Empiezan a surgir voces en el mundo del fútbol que muy tímidamente reconocen la verdad que contenía la famosa frase de Florentino “O hacemos algo, o el fútbol se muere”. La irrupción de Arabia Saudí en el panorama futbolístico está suponiendo un vuelco con respecto al paradigma que lleva imperando las últimas décadas. Ya no sólo algunas viejas glorias buscan su último gran contrato, el probable fichaje de Veiga, una estrella emergente de 21 años, ha causado conmoción.
La Superliga es una idea que proyecta una competición que busca aumentar el espectáculo futbolístico y con ello también los ingresos. Sus responsables aseguran que esos mayores ingresos acabarían filtrándose también a los equipos que no participaran de manera recurrente en la misma. No obstante, desde un formato abierto, rectificación posterior, cualquier equipo podría aspirar a disputarla y así tomar ese ascensor social.
Ese esperado aumento de ingresos ya brindaría de mayor protección a muchos equipos que se están viendo obligados a vender a sus mejores jugadores por motivos económicos, pero no sería la única barrera: se tiende a olvidar que la Superliga pretende fijar una serie de límites a los clubes que incluirían a los clubes estado. El Manchester City está dentro del proyecto y apuesto que el PSG también lo acabaría estando. Obviamente eso no impediría que Arabia Saudí pudiese competir por algunos jugadores como está haciendo, pero cuanto mayor sea el atractivo deportivo y económico de jugar en Europa, menor será el poder de atracción de una competición sin televidentes.
Ya compite con la Premier
Arabia está siendo para Europa, todavía a menor nivel, lo que la Premier al resto de ligas. Una Premier con seis de sus equipos en la Superliga y que habría visto limitada su capacidad de actuación. Creo que cabe reflexionar más allá de los prejuicios de cada uno.