El líder, el escudo, el Pichichi y el capo del Real Madrid es Mbappé. Le guste o le disguste a Vinicius eso es así. Y así debe ser. El primer hat-trick del francés de blanco dio de blanco dio la victoria al equipo de Ancelotti ante el Valladolid para ampliar la ventaja de los blancos al frente de la Liga. El Real Madrid ya saca cuatro puntos al Atlético y diez al Barcelona, que recibe este domingo al Valencia.
Había pinchado el Atleti, así que al Real Madrid se las volvían a poner como a Fernando VII (que no Felipe II). Tchouaméni volvía al lugar del crimen. A Valladolid no, ¿eh? Al centro de la defensa, digo. La baja de Lucas Vázquez, convaleciente de lesión, y la necesidad de blindar el mediocentro con Fede Valverde obligaba a Ancelotti a desplazar a Asensio al lateral y al francés al centro de la zaga. Jesusito de mi vida, que Dios nos coja confesaos.
Jugaba el Real Madrid un partido de Liga otra vez sin Vinicius por mor de sus malas pulgas, así que Ancelotti volvía a darle la camiseta de titular a Brahim y colocaba a Rodrygo en la cotizada banda izquierda para escoltar a Mbappé en un duelo a priori amable ante el Valladolid, colista de la Liga por deméritos propios y por tener una plantilla más que justita de nivel.
Con las consabidas y reseñadas novedades el once del Real Madrid para consolidar su liderato en Pucela era el siguiente: Courtois; Asencio, Rüdiger, Tchouaméni, Fran García; Valverde, Ceballos; Brahim, Bellingham, Rodrygo; y Mbappé.
El primer susto lo dio el Valladolid para variar. Corría el minuto 2 de la primera parte y Courtois tuvo que meter una de sus manos salvadoras pare evitar el gol de David Torres a la salida de un córner. Respondió Mbappé con un disparo cruzado desde la frontal que se marchó desviado. La noticia es que el Real Madrid presionaba arriba. Buena declaración de intenciones ante un poco defectuosa en la ejecución.
El Madrid sale frío
Chiflaba la grada del José Zorrilla contra el mítico Ronaldo, leyenda como futbolista pero defectuoso como telepresidente. El partido carecía de ritmo porque en el Madrid todo el mundo la quería al pie. Nadie rompía líneas y el juego del equipo de Ancelotti era más plano que Ciudad Real. Pasaban los minutos y resistía el Valladolid porque el Real Madrid apretaba menos que la goma de unos calcetines viejos.
Minuto 21. Sin noticias de Mbappé. Ni de Brahim. Ni de Rodrygo. Ni de Bellingham. Bueno, ni de nadie. Un disparo de Rüdiger en el 25 obligó a Hein a lucirse para ir a córner. Tres minutos después la tuvo Rodrygo en el área tras un rechace pero el brasileño colocó tan mal el pie que la echó a las nubes. Eran los avisos previos al 0-1. Lo marcó Mbappé, que marca primero y avisa después. La jugada fue vertiginosa y la pared que tiró con Bellingham todavía mejor. La definición, que no dejó achicar espacio al meta del Valladolid, muestra lo que es Mbappé: un goleador letal.
Cierto que le ha costado cogerle el aire al Madrid, pero por fin Kylian ya es Mbappé. Media hora le había bastado para aparecer a la primera y encarrilar el duelo en Zorrilla. El gol dejó tocado al Valladolid y ratificó al Madrid en su idea de llevar la pelota cerca del área de Hein y ponerse a tocar por allí. Bellingham se gustaba entre líneas y buscaba siempre a Mbappé.
De ahí al final del primer tiempo fue un monólogo del Real Madrid, que se gustaba con pases cortos de fútbol sala. El Valladolid pedía la hora. Resistió como pudo hasta el descanso con un marcador que, pese a ser adverso, aún le mantenía en el partido. Del intermedio regresamos con los mismos protagonistas sobre el césped del José Zorrilla y con los de Ancelotti dispuestos a cerrar un partido a medio terminar. Aunque es cierto que los blancos (naranjas en Pucela) vivían en un rondo perpetuo.
Mbappé vale por dos
El partido era de balonmano. La pelota era del Real Madrid, que se la pasaba sin ton ni son. El Valladolid sólo estaba pendiente de defender. Los blancos eran un parabrisas insoportable. Si hubiera sido balonmano, les habrían pitado pasivo. Y así fue hasta que apareció otra vez Mbappé, el veneno más letal de la botica de Ancelotti. Esta vez la jugada la guisó Ceballos que, tras el robo de Valverde, se apoyó en Mbappé y lanzó a Rodrygo en velocidad. Cabalgó el brasileño y le dobló Mbappé. Ambos se encontraron y Kylian no perdonó. La cruzó ante Hein, que se comió el bote delante de su mano. Pues nada: 0-2 y partido resuelto.
Perdonaría después Bellingham el 0-3 en una jugada en la que tardó un poco en definir y se cruzó uno de los centrales pucelanos. Pero el partido ya era sólo del color naranja visitante del Real Madrid. En el 66 hizo dos cambios Ancelotti: Modric y Alaba por Asencio y Ceballos, que serán titulares en Brest. Tchouaméni pasaba al centro para acompañar al croata y Fede Valverde, un muchacho excelente, se desplazaba al lateral derecho.
Al Real Madrid le quedaban aún 20 minutos para cubrir el expediente pero siguió percutiendo el área del Valladolid. Salió Güler por Rodrygo, otro que será titular en Brest. Fueron cayendo los minutos a un partido sin historia. Se intentó asomar el Valladolid al área de Courtois pero eran balas de fogueo.
En el 87 el VAR avisó al colegiado Busquets Ferrer de una coz de Mario Martín a Bellingham en el área. Era un escándalo que no lo hubiera visto, pero menos mal que le avisaron. El penalti lo ejecutó con templanza Mbappé, que logró por fin su primer hat-trick con el Real Madrid. Y con ese gol se abrochó la victoria blanca en el José Zorrilla con la que los de Ancelotti consolidan su liderato con cuatro de ventaja sobre el Atlético y diez sobre el Barcelona, que tiene un partido menos, eso sí.
