«Tenéis que jugar bien al fútbol, así disfrutaremos todos». La conclusión del Real Madrid, la que nace en Valdebebas, es clara y es el mensaje que ha trasladado a un vestuario tras el tercer pinchazo consecutivo. La imagen mostrada en Liverpool, Vallecas y Elche ha hecho daño y la realidad es que la entidad madridista está muy preocupada. En la cúpula madridista hay una calma tensa que puede dejar de ser calma si los blancos no son capaces de lograr un buen resultado contra el Olympiacos este miércoles en la quinta jornada de la fase de grupos de la Champions.
En la cúpula madridista se ha instalado la idea de que el Real Madrid debe jugar mejor al fútbol para lograr resultados y es algo que Xabi Alonso ni sus jugadores están consiguiendo hasta el momento. Lo que se vio en Estados Unidos fue un espejismo que, cuando ha comenzado la temporada, ha desaparecido. En la entidad siempre han estado convencidos de que en la plantilla hay calidad suficiente para hacerlo mucho mejor de lo que lo está haciendo un equipo que da la sensación de que, en estos momentos, ha decidido ir a la deriva.
En la cúpula madridista, en las altas esferas de Valdebebas, también reparten culpas. En las oficinas coinciden en que Xabi Alonso ha cometido errores tanto tácticos como, sobre todo, de gestión de vestuario, pero también tienen claro que estos futbolistas, prácticamente los mismos que la temporada pasada tampoco fueron capaces de dar un paso al frente con Ancelotti como entrenador, tienen una dosis importante de responsabilidad.
Mientras, en Valdebebas observan y esperan, lo mismo que han hecho durante toda la temporada. Lo mismo que decidieron hacer cuando no respaldaron de manera unánime a Xabi Alonso tras la falta de respeto de Vinicius en el Clásico. El club no se moja y la sensación es que, cuando tome una decisión, si la toma, repercutirá directamente en el entrenador, aunque no sea del todo justo.
Los errores de Xabi
Xabi Alonso ha cometido muchos errores desde que es entrenador del Real Madrid. Su primer gran fallo llegó en Estados Unidos, en concreto en la semifinal del Mundial de Clubes contra el PSG, cuando no fue fiel a su idea para contentar a un Vinicius con el que nunca ha terminado de casar. El brasileño iba a ser suplente ese día, pero la lesión -por no decir leve molestia-de Trent le terminó colocando en el once titular. El donostiarra cambió el dibujo, regresó al 4-3-3 y los de Luis Enrique le metieron cuatro goles.
El segundo gran error, aunque antes ha ido cometiendo otros más, menos graves, de gestión de vestuario —especialmente con Vinicius—, llegó en el derbi contra el Atlético de Madrid. Otra vez no fue fiel a su idea, apostó por Bellingham y el inglés, que forzó, demostró que no estaba listo para ese encuentro. Días después, en Almaty, le dejó en el banquillo y se sintió señalado, arrojando más leña al fuego. En Kazajistán también emergió el incendio Valverde, que habló en la rueda de prensa previa, dijo que en el derbi faltó actitud; Xabi le rectificó minutos después y fue suplente. Lo que pasó después ya es sabido por todos. El charrúa no calentó, mostrando una imagen impropia de un jugador de su profesionalidad.
En los partidos siguientes, Xabi ha ido cometiendo pequeños errores, todos ellos de gestión de vestuario, que le han hecho perder a la gran mayoría de sus jugadores. El ejemplo se vio en Elche, donde dejó en el banquillo a Vinicius, Valverde y Camavinga, tres de los cuatro futbolistas con los que tiene una mayor falta de entendimiento. No hizo lo propio con Bellingham porque no había más. Cuando los tres saltaron al terreno de juego en la segunda parte, con el Real Madrid perdiendo, la actitud estuvo lejos de ser la esperada. Algo que quedó reflejado con el 2-1 de Álvaro Rodríguez.