Cristiano, ¿de qué planeta viniste?
Un jugador de leyenda. Un equipo de leyenda. Cristiano Ronaldo y el Real Madrid, un matrimonio perfecto que se ha jurado amor eterno en la Champions. Una competición diseñada para el Real Madrid… y para Cristiano Ronaldo. Una actuación portentosa, sobrenatural, majestuosa, celebérrima, del crack luso guió al equipo blanco hacia las semifinales de la Champions –a falta de la vuelta– con un doblete en Turín en un duelo que acabó con victoria por 0-3 para los de Zidane y que perfectamente pudo acabar con un 0-8. Soberbia actuación de Ronaldo y demostración de fuerza del club que por algo es doce veces campeón de Europa.
Zidane deshojó la margarita y en el último pétalo suspiró por Isco. Jugaban los de Cardiff pues. Allí hace meses trituraron en la final a una Juventus que venía precedida por su fama de equipo invulnerable. Se llevó cuatro. Pero aquello era agua pasada y al Real Madrid le tocaba mover en Turín el molino de la Champions, donde los blancos muelen más trigo que nadie. Demos por sabida la alineación del Madrid, remanguémonos y vayamos al lío.
Y el lío empezó a todo trapo. Muy arriba presionaba la Juve bajo el diluvio que asolaba Turín. Al Madrid le costaba sacar la pelota en los primeros compases, pero en cuanto empezó a encontrar a Cristiano la salida fue más sencilla. Sencilla y dolorosa para la Juve porque los blancos –azules en Turín– percutieron a las primeras de cambio.
Fue un dos contra uno de Marcelo e Isco por la banda izquierda. El malagueño se asomó al área, dribló a De Sciglio, miró al área y allí encontró a Benzema rodeado de centrales. Sin embargo, emboscado estaba Cristiano, que se adelantó a su compañero y a los rivales y anotó el 0-1 con una maravillosa punterita que recordó a los goles de Cardiff. Apenas iban dos minutos de partido. «Centros rasos», decía entonces Zidane al descanso. Pues eso: centro raso y gol del Madrid.
Cristiano pega primero
El principio del partido no podía ser mejor para los de Zidane, que empezaron a sentirse más cómodos que un rapero con la gorra echada hacia atrás. La Juve en cambio era Cristina Cifuentes en su máster: ni estaba ni se le esperaba. Sergio Ramos sacó su enorme manguera para apagar el fuego de Dybala en el 7 y después Varane cabeceó arriba un córner delineado por Kroos en el 10.
La Juve intentaba dominar por obligación, pero el Madrid encontraba rápido a un Isco indetectable e inspirado. Los bianconeros apenas podían defenderse cuando el campeón iniciaba su idilio con la pelota. En las jugadas de vuelta un concentradísimo Varane y un gigantesco Ramos se bastaban para conjurar los ataques de Dybala y la compaña.
Higuaín se asomó al gol en el 22 y el gol, como toda su vida, le hizo la cobra. Fue una falta lateral botada por Dybala que se la puso al Pipita como se las ponían a Fernando VII. Entonces Higuaín, mal defendido y con el gol a huevo, disparo flojo y centrado, así que Keylor Navas pudo hacer una demostración de reflejos para sacar un remate que en los pies de casi cualquier otro delantero habría sido gol, pero en los de Higuaín fue uyyyyy. Estuvo bien el meta madridista y en su línea el delantero ex madridista: fallón.
Puro Pipita
Definitivamente, el Real Madrid había dado dos pasos hacia atrás en busca de jugar descaradamente a la contra. Cada vez que los blancos daban tres pases seguidos, se asomaban al área de Buffon. Así ocurrió en el 35 con un tremendo disparo de Kroos tras jugada coral del Madrid, que se estrelló con virulencia contra el travesaño de un Buffon que se había tirado sólo para la foto. Los blancos acababan de acariciar un 0-2 que habría sido casi mortal para la Juve.
Los de Allegri fiaban su suerte al balón parado, faceta en la que Varane y Ramos eran insuficientes para achicar agua porque el portero del Madrid no domina el área. Y entre el balón parado y un hiperventilado Dybala la Juve volvió a encerrar al Madrid. Al genio argentino se le empieza a quedar pequeño este equipo.
El descanso evitó los agobios del Real Madrid, que salió presionando arriba en la reanudación. Era una réplica de Cardiff. El doce veces campeón de Europa había olido la sangre y sabía que a la Juve es mejor matarla de verdad que dejarla moribunda. Y a punto estuvo de rematarla Cristiano en el 49 tras una cola de vaca de Benzema de esas que salen en los titulares. El remate del luso besó por fuera el palo derecho de Buffon, aliado esta vez con la fortuna que tan esquiva le fue antaño.
La Juve no se rendía y seguía colgando balones, consciente de la endeblez del portero del Madrid en esos centros. Keylor se atrevió a salir en una y se llevó puesto a Sergio Ramos. Lo peor, además del golpe, es que el capitán del Madrid se llevó un minuto después una amarilla injustísima por un derribo light a Dybala que le impedirá estar en el Bernabéu.
La obra de arte de Cristiano
Antes del 60 Zidane dibujó otro partido y metió a Lucas Vázquez por Benzema en busca de sentenciar el partido con la velocidad del gallego. Cristiano Ronaldo se quedaba como 9 de referencia. Y fue referencia, superhéroe, genio y Dios al marcar uno de los goles más bellos de la historia de la competición. Fue el gol que Cristiano Ronaldo había buscado toda su carrera. Una chilena perfecta. Una chilena sobrenatural. Una chilena que puso en pie al estadio de la Juventus. UNA SEÑORA CHILENA. Como dicen en los anuncios de pisos, MEJOR VER.
El majestuoso gol de Cristiano Ronaldo hundió a una Juventus que no sabía por dónde le llegaban los golpes. Dybala se autoexpulsó por una patada innecesaria e involuntaria a Carvajal. Ahí acabaron las pocas opciones de los juventinos. Y terminaron de morir en una jugada monumental del Real Madrid, que culminó Marcelo al más puro estilo fútbol sala.
El equipo de Zidane campaba a sus anchas en Turín. Dominaba la pelota y toreaba a una Juve que se mostraba impotente para contener los ataques del Real Madrid. Los minutos pasaban y, con la eliminatoria ya resuelta, Zidane metió a Asensio y Kovacic por Isco y Modric. Otra vez Bale se quedaba en blanco. Pero eso no era lo importante. Lo importante era la exhibición de pegada y fútbol de un Real Madrid que sigue con paso firme hacia su Copa de Europa número trece.
El partido acabó con 0-3 aunque pudo caer algún gol más –Modric, Cristiano, Kovacic y otra vez Cristiano dos veces más los tuvieron– para un Real Madrid que dio un golpe de autoridad más, el enésimo, en una competición que, como los trajes de Paco Camps, le sienta como un guante. Desde luego, los que enterraron a este equipo tendrán que guardar sus palas.
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