El Barcelona afronta el último Clásico de la temporada en mitad de la tempestad. La eliminación en los cuartos de final de la Champions League ante el PSG cuando todos ya contaban con estar en semifinales ha traído más cola de lo esperado esta semana en ‘can Barça’. A Gündogan no le gustaron las formas del equipo -y la expulsión de Araujo- y así lo hizo saber nada más acabar el choque. Esto desencadenó en una crisis deportiva y que ha durado hasta los prolegómenos del encuentro ante el Real Madrid.
Y es que se ha creado un ambiente poco recomendable para enfrentarse a un Real Madrid que afronta el partido con la motivación por las nubes. Ganar en los penaltis al Manchester City y pasar a las semifinales de la Champions League se contrapone -y mucho- a lo que le ocurrió al Barcelona un día antes en la máxima competición del fútbol europeo.
Cuando el equipo azulgrana ya se veía en semifinales con dos goles de ventaja en la eliminatoria, llegó la expulsión de Ronald Araujo en el minuto 30 y que a la postre fue decisivo para que el PSG acabara dando la vuelta al marcador. Esto no gustó nada a Gündogan, que explotó frente a los medios de comunicación y desencadenando en una guerra civil y fractura total del vestuario a las pocas horas.
«Esto es la Liga de Campeones. No importa el rival, es imposible remontar si uno de tus jugadores es expulsado. Estamos muy decepcionados», comenzaba el ex del Manchester City. Prefiero conceder el gol o un dejar al delantero con un uno contra uno. Se tiró el balón largo y no sé si llegaba a la pelota. Podía dejar la oportunidad a nuestro portero y que nos salvara o incluso conceder un gol. Ponerte con un hombre menos por la roja tan temprano en el partido te mata», agregó Gündogan tras la derrota contra el PSG.
Pero la bomba que acabaría explotando dentro del vestuario la dejó para el final: «Estábamos en una buena posición. No sólo por el partido de ida, también por haber hecho el primer gol. Todo estaba en nuestras manos, pero lo dejamos escapar de la manera más fácil. Se lo regalamos al PSG. Eso es lo más decepcionante».
Araujo no se quedó callado
Pero Ronald Araujo, en vez de quitar hierro al asunto y apagar el fuego, lo avivó más echando gasolina y creando una visible ruptura en el vestuario: «Prefiero guardarme para mí lo que pienso sobre las declaraciones de Gündogan. Tengo códigos y valores que hay que respetarlos», dijo el central uruguayo.
En el Media Day del Barcelona de este viernes antes del Clásico, el conjunto azulgrana sacó a Gündogan a matizar sus palabras para que el asunto no fuera a mayores: «Lo más importante es saber que un partido del PSG puede pasar, sobre todo para un equipo como el nuestro, con jugadores tan jóvenes, y sobre todo sin experiencia en esta competición con pocas eliminatorias disputadas».
Y finalmente fue el propio Xavi Hernández el que salió a rueda de prensa antes del Clásico para calmar las aguas ante el «partido más importante de la temporada», según dijo él mismo. «Está solucionado. Ya no veía problema pero hablando la gente se entiende y se ha solucionado. Cuando no hay mala intención, no hay problema. Todo zanjado».
Un ambiente que no ayuda
La realidad es que el ambiente que se ha generado esta semana, un ambiente de crispación, de visible ruptura en el vestuario y de hartazgo entre varios jugadores no ha sido nada bueno de cara al partido ante el Real Madrid. Por blancos y azulgranas se juegan la Liga. A un partido. Si el equipo de Carlo Ancelotti gana o empata, el campeonato quedará visto para sentencia. En cambio, si los culés asaltan el Bernabéu habrá peligro hasta el final.
Para ello, el Barcelona saldrá en el Clásico con su once de gala al Santiago Bernabéu. Con Araujo, que ha sido el antídoto de Vinicius durante los últimos años, y por supuesto con Gündogan. Ya lo dijo Xavi, el asunto está «solucionado» y ahora el equipo azulgrana tiene que demostrar que la eliminación en Europa ante el PSG no les ha pasado factura.