con la rigidez protocolaria propia de la mayoría de los miembros de la familia real.




Sarah Ferguson con Diana de Gales a comienzos de los ochenta. (Foto: Gtres).
Fergie no acaparaba portadas como Diana por ser la más guapa o la más elegante, pero sí destacaba porque era simpática y divertida. En estos años que participó activamente en la agenda se la pudo ver en actos fundamentalmente relacionados con causas solidarias, pero también artísticas y deportivas. No hay más que echar un vistazo a la hemeroteca para hacerse una idea de cómo era Fergie en esta época. Cómo su sonrisa y su cabello rojo y ensortijado conquistaron a los ciudadanos. Al menos hasta que los escándalos entraron a formar parte del día a día de los Windsor. No obstante, a pesar de que tras el divorcio tuvo que tomar distancia a nivel público, nunca se llegó a desvincular de la familia real.




Sarah Ferguson y Andrés el día de su boda en Londres. (Foto: Gtres)
El escándalo que supuso su primera caída
Como hemos dicho al principio de este texto, Sarah Ferguson es una de las perjudicadas del escándalo que lleva años rodeando a Andrés y que ha acabado con su caída. Sin embargo, no es la primera vez que Fergie protagoniza una polémica que acaba con su distanciamiento de los Windsor.
Era agosto de 1992 uno de los tabloides más populares del Reino Unido llevó a su portada unas fotografías que sacudieron la imagen de la monarquía. Sarah Ferguson, duquesa de York, aparecía en bikini y en actitud relajada durante unas vacaciones por el Mediterráneo mientras un hombre le chupaba un dedo del pie.




Sarah Ferguson en un acto en Windsor. (Foto: Gtres)
Las fotografías se realizaron pocos meses después de que se hubiera confirmado que el proceso de separación entre Andrés y Fergie se había iniciado pero el reportaje fue la gota que colmó el vaso. No se podía concebir que a la duquesa de York un asesor financiero -John Bryan-, le chupara un dedo mientras su hija pequeña estaba a pocos metros. Era una imagen que la Corona no concebía.
En el momento de la publicación Fergie estaba en Balmoral porque, aunque su relación con Andrés tenía los días contados, la pareja tenía buena sintonía. Ni la Reina Isabel ni nadie de la familia pudo perdonar la ofensa, sobre todo, el duque de Edimburgo, que ni siquiera se reconcilió con ella con el paso del tiempo.




Andrés y Sarah Ferguson en Ascot con la princesa Beatriz de York. (Foto: Gtres)
Fergie aceptó su destierro con resignación, en una actitud muy diferente a la de Diana de Gales. Nunca hizo declaraciones y con el tiempo y, sobre todo, por ser un apoyo constante para Andrés, fue aceptada por algunos de los miembros de la familia real. Sobre todo, por la Reina Isabel II -de quien ha dicho en más de una ocasión que fue la suegra y la amiga más increíble- y por Camila, que valoró mucho su implicación con diferentes causas solidarias. Ahora, sin embargo, la situación es mucho más complicada y la reconciliación se antoja muy improbable.