Jude Bellingham se marchó tocado a los 60 minutos del encuentro que enfrentó a Girona y Real Madrid en Montilivi. El inglés sintió una molestia en la pierna izquierda, en la zona del aductor, e, inmediatamente, se fue al suelo. Los servicios médicos entraron a explorarle y pidieron el cambio del futbolista, que se marchó con aparente normalidad por la banda. Incluso, tuvo tiempo de contestar a una grada que le insultaba y de mantener un pequeño rifirrafe con Portu. Cuando llegó al banquillo madridista, Ancelotti le preguntó dónde le dolía y se sentó junto a sus compañeros.
Posteriormente, en rueda de prensa, Ancelotti apagó la alarma sobre el inglés: «Está bien. Estaba un poco cansado y no quiso arriesgar. Sólo hemos tenido la lesión muscular de Mendy. Hemos sabido aguantar y luego hemos manejado muy bien la ventaja.
Bellingham es el alma de un Real Madrid que da la sensación que la ha perdido. El mejor jugador de los blancos con mucha diferencia. El inglés se resiste a que esto termine de suceder y en Montilivi fue el mejor jugador de largo de un equipo blanco que tardó 37 minutos en confirmar que sí, que había viajado a Gerona para jugar una nueva jornada de Liga.
Durante esos 37 minutos tan preocupantes como llamativos, ya que el Girona dio un auténtico baño de fútbol a los blancos, Bellingham fue de lo poco salvable de los de Ancelotti. El inglés iba a la presión con cierto criterio, lástima que sus compañeros no le acompañaran. Esto, obviamente, le desesperó. Un hartazgo que reflejó en el campo con varios gestos de incomprensión ante la actitud del resto de jugadores madridistas.
También fue determinante cuando el equipo comenzó a carburar mínimamente, ya que llegando desde atrás, como tanto le gusta al británico, enganchó un rechazo dentro del área para hacer el primer gol de los blancos. La guinda a su partidazo la puso con una asistencia fabulosa a Güler en el gol del turco.