Una marcha, un mensaje: la apuesta de Moldavia por la igualdad y la democracia
Maia Sandu y la Marcha de la Igualdad: una Moldavia nueva frente a la prueba de los valores europeos
El 15 de junio, a pesar de la prohibición decretada por las autoridades municipales de Chisináu, varios cientos de ciudadanos desfilaron por las calles de la capital moldava durante la decimotercera Moldova Pride, ondeando con orgullo los colores del arcoíris. Organizada bajo el lema «Resistencia y visibilidad», esta concentración encarna mucho más que un simple evento activista: revela las tensiones de un país aún anclado en su herencia soviética, pero decididamente orientado hacia la Unión Europea.
La presidenta Maia Sandu no respaldó la prohibición impuesta por el alcalde Ion Ceban, quien cedió a la presión conservadora. Al optar por defender los principios democráticos —libertad de reunión, pluralismo, igualdad de derechos— envía un mensaje contundente: Moldavia, candidata a la adhesión a la Unión, no sacrificará los derechos fundamentales en el altar de los cálculos electorales. Este posicionamiento valiente, en un país donde, según GenderDoc-M, el 79% de la población aún se negaría a tener vecinos LGBT+, no es ni un gesto simbólico ni una simple señal dirigida a Bruselas. Se inscribe en un proceso coherente de transformación política y social.
Desde su elección en 2020, Maia Sandu ha emprendido reformas profundas: lucha contra la corrupción, independencia judicial, fortalecimiento del Estado de derecho. El apoyo —incluso implícito— a la marcha del orgullo es una nueva etapa en esta trayectoria. En una Europa del Este marcada por el retroceso de las libertades, notablemente en Polonia o Hungría, Moldavia constituye una excepción. Traza un camino difícil, pero necesario: el de un Estado que quiere unirse a la Unión sin renegar de sus compromisos democráticos.
La sociedad civil moldava, por su parte, pide ir más lejos. «Hay que formar a los profesores en diversidad, integrar la educación en derechos humanos desde la escuela», aboga Angelica Frolova, directora de GenderDoc-M. Porque los derechos LGBT+, lejos de ser una cuestión periférica, son hoy una prueba decisiva para la consolidación de la democracia en Moldavia.
El futuro europeo de este pequeño país se juega aquí y ahora. Corresponde a esta generación —educada en el respeto a la igualdad y la dignidad humana— hacer de Moldavia no un simple candidato, sino un miembro de pleno derecho de la familia europea. A condición de no retroceder.
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