Zidane ya no es entrenador del Real Madrid. El club blanco y el entrenador han separados sus caminos manteniendo una total cordialidad. Lo que se conoce como un divorcio de mutuo acuerdo, a pesar de que ambas partes han encontrado a lo largo de este año y medio motivos para estar molestos. La entidad siempre mantendrá la puerta abierta al francés y el entrenador está eternamente agradecido por lo conseguido tanto de jugador como de técnico.
En el Real Madrid ha desesperado en algún momento cómo ha tratado a los jóvenes. De hecho, las principales divergencias con la cúpula han sido provocadas por su manera de manejar a los futbolistas que iban llegando a la plantilla. Zidane siempre ha sido muy fiel a la vieja guardia que le hizo ganar tres Champions seguidas sin pensar en los jugadores que iban llegando tanto de la cantera como fichados por la entidad.
Lo que menos ha gustado en este tiempo fue la poca mano izquierda que tuvo con Ödegaard, según la visión del club, y las nulas oportunidades que dio a Marcos Llorente. El noruego volvió tras un gran año en la Real Sociedad, pero la falta de minutos le llevó a pedir una salida en el mercado de invierno. El jugador quería una venta que finalmente se quedó en cesión al Arsenal.
Con Marcos Llorente la situación fue complicada desde el primer día. Desde que coincidieron en el Castilla. A Zidane nunca le ha gustado el canterano madridista, que finalmente terminó pidiendo una salida para tener minutos. El Atlético de Madrid se movió con rapidez y esta temporada ha sido el jugador más destacado de un equipo rojiblanco que ha terminado ganando la Liga. Esto ha sentado muy mal en el Real Madrid.
Ödegaard, Llorente y la cantera
El Real Madrid lleva años con una estrategia clara que se basa en apostar por jóvenes, formar canteranos y algún gran fichaje como pudo ser Eden Hazard, pero a Zidane le cuesta ponerlos. En el club tienen claro que hay que darles confianza y crearles un contexto que el galo no ha conseguido ofrecerles.
Por lo tanto, la entidad mantenía que si finalmente hubiese apostado por seguir lo tendría que haber hecho bajo la premisa de comenzar a apostar por unos jóvenes que en este final de temporada han demostrado por pura necesidad que dan el nivel. Miguel Gutiérrez y Antonio Blanco son los ejemplos perfectos.
Zidane, descontento con las dudas
Por otro lado, a Zidane no le ha gustado que durante esta temporada se haya dudado de él en algún momento. Nunca ha estado en peligro su continuidad. Ni si quiera cuando jugueteó el equipo con la eliminación en la fase de grupos de la Champions o fue apeado por el Alcoyano en Copa del Rey, pero el francés en algún momento ha sentido una desconfianza que, teniendo en cuenta los resultados, ha sido lógica.
Zidane, a pesar de que tiene un entorno tremendamente hermético, ha sido conocedor de todo lo que se escribió en los días posteriores a la derrota contra el Shakhtar Donetsk en Champions. El francés nunca lo hará público, pero está convencido de que esas críticas y esas dudas sobre su persona procedían de dentro del club, aunque no desde la figura de un presidente que le admira profundamente.
El trato que ha tenido Zidane con los jóvenes, enrocado en mantener a futbolistas como Marcelo e Isco, no ha gustado al Real Madrid, mientras que al francés no le ha convencido la falta de confianza en algunos momentos de la temporada. Ambas circunstancias han provocado que este matrimonio se rompa, aunque siempre desde el cariño que ambas partes se procesan.
