Eran los años 70. Otro fútbol. Los defensas no se andaban con chiquitas y frenaban a los delanteros por lo civil o por lo criminal. En cada partido los centrales repartían patadas que hoy sólo se ven en las películas de artes marciales. Y Goyo Benito era el estandarte de ese fútbol noble, duro, tremendista. Cuenta la leyenda que en un partido entre el Real Madrid y el Sevilla Pirri advirtió a Benito sobre la calidad de Biri-Biri, el delantero de color del equipo hispalense. Entre bromas y veras le dijo: «Goyo, pégale al negro que no se le notan los hematomas».
Goyo Benito le tomó la palabra a Pirri. Al pie de la letra. Después de sufrir varias entradas duras Biri-Biri, entre la desesperación y la súplica, le espetó al central del Real Madrid: «No me pegue más, señor Benito». Era casi una rendición, una propuesta de armisticio ante un defensa que nunca hizo prisioneros.
Gregorio Benito Rubio nació en Puente del Arzobispo (Toledo) el 21 de octubre de 1946. A los once años se marchó a estudiar a Álava a un colegio de los Salesianos. En Vitoria permaneció dos años, después regresó a Madrid para continuar estudiando Maestría Industrial en el colegio de los Salesianos de Atocha.
«Cuando estaba en el colegio me gustaba mucho el fútbol, pero también practicaba el atletismo. Hacía jabalina, peso y altura. En jabalina quedé campeón de España de escolares cuando tenía quince años con un lanzamiento de sesenta y dos metros. El saltar altura también me sirvió cuando tenía que disputar los balones de cabeza», relataba Goyo Benito rememorando sus primeros pinitos en el deporte.
Un central de los de antes
Goyo Benito ingresó en los juveniles del colegio donde fue reclutado por un ojeador del Real Madrid que le propuso hacer una prueba. Y la pasó con nota porque a los diecisiete años empezó a jugar en el juvenil A del Real Madrid. Más tarde pasó al amateur, con el que quedó Campeón de España, y a la temporada siguiente fue cedido al Rayo Vallecano, club en el que militó dos temporadas
Para entonces Goyo Benito ya había abandonado los estudios de Oficialía cuando estaba en tercero y firmó su primer contrato con el Real Madrid el 4 de agosto de 1969. Sus padres se enteraron de la feliz noticia por carta. Ya en el primer equipo, Goyo Benito debutaría en San Sebastián frente a la Real Sociedad, con victoria del Real Madrid por 1-2, el 27 de octubre también de 1969.
«Me considero un defensa normal y corriente, un poco duro -que nada tiene que ver con leñero- y siempre voy al balón con la mejor fe porque creo que entre compañeros no vamos a ir a dañarnos. Siempre tuve la ilusión de jugar como densa central porque era el puesto que me gustaba», contaba Goyo Benito haciendo un autorretrato de su estilo.
Y al que le gustaba su forma de jugar era a Ladislao Kubala que lo llevó a la selección española absoluta a pesar de que Gallego era el titular indiscutible. Goyo Benito fue internacional en 22 ocasiones, dos veces con la selección B y 13 con la Selección de Aficionados con la que quedó campeón de Europa en la temporada de 1969-70.
Goyo Benito era un central que iba muy bien de cabeza, pero su mejor característica era la velocidad para ir al cruce ante el delantero, además de revolverse con rapidez si era rebasado. Estas cualidades, y su sempiterna dureza, le hicieron permanecer en el Real Madrid durante trece temporadas, hasta 1982 cuando se retiró. Para entonces ya había ganado seis Ligas y cinco Copas. Y había dejado para siempre impresa en el Bernabéu la leyenda de un central mítico, eterno, ireemplazable.