Lula pasa su primera noche en prisión mientras sus seguidores hacen guardia fuera de la cárcel
El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva está «bien» pero «indignado» tras pasar su primera noche en prisión, mientras sus seguidores anunciaron este domingo que realizarán una «vigilia permanente» frente al presidio en Curitiba (sur).
El objetivo de los suyos es mantener la presión, apostando por un rápido cambio de jurisprudencia que permita liberarlo.
«Él está bien aunque indignado con la situación», dijo Cristiano Zanin, el abogado del líder de la izquierda, en un video colgado en Facebook después de visitarlo en la cárcel.
Tras realizar un gran acto declarando su inocencia y la «injusticia» a la que estaba siendo sometido, frente al sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo (Sao Paulo) -donde se atrincheró durante dos días ante su orden de cárcel- Lula, de 72 años, se entregó la tarde del sábado a la policía.
Y, después de ser trasladado en avión hasta Curitiba, llegó en helicóptero en la noche a la sede policial donde empezó a purgar su pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción y lavado de dinero.
Es el primer expresidente (2003-2010) de Brasil encarcelado por un delito común. Su llegada causó una conmoción en esta ciudad conservadora, con disturbios entre sus simpatizantes y los agentes que custodiaban la sede de la Policía Federal donde se halla la celda de Lula.
«La ciudad de Curitiba será el centro de nuestra acción política. Sólo saldremos de aquí cuando Lula salga», proclamó el sábado la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, poco después que la policía lanzara bombas de gas lacrimógeno y balas de goma para dispersar a sus partidarios.
Lula, que lidera las encuestas para las elecciones de octubre, «no es un preso común, es un preso político, el primero desde de la reapertura democrática» en 1985, insistió el domingo en la tarde Hoffman en un acto con decenas de militantes frente a la sede policial.
El estudiante Christopher Ferreira, de 21 años, pasó la noche en el campamento callejero al borde del perímetro policial, equipado con tiendas, colchones inflables y bastante abrigo.
«Pasamos la noche aquí en resistencia junto con todos los compañeros que están prestando solidaridad al presidente Lula», explicó Ferreira a la AFP.
El expresidente está recluido en una celda de 15 metros cuadrados con baño propio y una televisión, donde muy probablemente esta tarde vio la final paulistana que su querido Corinthians ganó por penales ante el Palmeiras (1-0).
«Gracias, ‘Timão’ #equipoLula», se leía en un mensaje posteado en su cuenta de Twitter tras el partido, con una fotografía antigua de Lula sosteniendo una camiseta del equipo.
Lula recibió también muestras de apoyo de los gobiernos de Cuba y Venezuela y del líder de la izquierda radical francesa Jean-Luc Melenchon.
¿Podría ser liberado?
Pero mientras los detractores de esta figura que divide a Brasil esperan que pase años entre rejas, sus seguidores creen que podría estar ahí poco tiempo. ¿Qué es lo que alimenta esa esperanza?
El próximo miércoles, el Supremo Tribunal Federal (STF) podría incluir en su agenda un debate sobre un asunto clave: a partir de qué momento un condenado puede empezar a cumplir su pena de prisión.
Según la jurisprudencia actual, esto es posible a partir de un fallo de segunda instancia, como el que profirió en enero un tribunal de apelaciones contra Lula.
Dicha jurisprudencia fue establecida por el STF en 2016 por 6 votos contra 5.
El máximo tribunal del país denegó por estrecho margen la semana pasada un recurso de la defensa de Lula para evitar que fuese preso, pero una de las magistradas que votó contra Lula, Rosa Weber, dio a entender que era favorable a modificar la jurisprudencia actual cuando el asunto fuese tratado de forma general, y no por un caso específico.
Y eso podría ocurrir el miércoles, si otro de los jueces del máximo tribunal pide, como anunció, incluir el tema en la agenda. Aunque de aceptarse, en un laberinto legal que parece no tener fin, la discusión también podría ser postergada, sin fecha de reanudación, si algún juez dice que precisa tiempo para pensárselo.
La «expectativa es que en un futuro próximo podamos revertir» la medida de cárcel, aseguró el abogado Zanin.
«Si Dios quiere…»
Pese a que la novela jurídica podría tener nuevos capítulos, los detractores de Lula celebraron eufóricos, descorchando botellas de espumantes, que «finalmente» esté en prisión.
«Que Lula permanezca mucho tiempo allí», pidió Mauro Celli, empresario de 49 años que pasaba pedaleando y se hizo varias fotos junto a otros ciclistas en las inmediaciones de la Policía Federal de Curitiba este domingo.
El expresidente, que se declara inocente y perseguido por las «élites», se dice esperanzado.
«Estoy con la conciencia tranquila. Puede demorar un poco, pero voy a vencer esta batalla», dijo a sus seguidores en un video grabado el viernes y publicado en su página de Facebook el domingo temprano.
«Si Dios quiere, quién sabe, la semana que viene estaremos juntos», guiñó.
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