Karim Benzema fue el jefe de obra de un Real Madrid que volvía al Bernabéu 560 días después. Con el coliseo blanco a medio acabar, pero aun así impresionante, el delantero francés firmó un hat-trick para remontar a un Celta que se llevó una manita y se descosió en la segunda parte. La grada se divirtió y coreó el nombre del agitador Vinicius.
Un Bernabéu a medias es el doble de estadio que (casi) cualquier otro en el mundo. O sin casi. Que se pueda jugar un partido en el estadio del Real Madrid en mitad de una obra faraónica como la que se está acometiendo es como si se hubiera podido oficiar misa en Notre Dame al día siguiente del incendio. Milagros de Florentino.
Pero vayamos de lo divino a lo humano. Ancelotti dispuso un once de circunstancias lastrado por las bajas para el retorno al Bernabéu. Bale y Alaba fueron los últimos en unirse a la lista de ausentes ilustres entre los que también estaba Kroos.
Carletto se la jugó con Miguel Gutiérrez en el lateral zurdo a pesar de tener a Marcelo, convaleciente, en la convocatoria. También regresaban al equipo titular Modric, ausente de los dos últimos partidos, y Hazard, que recuperaba sitio por la consabida ausencia de Bale. Así que jugaban estos once: Courtois; Carvajal, Militao, Nacho, Gutiérrez; Casemiro, Valverde, Modric; Hazard, Vinicius y Benzema.
El Real Madrid salió dispuesto a pegarse un tiro en el pie de primeras dadas. El error en cadena de la defensa blanca nació de los pies de Miguel Gutiérrez, que la perdió ante la presión de Santi Mina. Luego ni Nacho ni Casemiro fueron capaces de despejar la pelota, que cayó en los pies del peor enemigo posible: Iago Aspas. El delantero asistió a Mina, que se giró y encaró a Courtois. Militao, que llegó tarde a la ayuda, se llevó la sotana final y el Madrid el gol en contra para estrenar el Bernabéu.
El Madrid se pega un tiro en el pie
Al gol del Celta respondieron los blancos con una acción a la salida de un córner, que definió Vinicius de cabeza en el primer palo. Su cabezazo era medio gol, pero lo evitó con una mano salvadora el meta Dituro. El Real Madrid tocó a rebato y cercó el área olívica. El Bernabéu, ávido de fútbol después de 560 días de silencio, se animaba con el equipo. Era un público entregado, como los que van a los mítines políticos.
Hazard, que tenía libertad absoluta de movimientos en la mediapunta, compareció al cuarto de hora con una maniobra desde la izquierda que finalizó con un tiro al centro tras pared con Vinicius. El brasileño sigue siendo el jugador con más desborde del Real Madrid, pero sus compañeros van dos velocidades por debajo.
Y los blancos seguían dispuestos a regalar goles al Celta. Por ejemplo, Carvajal en el 19. El lateral realizó una asistencia involuntaria a Santi Mina, que asistió a Aspas para marcar en 0-2. Por suerte para el Madrid El Príncipe de las Bateas no pudo controlar la pelota dentro del área.
No tardó ni cinco minutos el Real Madrid en penalizar el fallo de Aspas. Como los de Ancelotti siguieron empujando al final Casemiro encontró el desmarque de Fede Valverde, que se infiltró en el área y la puso atrás para Benzema. El francés, que se ha convertido en un goleador tardío, percutió una media volea de primeras ante la que no pudo hacer nada Dituro. Pues eso, 1-1 y partido nuevo en el Bernabéu.
Pero el Celta no estaba dispuesto a perder su ventaja tan rápido, así que apenas superada la media hora de partido hizo el segundo en una transición rápida que pilló mal parada (otra vez) a toda la defensa del Real Madrid. Nacho fue a perseguir a Iago Aspas al medio campo y encima llegó tarde, Militao replegó mal y Hugo Mallo aceleró la acción para asistir a un Cervi que remató de tacón, tocó la pelota en el poste y recogió su propio rechace para marcar el 1-2. Otro tiro en el pie de una defensa blanca y ya iban dos en poco más de media hora.
Benzema iguala y el Madrid la pifia
La defensa del Real Madrid estaba en modo verbena. No la del Celta, que estaba en modo Feria de San Isidro, al menos Murillo, que corneó a Hazard y el colegiado juzgó el entradón como amarilla y no roja. Ni en eso tenía suerte el equipo de Ancelotti, que se fue al intermedio por detrás en el marcador y con pitos –tímidos, pero pitos– para los jugadores blancos. Más para Sánchez Martínez, claro.
Raudo espabiló el Real Madrid tras el descanso. Apenas un minuto tardó Benzema en firmar el 2-2 con un extraordinario cabezazo tras un centro medido de Miguel Gutiérrez. El Bernabéu rugió tras el gol del gato. Ancelotti ponía a calentar a Camavinga, Asensio y Rodrygo. El Celta había encajado el gol casi sin haber salido del vestuario.
El tanto espoleó a un Madrid que juega mejor hacia adelante que hacia atrás. Y hacia adelante fue Vinicius, que corrió y corrió y corrió para aprovechar una asistencia genial de Benzema y batir a Dituro sin ponerse nervioso. Sí, como lo leen: Vinicius se plantó delante del portero y no se puso nervioso. Pensó, eligió y marcó.
Los blancos remontaban el partido en menos de diez minutos. Por cierto, la celebración del brasileño subiéndose a la grada a abrazarse con el personal en plena pandemia no sólo rompe todas las medidas sanitarias de cualquier país del mundo, sino que demuestra que no pone los patitos en fila.
Fue entonces cuando tuvo que aparecer Courtois para sacar dos manos salvadoras en la misma jugada. La primera a Iago Aspas y la segunda a Mina. El ángel de la guarda del Real Madrid se hacía visible en el Bernabéu en el momento oportuno. En seguida superamos la hora de partido y Carletto hizo su primer cambio: Camavinga por Hazard. Otro partido invisible del belga.
Camavinga, debut y puerta grande
Y apenas seis minutos tardó el joven francés en hacer su primer gol con el Real Madrid. La jugada, eso sí, la firmó Modric. Condujo y aprovechó el pasillo del Celta hasta plantarse ante Dituro. Disparó de exterior y el rechace del meta celeste lo aprovechó Camavinga, que se incorporaba desde la segunda línea.
Con el partido (casi) resuelto Ancelotti cambió a Modric por Asensio. Extraña la suplencia del mallorquín tras dos semanas en las que no ha tenido compromisos internacionales. Le tocaron los minutos de la basura de un partido que había sido vertiginoso e incierto, pero que el Madrid resolvió tras una imponente remontada exprés.
Aún le dio tiempo al equipo de Ancelotti para sellar el quinto. Lo hizo Benzema tras un penalti estúpido que cometió Denis Suárez sobre Vinicius. Con la manita celebraban los blancos su vuelta al Bernabéu 560 días después con un jugador que se erigió en capataz de la obra: Karim Benzema.