El Real Madrid derrotó al Rayo en el partido del homenaje a Vinicius. Más que un duelo de Liga pareció un amistoso veraniego ante un Bernabéu a medio llenar pero dispuesto a aplaudir sobre todo al brasileño, que vivió el partido en el palco a la derecha de Florentino Pérez. Abrió el marcador Benzema en un duelo insulso y sin historia, uno más en la Liga más aburrida y gris del mundo, luego empató Raúl de Tomás y Rodrygo hizo el definitivo 2-1.
Rotó Ancelotti, dispuesto a repartir minutos de la basura en estos partidos de Liga insípidos como un brócoli al vapor. Esta vez entraban al once Carvajal, Nacho, Kroos, Modric o Valverde, suplentes en Valencia y se caían otros tantos. La novedad táctica es que el lateral zurdo no era ni Nacho ni Alaba sino Rüdiger. Los anteriores eran la pareja de centrales y el lateral diestro era para Carvajal. Por delante, Camavinga, Kroos y Modric. Arriba Valverde en el puesto del año pasado, junto a Rodrygo travestido de Vinicius y Benzema en busca de su mejor yo.
En los prolegómenos del partido todo fue Vinicius. El brasileño, que ni se vistió, acaparó apoyos, homenajes y miradas de todo el mundo. No hay más que añadir a la condena unánime de todo el mundo de bien llegada sin peros desde todos los rincones del planeta. Hay que extinguir al racismo del planeta tierra como se extinguieron los dinosaurios y los vídeos beta.
El partido nació con un Rayo descarado y un Real Madrid perezoso por no decir vago. Ni los unos ni los otros se jugaban nada porque su Liga terminó en Semana Santa. Por eso no había grandes obligaciones defensivas. El duelo tenía menos tensión que la goma de unos calzoncillos de 2012. Ambos equipos se podían con la pelota porque no le ponían ni demasiado interés ni demasiado ímpetu en quitársela al rival.
Los visitantes dieron tres avisos que si hubiéramos estado en Las Ventas habrían devuelto al Real Madrid al corral. Sin noticias del equipo de Ancelotti en el primer cuarto de hora más allá de alguna incursión de Rüdiger, animoso desde la izquierda. El Rayo se sentía cómodo pero era cuestión de tiempo que los locales giraran el partido hacia el área de Dimitrievski.
Amistoso en el Bernabéu
El Bernabéu esperó al minuto 20 para agitarse en homenaje a Vinicius con un aplauso coral deslucido por la imagen de un estadio a medias. El brasileño, sentado en el palco a la derecha de Florentino, se levantó para agradecer el apoyo. A la vez Ancelotti puso a calentar a Marco Asensio porque Benzema, golpeado en un lance involuntario, renqueaba y petardeaba sobre el césped como un coche viejo.
Pero justo cuando nos dieron las ocho con el 0-0 en lo más alto del Bernabéu, Karim resucitó. Fue en el 31 de juego cuando un desmarque de Benzema leído a la perfección por la asistencia de Fede Valverde le valió para plantarse solo ante Dimitrievski y batirle con una buena finta en su salida. Protestaron los jugadores del Rayo porque la jugada nació de un bote neutral en la que Kroos fue más listo que los visitantes, despistados y dormidos como un diputado en viernes.
El Real Madrid se había adelantado en el marcador sin demasiado interés. Destapóse aún más el Rayo y dejó parcelas a la espalda de su defensa que aprovechó Rodrygo para lucir velocidad y desparpajo. Le sobrevino el descanso justo cuando más cómodo se encontraban. Pues nada. Otros 45 minutos más y fin del amistoso este.
En la segunda mitad el partido no se agitó. Ni falta que hacía. Ambos equipos jugaban a placer y en tercera velocidad. En el 55 un centro con el exterior de Modric casi lo caza Carvajal en el segundo palo. Llegó forzado y su disparo se fue al cielo del Bernabéu aún a medio techar. Se lo cuento por contarles algo, que conste.
Cambios en el Bernabéu
En el 62 Iraola hizo un par de cambios y se copió Ancelotti: metió a Ceballos por Fede Valverde. En el 70 fue Asensio el que entró por Modric. Se aburría el Bernabéu. Ya me imagino a la gente cotilleando el Instagram, el Facebook, el Whatsapp… cualquier cosa menos mirar el partido, que era infumable como la tesis doctoral de Pedro Sánchez.
El Rayo se intentó estirar un poco pero apenas inquietó a un Real Madrid que se defendía con oficio y solvencia. Por suerte nada es eterno, así que nos plantamos en el minuto 80. Diez minutitos más el alargue y a otra cosa, mariposa. Entró Tchouaméni por Rüdiger como último cambio en el equipo de Ancelotti. Y fue entonces cuando marcó el Rayo. Una buena jugada por la izquierda de Chavarría, que dejó sentado a Nacho. La puso al área donde Raul de Tomás se aprovechó de la pasividad de Tchouaméni, que le dejó armar la pierna para batir por bajo a Courtois.
Pues nada, el Rayo igualaba el partido en el Bernabéu aunque a nadie parecía importarle. De hecho, los visitantes se asomaron más en los minutos finales al área de Courtois que los locales a la de Dimitrievski. Bastó con un poquito de Rodrygo, que se asomó al área con una buena maniobra individual, para que el Real Madrid hiciera el segundo con un toquecito de clase del brasileño.
Con el 2-1 y alguna ocasión postrera del Rayo se acabó un partido en el Bernabéu que, según termine esta línea, ya se me habrá olvidado. Y a ustedes también.