Esta temporada hay un Real Madrid con dos caras. La primera, la más visible por lo novedoso, la muestra el equipo merengue en Euroliga, donde las sensaciones y, sobretodo, los resultados, no son los deseados con un récord de 1-4 después de la primera tanda de encuentros, ya fuera del periodo de adaptación a la competición. Sin embargo, en Liga Endesa el Madrid mantiene un camino impoluto que no se torció con la llegada del derbi madrileño, donde los blancos no dieron opción (93-77) a Estudiantes en un encuentro coral y en el que la imagen fue diametralmente opuesta a la mostrada en el Palau.
Pese a un inicio dubitativo, en el que Estudiantes pudo emplear su talentosa batería exterior para adelantarse en el marcador, la labor de Campazzo, implacable cuando peor iban las cosas para el Madrid, allanaron el terreno de una remontada madridista para la que no hizo falta poner la quinta marcha. La extrema solidez de los interiores, con Thompkins poniendo la nota creativa con sus movimientos y lanzamientos exteriores, unida a una sobria labor de aleros y bases sirvió para despegarse y llegar al descanso con una cómoda renta.
Los diez puntos se doblaron hasta los 20 en el siempre frenético tercer cuarto del Real Madrid de Pablo Laso. Rudy afinaba y Llull, bastante más errático utilizaba su hiperactividad para avasallar al contraataque. Los Robertson, Gentile o Giedraitis dejaban destellos dentro de una derrota marcada por un equipo imbatido en ACB que, sin embargo, no se encuentra en Europa dentro de un calendario que no da un respiro y que debe recuperar su doble cara positiva para, un año más, aspirar a todo.