Liga EA Sports: Real Madrid - Alavés

Concierto en el Bernabéu

El Real Madrid celebra la Liga con una manita al Alavés en el Bernabéu

Doblete de Vinicius y partidazo con gol de Bellingham, que busca el Pichichi

Real Madrid-Alavés
El Real Madrid goleó al Alavés en el Santiago Bernabéu.

El Real Madrid ofreció un concierto de fútbol en el Bernabéu ante un Alavés que asistió como oyente. Recital ofensivo del equipo blanco, con un Bellingham estelar que hizo un gol y participó en los cuatro. Vinicius marcó un doblete y Courtois realizó cuatro paradas que zanjan cualquier debate sobre quién debe ser el portero en la final de Wembley.

En el Madrid jugaban los buenos. Los mejores, quiero decir. (Casi) todos menos Rüdiger, que descansaba para que Militao siguiera demostrando que tiene los mismos defectos que antes de la lesión pero ahora encima sin su gran virtud: la velocidad. Y hablando del mejor, jugaba Courtois. Tercer partido consecutivo del belga bajo los palos del Real Madrid. No hace falta que lo diga en público, por sus hechos sabemos que Ancelotti quiere ponerle como sea en la final de Wembley. Y bien que hace.

A concierto de Taylor Swift sonaba la alineación del Real Madrid con Courtois a la cabeza, escoltado por una zaga compuesta por Carvajal, Militao, Nacho y Mendy. En el centro del campo, a falta de Tchouaméni –que tiene en chino jugar la final–, estaban Camavinga, Kroos, Valverde y Bellingham. Arriba, cómo no, los dos brasileños, Rodrygo y Vinicius, encaramado este en su carrera imparable hacia el Balón de Oro.

Enfrente un Alavés más que salvado, equipo bien trabajado, sólido, serio, competitivo. Un buen equipo de autor, Luis García, un técnico de esos que no acapara titulares pero que entrena de maravilla. Y en sus filas Rafa Marín, central que volverá al Real Madrid este verano y que podría tener el año que viene más minutos de los que muchos piensan.

Presentaba el Bernabéu un aspecto imponente para recibir a los campeones ligueros y finalistas de la Champions. Fue un homenaje exprés con las 36 copas de la Liga sobre el césped, una foto de familia y chimpún. Empezó el fútbol y el Alavés salió al coliseo madridista como Carol G: con ritmo y descaro. Un minuto le valió a Courtois para demostrar quién debe jugar la final. Sacó tres paradas desde el suelo y a bocajarro al gigante Samu Omorodion, jugador del Atlético que tiene pinta de delanterazo… cuando afine la puntería.

Por eso juega Courtois

El Real Madrid jugaba al trantrán. El Alavés resistía y atacaba. Pero no llegó su resistencia ni a los diez minutos. La culpa fue de Bellingham, que inició la jugada, ataco el área por el segundo palo y puso con sutileza una especie de centro que acabó en chut para abrochar con un golazo el enésimo pase magistral de Toni Kroos. A medio camino entre la delicatessen y la suerte el Madrid tomaba ventaja.

Si Kroos se retira, será la mayor aberración que ha vivido el fútbol en décadas. Con ese talento y ese estado de forma tendría que estar prohibido colgar las botas. El partido, de repente, se cayó porque el Alavés acusó el sopapo y el Real Madrid se dedicó a embelesarse en sus toquecitos.

real madrid alaves
Vinicius celebra uno de los goles del Real Madrid ante el Alavés. (EFE)

Pasaron los minutos y llegó el segundo. Esta vez lo marcó Vinicius desde la posición de 9 en el área pequeña. Valverde se apoyó en Bellingham, que vio el desmarque de Camavinga, que controló con una pierna y asistió con la otra para que Vini ajusticiara a placer al meta Owono. El partido parecía resuelto antes del descanso.

El Real Madrid siguió con su monólogo ante un Alavés que había desaparecido. En el 36 el hijo de Hagi emuló a su padre con un disparo lejano que hizo estirarse (y lucirse) a Courtois. Fue un oasis en el desierto del juego ofensivo del equipo de Luis García, merecidamente de vacaciones anticipadas.

Y justo antes del descanso el Real Madrid hizo el tercero. Lo marcó Fede Valverde desde la posición de extremo derecho, esa que ocupó hace dos temporadas en el equipo que logró el doblete. Recibió en el pico del área un pase de Bellingham, armó la piedra y la puso en la escuadra del palo corto de Owono. Con el 0-3 y el Bernabéu entregado nos fuimos al descanso.

El Madrid saca la pegada

En el 49 y sin venir a cuento Duarte pisó en el tobillo a Carvajal, que se quedó tendido en el suelo. El madridismo, que sólo tiene ojos para Wembley, contuvo la respiración, pero el lateral se ató la bota y calmó los ánimos del personal. Luego Camavinga se puso el traje de Maradona y sentó a medio Alavés, aunque se le escapó el control final ante Owono y con él se fue al limbo el tanto.

En el 56, por si alguien lo dudada, Courtois volvió a meter una mano salvadora de esas que sólo mete él. Fue un disparo cruzado a contrapié que se sacó de la nada Ianis Hagi. El belga respondió estirándose abajo con una agilidad, flexibilidad y reflejos que zanjan cualquier debate.

Sonó entonces la alarma en el Nokia de Ancelotti, que suplió a Camavinga por Güler. Se gustaba el Real Madrid con un inspiradísimo Bellingham, que distafaneaba a sus anchas en la mediapunta. Tanto lo hizo que vio en el 70 un desmarque de Vinicius que abrochó la jugada con un disparo violento y cruzado ante el que no pudo hacer nada Owono.

Se relamía el Bernabéu ante el juego estético y cómodo de su equipo, que perdonó varias ocasiones. El que no falló, como siempre, fue Arda Güler, que firmó el quinto del Real Madrid tras aprovechar un rechace en el área tras una jugada de Vinicius. El Bernabéu, en estado de éxtasis, disfrutó de los últimos minutos al grito de «¡campeones, campeones!» y con la confianza de que su equipo llega como un cohete a la final de Champions del 1 de junio. Pero esa ya será otra historia, claro.

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