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Fuera de control

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Tchouaméni consuela a Asensio. (AFP)

Había mil excusas; sin embargo, nadie tiró de manual. Señal de que los blancos reconocían que habían entrado con el pie cambiado a competir sin un mínimo fisiológico para salir con frescura y atención. El horario, menos incómodo que el viento, y la reducción del todo a Vinicius para generar distracción ante la acumulación y la fortaleza, también las faltas reiteradas, de un Mallorca que avanza hacia la salvación desde la portería a cero y la defensa numantina.

Los de Aguirre cumplieron el plan. Ayudas continuas para evitar que la circulación de balón de los blancos aislase a uno de los suyos y Muriqi como punto de apoyo para quebrar la confianza del Madrid. Sin haber tirado a puerta, uno a cero. Con uno basta. Siempre es suficiente si después hay disputa y victoria en los duelos, suficiencia en el juego aéreo y cohesión ya que ante el ogro sólo se mantienen en pie los que juegan bajo el mismo latido.

Sobre el plan, los de Ancelotti no pudieron. Arranque sin actividad y continuación con llegada, empuje, pero sin luz ante la oscuridad que le impedía entender donde estaba el espacio y el factor desequilibrante. Tampoco hubo esa bola extra por la liga desde el punto de penalti. En tres días, en plena sequía con el gol, Mundial de clubes. Y en diez, final por la liga como anticipo a la Champions. Hasta el agotamiento.

Faltas sobre Vinicius

Vinicius, punto final. Es el jugador que más faltas recibe de todo el fútbol europeo, más que Neymar o cualquier otro gambeteador; sin embargo, no se debería de ir a rebufo de aquellos que van a derribar. Busca ir contra todos, se equivoca. A jugar, Vini. A jugar sin perder ni el foco ni el destino. Silencio y aplicación del reglamento. Sin miramientos porque el murmullo continuo y el debate facilón no suman; más bien, restan ante un todo llamado fútbol.

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