Liga Santander: Real Madrid - Atlético

El derbi se lo lleva el Barça

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Colorín, colorado, esta Liga se ha acabado. El derbi madrileño cogió el puente aéreo y se fue volando al Camp Nou donde el Barcelona puede terminar de abrochar el campeonato si gana mañana. Los 70 minutos de armisticio se convirtieron en 25 de vértigo desde la estúpida expulsión de Correa. Los goles fueron uruguayos y de cabeza. Giménez adelantó al Atlético y el canterano Álvaro Rodríguez empató para el Real Madrid. Los de Ancelotti ensayaron la remontada pero fue una remontada interruptus. Quizá porque la Liga no es la Champions.

El derbi estorbaba. Sí, sí, estorbaba. Sobre todo al Real Madrid, que lo miraba como un partido de entreguerras a mitad de camino entre Anfield, con su uniforme de superhéroe de la Champions, y el Camp Nou, casa del chorizo Negreira y sus compinches, que recibirá a los de Ancelotti el próximo jueves para dirimir la semifinal de Copa. El Madrid, digo, recibía al Atlético con la Liga amortizada pero con la obligación de dar la cara porque en el Madrid no valen ni las derrotas ni las excusas. En el Atlético la exigencia es otra porque siempre se puede hacer un comunicado contra los árbitros si hay que tapar miserias.

Ancelotti y Simeone, tan viejos como zorros, se habían regalado elogios de boquilla en la previa. Postureo. El técnico del Real Madrid afrontó el derbi con cuatro cambios sobre los once que jugaron en Liverpool. Los obligados de Alaba y Rodrygo por lesión y los de Camavinga y Modric por descanso. Oportunidad de inicio para Ceballos y Asensio, que ya son más titulares que suplentes, regreso al equipo de Kroos y permanencia en el once de un Nacho que se ha convertido esta semana en el centro de un debate (ficticio) a vueltas con su renovación.

En pocas palabras. Formaba el Madrid con Courtois; Carvajal, Militao, Rüdiger, Nacho; Kroos, Valverde, Ceballos; Asensio, Vinicius y Benzema. Enfrente Simeone colocaba un once con muchas piernas y sin delantero centro. Jugaban Oblak; Molina, Savic, Hermoso, Reinildo; Carrasco, Koke, Barrios, Saúl; Marcos Llorente y Griezmann.

Nos dieron las seis y media y arrancó el preludio del derbi en el Bernabéu. Orvallaba en el sobrecogedor homenaje a Amancio Amaro. Eran gotas de aguanieve, blanca por supuesto, en homenaje al héroe eterno. A rodar echo la pelota y se la quiso quedar el Atleti. También el Real Madrid, que acabó ganando el pulso a pesar de que había una legión de centrocampistas rojiblancos.

En el minuto 5 los jugadores del Atlético pidieron, con timidez, eso sí, una mano de Fede Valverde dentro del área. La jugada era tan clara por venir de un rechace en el pie del propio jugador del Madrid que a Gil Manzano sólo le faltó hacer un dibujo para explicarlo. Luego vino una amarilla justa a Militao por agarrar a Carrasco el tiempo que dura una canción de Shakira a Piqué. La falta la ejecutó arriba el propio Carrasco.

Manda el Madrid

Respondió el Madrid con un disparo centrado de Asensio que se envenenó antes de que Oblak rechazara con apuros. Y luego en el 10 Benzema estuvo a punto de abrir el marcador tras un buen centro de Militao, pero su remate algo forzado se marchó arriba. Se divertía el Bernabéu. El derbi tenía ritmo y un ligero color blanco.

El dominio del Real Madrid era de guante blanco pero sin atosigar. Eso sí, a los jugadores de Ancelotti les ocurría al llegar al área rojiblanca lo mismo que a los trenes de Asturias en los túneles: no cabían. Así defiende el Atlético desde que llegó Simeone, con gente y afán a partes iguales. Por cierto, la inoportuna y fea lesión de rodilla de Reinildo alteró los planes del Cholo, que tuvo que sacar a Giménez y pasar a Carrasco al lateral izquierdo con defensa de cinco.

