El alto el fuego en Libia abre las negociaciones políticas en Moscú
Un alto el fuego entre el Ejército Nacional Libio (LNA) y el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), propuesto por Turquía y Rusia entró en vigor la madrugada del domingo, tras la intensificación de los combates en varios puntos del país norteafricano. Ahora se abren negociaciones en Moscú con la presencia de Haftar y Sarraj, líderes de ambos bandos respectivamente, en búsqueda de salidas a la guerra civil en el que está sumido el país desde 2011. Las negociaciones para el alto el fuego han sido lideradas por los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y Turquía, Recep Tayyip Erdogan, los dos países que más abiertamente intervienen en un conflicto armado que se ha convertido en una guerra multinacional.
El proceso político vuelve a estar encima de la mesa con las dos partes, al oeste el jefe del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) reconocido por la ONU, Fayed Sarraj, y, al este, el jefe del Ejército Nacional Libio (LNA, por sus siglas en inglés), el mariscal Jalifa Haftar, ahora comprometidos en abandonar la vía militar en un intento por recuperar las negociaciones de paz tras diez meses de intensos combates.
Tras intensos días de presiones los rivales libios han acordado un acuerdo de alto el fuego, que entró en vigor la medianoche del domingo, con lo que se espera que reinicien el abandonado proceso político. Las negociaciones se realizan con la mediación de los presidentes de Rusia y Turquía, Vladímir Putin y Recep Tayyip Erdogan respectivamente, que la semana pasada lanzaron una iniciativa para pedir el cese de hostilidades en el país. Rusia y Turquía apoyan a bandos enfrentados en Libia y son los dos países que más abiertamente intervienen en un conflicto armado que se ha convertido en una guerra multinacional e incluso una guerra subsidiaria sobre el que distintos países intentan ejercer su influencia. Además, en los últimos días, ambos países han redoblado sus esfuerzos para pedir la reducción de la tensión en el estado fallido del norte de África.
Moscú recibe así a Jalifa Haftar, jefe del LNA que tutela la Cámara de Representantes del país y el gobierno no reconocido con sede en Tobruk, y a Sarraj, que controla la capital, Trípoli, además de a representantes de otras partes de Libia. El alto el fuego, en pie desde la media noche del domingo, sigue “pese a algunas violaciones por parte de las dos partes, que entablaron pequeños combates en áreas próximas a la capital y a la ciudad-estado de Misrata, a unos 200 kilómetros al este de Trípoli”, asegura Efe.
«Las negociaciones se centrarán en las condiciones de un arreglo en Libia. También se debatirá la posibilidad de la firma de un acuerdo para una tregua y los detalles de ese documento», dijo a la agencia Interfax el jefe del grupo de contacto ruso para Libia, Lev Dengov. En torno a una mesa de diálogo se sientan los distintos actores que intervienen en el conflicto, aunque no se espera que Haftar y Sarraj mantengan conversaciones directas, sino que lo harán de forma individual con rusos y turcos. «Lo más probable es que los representantes de los Emiratos Árabes Unidos y Egipto actúen como observadores durante las conversaciones», dijo un funcionario libio a la agencia Sputnik.
El cambio de postura de Haftar, que lidera desde abril una ofensiva para la conquista de Trípoli y hoy ya controla grandes partes del país, llega después de que el propio vienes 10 de enero el hombre fuerte de Libia declinara la iniciativa de Moscú y Ankara sobre el alto el fuego en el país y anunciara la continuación de sus operaciones militares contra las fuerzas rivales leales GNA, reconocido por la ONU a las que califica de «grupos terroristas».
En un comunicado citado el viernes por la prensa local, el Alto Mando del Ejército dirigido por Hafter indicó que «la estabilidad o la reanudación del proceso político» en Libia no podían realizarse antes de la «erradicación de los grupos terroristas» y «la disolución y el desarme de las milicias que controlan la capital libia y que cuentan con el apoyo militar de algunos países» a los que pidieron que se sienten a negociar «de inmediato» con el objetivo de «poner fin al sufrimiento del pueblo libio y devolver la paz y la prosperidad al país».
Pero la diplomacia alrededor del conflicto ha hecho que las cosas cambiaran rápidamente. Turquía recibió en Estambul el domingo la visita de Serraj done hablaron sobre el acuerdo militar entre sus dos gobiernos. El sábado el líder del GNA se había reunido en Roma con el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte. El mandatario italiano quiere que su país, que mantiene intereses políticos, económicos y estratégicos en Libia, una ex colonia, juegue un papel más relevante (Italia además mantiene una misión militar en apoyo al Gobierno de Trípoli desde enero de 2018 y el Estado Mayor de la Defensa aseguró la semana pasada su continuidad, después de que algunos medios hubiesen informado sobre una posible retirada italiana). La semana pasada Conte también recibió en Roma al mariscal Hafter, el hombre fuerte del este de Libia y, este lunes visitó Ankara para tratar con el presidente turco Erdogan el alto el fuego iniciado ayer en Libia.
El Gobierno sostenido por la ONU conserva el apoyo político y económico de la Unión Europea, Catar e Italia y el militar de Turquía, que el lunes pasado envió un contingente militar a Trípoli para labores de entrenamiento del Ejército libio. Haftar cuenta con el respaldo económico y militar de Arabia Saudí, Egipto y Emiratos Árabes Unidos y recibe el apoyo político de Estados Unidos, Francia y Rusia, país desde el que en los últimos días han llegado decenas de mercenarios privados.
La Liga Árabe dio este domingo la bienvenida a un alto el fuego entre el LNA y el GNA propuesto por Turquía y Rusia tras la intensificación de los combates en varios puntos de Libia. Las hostilidades se recrudecieron el pasado 2 de enero, día en el que el LNA emprendió una operación que le ha llevado a quebrar las defensas de la estratégica ciudad de Sirte y colocar tropas a menos de cien kilómetros de Misrata, último muro de defensa de la capital.
Mientras tanto, el presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, y el jefe del Consejo Europeo, Charles Michel, de visita en El Cairo, pidieron el domingo una solución política en Libia. Según el comunicado, ambas partes hicieron un llamamiento a la «necesidad de continuar el trabajo para alcanzar una solución política global del caso libio, de modo que se preserven sus instituciones nacionales, la soberanía y la unidad de su territorio».
En este sentido, analistas internacionales coinciden en señalar que el conflicto en Libia parece seguir el patrón del que ensangrienta Siria, donde Rusia y Turquía se han repartido las áreas de influencia apoyando a grupos a priori enfrentados. Hoy, Moscú se impone como un jugador clave en el hervidero libio y es parte de su gran estrategia en Oriente Medio y el norte de África. Mientras tanto, Erdogan sigue avanzando su deseo expansionista e intervencionista en los asuntos regionales.
Muchos se preguntan ahora, ¿qué impacto tendrá todo esto sobre el proceso de Berlín? Rusia, Italia y Francia se han comprometido a contribuir a una nueva cumbre internacional destinada a tratar de recuperar el fallido plan de paz propuesto por la ONU. Una conferencia que Alemania pretende convocar próximamente para impulsar una solución política al conflicto, pero por ahora no se conocen muchos detalles.
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