Gareth Bale vive sus últimas horas en la disciplina del Real Madrid. A la espera de que se haga oficial su marcha al Tottenham Hotspur, el futbolista acudió a las instalaciones de Valdebebas en la mañana del jueves para ejercitarse por última vez. En lugar de hacerlo a las órdenes de Zidane como el resto de la plantilla, el galés entrenó en el gimnasio y después se despidió de los que han sido sus compañeros durante las últimas siete temporadas.
El todavía jugador del conjunto madridista llegaba a la ciudad deportiva consciente de que unas horas después viajaría a Londres para enrolarse de nuevo en los spurs. Un hecho que le llevó a acudir al entrenamiento en uno de sus coches particulares, un Audi Q7 de 2016, en lugar de hacerlo con el vehículo que facilita el club a todos los miembros del primer equipo.
Una vez allí, Bale no saltó al césped del campo 1, como el resto de sus compañeros. Al igual que ha estado haciendo tras volver de la concentración con Gales, se ejercitó en el interior, alejado de un Zinedine Zidane que no cuenta para nada con él. Desde su vuelta, el jugador acusaba un golpe en la rodilla que le ha impedido ejercitarse con normalidad y en su último día no ha variado su rutina de la última semana.
Aunque el pasado martes el galés se marchó en el minuto 27 del amistoso en el que los blancos se midieron al Getafe, en esta ocasión Bale esperó al resto de sus compañeros para despedirse. Era la última vez que compartía taquilla con ellos y quiso agradecerles los siete años que ha pasado en la disciplina madridista.
Las dos últimas temporadas de Bale han sido difíciles tanto para él como para el resto de la plantilla, que se ha visto mermada por el poco peso que ha tenido el británico en el juego del equipo. Su ausencia continuada ha sido motivo de crítica y crispación en el vestuario en los últimos meses, sin embargo reconocen que su influencia en momentos decisivos fue fundamental para la consecución de éxitos, como la final de Copa de 2014 o las Champions de 2014 y 2017.
Tras despedirse del grupo, el galés se marchó de las instalaciones del Real Madrid en Valdebebas a sabiendas de que no volverá. En las próximas horas un avión destino a Londres le llevará de nuevo a White Hart Lane, lugar del que salió hace siete temporadas buscando convertirse en uno de los mejores del mundo y al que ahora vuelve para reencontrar su mejor versión y seguir disfrutando del fútbol.