Una incursión de Vinicius y un disparo de Ceballos quedaron en nada. Como en nada quedó un córner directo de Griezmann que sacó sin querer Giménez a medio metro de Courtois. Y se nos fue la primera media hora del derbi como si tal cosa. Lo cocinaba el Madrid pero a baja temperatura. Se sucedieron las llegadas de Asensio y Nacho sin mayores consecuencias. Tocaban los de Ancelotti con parsimonia y enfriaban el derbi, que se fue al descanso sin goles. Sin chicha ni limoná, que diría un castizo.

Simeone metió a Correa por el chico Barrios, invisible, en el descanso. Ancelotti a nadie. Quizá porque no andaba sobrado de banquillo. Calentaban Tchouaméni, Camavinga y Modric, los tres cambios cantados de Carletto. El Atleti trataba de agitar algo el derbi pero sin mucha fuerza. También intentó conectarse Vinicius, que se infiltró en el área rojiblanca para asistir a Benzema. Giménez abortó el peligro.

Suicidio de Correa

El Real Madrid aceleró y encerró al Atlético. Simeone metió a Lemar por Llorente, cansado y perdido. De repente nos habíamos fumado 60 minutos de un derbi algo infumable. Precisamente entonces llegó un disparo en la frontal de Griezmann, de lo más potable en los rojiblancos, que se marchó a la izquierda de Courtois.

Ancelotti hizo entonces los tres cambios de una tacada. Tchouaméni, Camavinga y Modric por Kroos, Ceballos y Asensio. Nuevo centro del campo y Fede Valverde arriba. El Real Madrid quería una marcha más porque sólo una victoria le permitía seguir en la pelea por una Liga que pinta en japonés. Correa decidió suicidarse al agredir con el codo a Rüdiger sin que estuviera la pelota en juego. Gil Manzano le pilló y le sacó la roja directa. El argentino y Simeone protestaron la jugada, cómo no, pero el principal culpable fue Correa.

Con uno menos el Atlético se defendía con furia pero el Real Madrid tenía 20 minutos por delante, más el añadido, para llevarse el derbi. El partido pasó a ser de frontón. Todos los rojiblancos en torno a su área. Los de Ancelotti buscaban la emoción y la épica que se habían dejado en Anfield. Simeone metió a Morata por Saúl y a Witsel por Koke. Y Carletto se la jugó con un cambio radical: el canterano Álvaro Rodríguez por Nacho. Camavinga al lateral izquierdo y Valverde al centro del campo.

La respuesta del Atlético fue un sopapo en forma de gol. Lo marcó Giménez con un tremendo cabezazo a una falta lateral botada por Griezmann. Era el 78 y al Madrid le quedaba el tiempo justo para una remontada. Sólo que esto no es la Champions, es la Liga.

Se sucedieron los intentos del Real Madrid por lograr un gol postrero y milagroso. Los evitó Oblak. Primero a Tchouaméni, luego a Camavinga. Con el que no pudo fue con un testarazo soberbio y poderoso del muchacho Álvaro Rodríguez, que atacó la pelota como si fuera Cristiano Ronaldo y marcó con un cabezazo picado ante el que no pudo hacer nada el meta rojiblanco. Igualaba el Madrid y aún le quedaba tiempo para la remontada.

Lo intentaron hasta el final los de Ancelotti ante un Atlético que sólo se protegía en su área. Pero esta vez no sonó la flauta. Resistieron los de Simeone con oficio y sufrimiento y el Real Madrid se quedó en una remontada interruptus. El punto en el derbi no les sirve a los de Ancelotti y deja la Liga a punto para el Barcelona. Los de Xavi lo tienen en sus manos. O en sus pies.

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