El Barcelona repite como campeón de la Copa del Rey en una final de máxima emoción y mínima puntuación (59-64), en la que el Real Madrid dominó todo el encuentro hasta unos minutos finales en los que la inoperancia ofensiva les sentenció. El Barça, con un basket mucho más justo que en rondas anteriores, tuvo suficiente para, con suspense, llevarse el título y confirmar la maldición que sufre su eterno rival en los Clásicos.
Nikola Mirotic, con 19 puntos, se coronó como MVP y mejor jugador en un partido en el que junto a Jokubaitis fue el argumento ganador del campeón. El Madrid, apagadísimo en ataque más allá del primer cuarto, compitió como el equipo grande que es pero adoleció de los argumentos ofensivos necesarios para llevarse la Copa.
Después de tres días de trepidante competitividad, idas y vueltas en los partidos y más de un conato de sorpresa mayúscula, los dos grandes favoritos cumplían con su cometido y tomaban asiento en una final de órdago para poner el broche a la cita de Granada. El vigente campeón, el Barcelona, llegaba tras sufrir más de lo previsto con un admirable UCAM Murcia, pero dispuesto a revalidar título ante un Real Madrid con ganas de venganza tras las tres últimas derrotas en un Clásico.
Los blancos, recién encontrada su mejor versión, la mostrada ante Lenovo Tenerife, repetían planteamiento con la novedad de Randolph, sustituyendo al lesionado Causeur, y de nuevo con escasez de bases por el descarte de Williams-Goss y la lesión de Alocén. Laso quería cambiar algo y lo haría, al menos a priori, en pos de ganar una batalla física que acabara dándoles el triunfo en la guerra y el título de campeones de la Copa del Rey.
El papel del entrenador del Real Madrid disponía unas directrices que llevaban a la titularidad, por segundo encuentro consecutivo, a Alberto Abalde en el base, con Taylor y Deck en las alas y Yabusele y Poirier, no Tavares, como dupla interior. Menos novedad en el Barca, con Jasikeivicius comenzando con tripleta de bases, Exum, Calathes y Laprovittola, y Mirotic con Sanli por dentro.
Los dientes del Madrid
El físico merengue se impuso de inicio, con una activación liderada por la energía de un monumental Taylor, y con cambios constantes en la defensa. No importaba quien estuviera sobre Mirotic porque realmente estaban los cinco a la vez. Auténticos perros de presa sobre el parqué que dejaron al Barcelona, con siete minutos disputados, con unos irrisorios tres puntos anotados. Y veníamos de un equipo que en cuartos y semifinales se había ido por encima de los 100.
Mirotic, anulado como el resto de sus compañeros, se marchó al banco a la vez que su secante Yabusele, mientras Tavares ya hacía de las suyas junto a Poirier al máxmo en ambos aros. La versión deseada del Real Madrid se completaba con la inspiración de su navaja suiza, Alberto Abalde, en la posición ‘1’. Baloncesto total y un final de primer cuarto para soñar en el bando merengue, con un parcial de 19-5.
30 minutos por delante y un Barcelona necesitado de resetear. Lo hizo porque el Madrid bajó dos puntos en ataque y porque algún tiro en aro contrario les tenía que entrar, pero las sensaciones eran muy negativas para un equipo que caminaba sobrado en las últimas semanas, con el choque mental que ello conlleva. Llull y Heurtel, como decíamos, no encontraron las soluciones que sí le había dado a Abalde sus compañeros y en el segundo cuarto fue el Madrid el que se quedaría en una puntuación muy escasa, en su caso 10 puntos, subsanada porque la del Barça no fue mucho mejor, con 13, para el –absolutamente– inesperado 29-18 al descanso.
El Barça comienza la remontada
Viendo el nivel de intensidad y cabreo que ha manejado Jasikevicius en toda la Copa, pocos o ninguno querría ponerse en las carnes de los jugadores culés en el vestuario. Lo que sí parecía claro es que saldrían espabilados, a la espera de una solución que cambiara la tendencia del partido. La versión ofensiva del Madrid, salvo los primeros minutos y detalles de Poirier y Abalde, había sido escasa, pero aún así estaban once arriba en un Clásico cuesta arriba para el ganador de los tres anteriores. Con todo, la batalla continuaba completamente abierta.
De nuevo, un cuarto de mínimos que a priori favorecía al Madrid… hasta que apareció Mirotic. El internacional español era el único jugador realmente inspirado en ataque y con dos triples consecutivos mandaba para reducir el parcial hasta dejarlo por debajo de los cinco puntos de desventaja. En el Real respondía Deck, por fin inspirado en ataque, pero hacía falta algo más para volver a las sensaciones del último cuarto. Una defensa de notable alto de ambos mandaba el choque al cuarto decisivo con una puntuación de descanso y ventaja de cinco favorable al Real (46-41).
Un partido de defensa
Todo estaba abierto y Laprovittola, con un triple que confirmaba el miniparcial de 5-0 del Barcelona, lo confirmaba. Por primera vez desde el salto inicial, todo empatado y a sólo ocho del final. Emoción máxima en Granada. La tensión en los banquillos podía palparse pese a los ánimos constantes de los compañeros. Hanga también la hacía notoria con dos tiros libres marrados que confirmaban la escasísima estadística del Madrid en la línea.
El húngaro, ultracompetitivo pese a no estar al 100%, lo solucionaría con un triple que respondía al anterior de Jokubaitis, el segundo elemento que necesitaba el Barça para ponerse por delante. El lituano, de nuevo, con un 2+1, ponía por delante mínimamente a los culés en un amago de romper un marcador ridículo para convertirlo en uno medianamente aceptable. Lo que era seguro es que era el Clásico más igualado de los últimos tiempos, y que lo iba a decidir un acierto o, con mayor probabilidad, el equipo con mayor fortaleza mental.
Final de pesadilla para el Madrid
El Barça, ante el cortocircuito ofensivo del Real Madrid, tomó ventaja por mera inercia dejada por Jokubaitis, pero Heurtel, con un pique en la cabeza que no hace falta ni explicar, doblaba motivación para ser el primer madridista en dobles dígitos. Los blancos, sin embargo y tras dominar todo el partido, necesitaban algo más. Y entonces, Llull.
El menorquín, con un encuentro nefasto a sus espaldas, desafortunado en el tiro, salió de forma improvisada por la lesión de Hanga y 30 segundos después, había anotado cuatro puntos que ponían las tablas en el encuentro. 30 segundos para el final y Mirotic compensaba con dos tiros libres tras falta de Deck después de haberse llevado una gorra de Tavares en la jugada anterior. Sangre de acero de los perros viejos de ambos equipos.
El Madrid, dos abajo, se encomendaba a su último fichaje, el retornado Gaby Deck, para la posesión decisiva, pero su bandeja, tras hacerlo todo bien, se salía del aro y dejaba el balón franco para Mirotic, quien junto a Brandon Davies sentenciaba desde los tiros libres y finiquitaba el sueño copero madridista. Honores para el Real Madrid, pero la Copa y el Clásico vuelven a ser para el Barça.