Tsipras, el socio de Iglesias, suprime la pensión mínima y recorta las prestaciones hasta un 30%
Desde el año 2010, Grecia ha reformado su sistema de pensiones hasta en cuatro ocasiones y ha recortado las prestaciones hasta diez veces. Como resultado, la prestación media ha caído desde los 1.350 euros hasta el entorno de los 850 euros, un recorte de casi un cuarenta por ciento. Pero eso no ha sido suficiente. A pesar de su manida retórica antiausteridad, el primer ministro griego y socio de Pablo Iglesias, Alexis Tsipras, aprobó la semana pasada por un estrecho margen otro recorte de las nuevas pensiones que oscila entre el 10 y el 30% de la cuantía inicial. Todo con tal de obtener la preciada financiación de la troika.
Y este durísimo paquete se aplicará a partir del uno de julio. Nada de periodos de transición para que se adapten los beneficiarios. Tan sólo se graduarán un poco los recortes que se practiquen entre 2016 y 2018. El objetivo es conseguir durante esos tres años un ahorro del 1% del PIB, esto es unos 1.800 millones de euros. Justo lo que exige Bruselas.
Quizás la medida más dura de todas consiste en que desaparezcan los complementos a mínimos, y ello supone que la nueva pensión mínima se quedará en 384 euros si se han cotizado 20 años y 345 euros si se han cotizado 15. Por dar una idea de la gravedad de esta iniciativa si se aplicase en España, aquí una de cada cuatro pensiones se benefician de los complementos a mínimos.
Además, la pensión máxima se recorta de los 2.773 euros a los 2.304 euros. En España, la pensión máxima se sitúa en la actualidad en los 2.567 euros y uno de cada cuatro pensionistas la tiene.
Otro recorte muy sustancial se basa en ampliar la base de cálculo de la pensión a toda la vida laboral, en lugar de los cinco mejores años de los últimos diez. Al tener en cuenta lo que se aportaba hace 20 ó 30 años, el resultado del cálculo de la prestación es mucho menor porque los salarios entonces eran evidentemente bastante más bajos.
En cuanto a los actuales jubilados, éstos no recibirán un recorte de la pensión principal. Pero si cobran más de 1.300 euros sí que sufrirán tajos de entre el 2 y el 50% de los suplementos que obtienen procedentes de sus respectivos fondos gremiales. O sea, que se trata de un recorte casi generalizado y que ni siquiera respeta las prestaciones de los ya retirados.
Por el lado de los ingresos, las cotizaciones a la Seguridad Social se subirán un punto entre 2016 y 2019, a razón de medio punto costeado por el trabajador y otro medio punto por la empresa. Aunque desde junio de 2019 a junio de 2022 ese repunte para trabajador y empresa se rebajará del 0,50 al 0,25.
Semejante alza de impuestos se suma a la subida del IVA máximo en un punto del 23 al 24%, y al recorte del mínimo exento del Impuesto de la Renta por debajo de los 9.000 euros.
Todo es poco a fin de estabilizar un sistema de pensiones cuyo coste sobre PIB se ha disparado hasta unas cotas inimaginables en cualquier otro país del mundo.
No en vano, antes del rescate, el déficit de las pensiones alcanzaba el 9% del PIB porque el Estado se dedicó a comprar la paz social repartiendo pagas de jubilación a diestro y siniestro. Los abusos disparatados eran la norma. La edad de jubilación legal se situaba en los 60 años, y además existían amplias posibilidades de acceder a la pensión mucho antes sin ni siquiera contar con un periodo de cotización.
Por ley, abundaban los colectivos a los que se les permitía jubilarse antes de los 60. De hecho, el 75% de los funcionarios se retiraba a una edad más temprana. A poco que se trabajase, la pensión era muy generosa y, por lo general, cubría el 80% del último salario. Incluso había pensionistas fallecidos que seguían embolsándose la prestación mientras el Estado miraba hacia otro lado.
Entre 2000 y 2014, Grecia gastó 200.000 millones de euros en subsidiar el sistema de pensiones, aproximadamente un tercio de toda su deuda, la cual ronda el 180% del PIB. Si bien es cierto que el PIB se contrajo una cuarta parte, el gasto sobre PIB en las pensiones asciende al 16%, y antes de las reformas se proyectaba que podría tocar el 25% en 2050. Por si fuera poco, los fondos de pensiones se dotaron mal y la reestructuración de la deuda griega provocó un gran agujero en sus cuentas al estar invertidos en bonos helenos. Para colmo de males, el advenimiento de la crisis disparó el número de griegos que se jubilaron de manera anticipada en previsión de los recortes. La situación era tan desesperante porque los políticos habían usado las pensiones para comprar votos a mansalva.
“Por supuesto que la situación no es la misma en España”, comenta un alto cargo del Ejecutivo español, “pero al evitar el rescate total de la economía española se ha evitado un recorte directo de las prestaciones como se ha hecho en Grecia o Portugal. Se han aprobado reformas muy graduales que respetan a los actuales jubilados y claramente habrá que hacer más para que sea sostenible. Pero el sistema está a salvo y se ha protegido a los pensionistas, cosa que no habría ocurrido si hubiésemos tomado el rescate total tal y como muchos pedían en el calor de la crisis soberana”.
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