Las tres ‘P’ y el premio de consolación de Draghi
Prudencia, paciencia y persistencia. El claro mensaje que lleva ofreciendo Mario Draghi a los mercados ya durante largo tiempo y que le ha costado la etiqueta de ultra-dovish seguramente algo injustificada. Es verdad que el banquero italiano va a tener el dudoso honor de convertirse en el primer presidente en la historia del organismo en no subir los tipos de interés ni una sola vez en todo su mandato, que expira a finales de este año, después del cambio en la orientación de la próxima subida en la última reunión retrasándola al menos hasta 2020.
Pero estoy convencido de que a Draghi, a pesar de ser considerado un claro defensor de la política monetaria ultra-laxa, le hubiese gustado despedirse de su cargo con una subida de tipos de interés, porque sin duda sería el mejor síntoma de que ha conseguido lo que se propuso en 2012 cuando dijo su ya famosa frase de «haré todo lo que pueda para salvar al euro y, créanme, será suficiente». Conseguir que la economía de la Zona Euro esté saneada y recuperada de forma sostenida y con baja inflación. Abandonar subiendo las tasas sería para él cerrar el círculo de un mandato en el que ha tenido que luchar contra una de las peores crisis financieras de las últimas décadas que llegó a poner en jaque al mismísimo euro. En resumen, salir por la puerta grande.
Sería como un médico que firma con satisfacción el alta de un paciente recuperado tras un largo tratamiento de varios años que ha terminado con éxito. El problema para Draghi es que aquí el paciente en cuestión, la economía de la Zona Euro, no sólo no se ha curado completamente sino que más bien empieza a mostrar señales de posible recaída en su enfermedad. El crecimiento se frena, con recesión de facto en Italia y amenazando en Alemania, los precios se desinflan, focos de incertidumbre como el ‘Brexit’ o la guerra comercial siguen dibujando un escenario nada idílico, y los largos años de medicamentos empiezan a dejar también efectos secundarios principalmente en el sector financiero por los bajos tipos de interés prolongados.
Es tal la magnitud de hecho de la recaída que el BCE está ya estudiando la manera de meter más liquidez en los mercados financieros para tratar de dar soporte a la economía cuando tan sólo han pasado poco más de 3 meses desde que puso punto y final al Quantitive Easing, el gigantesco programa de compras mensuales de activos que ha dado aire a estados y empresas ultra endeudados. Para ello va a empezar a perfilar este jueves en su reunión de política monetaria una nueva barra libre de dinero para los bancos en las líneas conocidas como TLTROS para su aprobación esperada en principio para el mes de junio, lo que en la práctica significa más madera y más estímulos para una economía que no termina de consolidar su curación, y sin duda una mala señal para Draghi en su intento por irse a casa con los deberes hechos.
Falta por saber si habrá o no subida de la tasa de facilidad de depósito para aliviar un poco la situación de los bancos, algo que se empieza ya a especular, y que probablemente sí le dará tiempo a hacer antes de que expire su mandato. Un premio de consolación para el único presidente del BCE que se irá sin subir los tipos de interés y sin poder firmar el alta del paciente al que ha estado tratando en los últimos años
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