Usain Bolt sigue siendo el rey
Hay deportistas que han nacido para que Hollywood ruede una película basada en sus hazañas. En el caso de Usain Bolt, ya no nos podemos ceñir a un largometraje, el jamaicano va por la trilogía de logros olímpicos imposibles. En Pekín 2008 asombró al mundo batiendo el récord del mundo y a todos sus rivales, en Londres 2012 se consolidó ante toda la presión mundial como el mejor atleta de todos los tiempos, en Río de Janeiro ha saltado de disciplina para coronarse como un mito al nivel del Olimpo de los Dioses del deporte donde están Ali, Jordan o Pelé. Nadie en la historia ha ganado tres pruebas reina del atletismo de forma consecutiva en unos Juegos Olímpicos.
Si parpadeas te lo pierdes. BOLT gana los 100m con 9,80 de marca. Tercer oro olímpico consecutivo en esta categoría.pic.twitter.com/ct6deWZqgx
— Deportes Cope (@deportescope) 15 de agosto de 2016
Bolt lo volvió a hacer en Río de Janeiro y eso que hace un mes nadie daba un duro por verle al correr al 100% de sus posibilidades tras sufrir una lesión en los isquiotibiales. El ya siete veces campeón olímpico deslumbró al mundo con una actuación épica en una carrera que le tuvo cómo único protagonista. Fue un duelo contra su archienemigo Justin Gatlin, que le aguantó hasta el metro 80, pero que cuando le cazó pudo pasarle como un rayo. El gigante corrió en 9.81, una marca lejos de sus grandes éxitos, pero que le sirvió para ganar de calle y dándose un golpe en el pecho cruzando la meta. La sensación era que si hubiese necesitado correr en 9.65 para ganar lo hubiera conseguido. Los años le han hecho más cerebral y a buen seguro que reservó para los dos platos fuerte que le quedan para completar sus nueve oros olímpicos: los 200 metros y el 4×100 metros.
El mejor de todos los tiempos creía verse eclipsado por el récord mundial de los 400 metros, obra del sudáfricano Wayde van Niekerk y desde la calle 8, pero ni mucho menos lo quiso permitir. Hizo su show habitual que cautivó al público –corearon su nombre durante toda la carrera– y en ningún momento mostró ningún síntoma de debilidad. Su intimidación es total ante sus rivales y firmó una carrera impecable donde apenas rompió a sudar.
Ya en las semifinales había avisado de su gran estado de forma firmando un 9.86 que le hubiese servido para ser campeón olímpico en las citas olímpicas pre-Bolt en los 100 metros y eso que se dejó llevar. El jamaicano pasa a formar parte de la portada de los libros de historia del atletismo. Pasarán los años y nadie podrá emular a un Bolt que alcanzó la inmortalidad en Río de Janeiro.
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