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SE PAGARON 10.000 EUROS POR ELLA

Boris Becker entregó una raqueta falsa para una subasta benéfica

Llegó acumular una fortuna superior  a los 100 millones de euros en premios y patrocinios. Es una leyenda deportiva en Alemania, el mejor tenista de toda su historia. Responde al nombre de Boris Becker, pero su imagen después de su retirada sufre golpes de los que es complicado levantarse con honor. El último capítulo le sitúa a los pies de la estafa, al entregar una raqueta falsa en una subasta benéfica en el programa de televisión germano “Bares für Rares”, de la cadena ZDF.

El deportista ofertaba la raqueta con la que disputó el último partido de su carrera, el que le enfrentó en Wimbledon a Patrick Rafter en 1999 y que perdió en cuarta ronda por 3-6, 2-6 y 3-6. El comprador de la misma fue el coleccionista de antigüedades Julian Schmitz-Avila, quien pagó 10.000 euros por ella, fabricada en su día por la marca Puma. En su lugar se encontró con una réplica de la firma Estusa, lo que confirmaba el fraude. Los hechos destapados ahora sucedieron el pasado 15 de junio, según informa el diario Bild.

La historia, desgraciadamente, no acaba ahí. Error tras error, la cadena de fatalidades tuvo otro bochornoso episodio al descubrirse que la organización benéfica “Un corazón para los niños” no recibió el dinero de la subasta, como así debía ser. El encargado de donar los 10.000 euros era el propio Becker, pero no llegaron a su destino.

El tenista alemán ha sufrido graves problemas económicos en los últimos años, de los que parecía que estaba empezando a recuperarse y que el propio Becker se empeñaba en encubrir, dispuesto a lavar su imagen y a demostrar que seguía manteniendo un alto tren de vida. El pasado mes de junio un tribunal de Londres le declaró en bancarrota.

Ya en 2002 fue condenado a dos años de prisión por evasión de impuestos tras una duradera investigación por fraude fiscal. Al reducirse finalmente la pena a ese período no tuvo que ingresar en la cárcel, con libertad bajo vigilancia y una sanción económica de 300.000 euros.

Esta nueva estafa, más grave si cabe para su imagen por estar comprometida una organización benéfica, es sólo una más en su largo historial de situaciones comprometidas. Todo ello empaña una exitosa carrera deportiva para el ganador de seis Grand Slam (Wimbledon en 1985, 1986 y 1989, el Abierto de Australia en 1991 y 1996, y el Abierto de los Estados Unidos de 1989).