Alcaraz sobrevive a sí mismo y resurge para remontar a Fils y alcanzar las semifinales en Montecarlo
El murciano remó a contracorriente para superar su frío inicio de partido y acabar imponiendo su ley
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«¡Allez!», retumba en Montecarlo. Lo grita Fils cuando logra consolidar su rotura en el set definitivo, pero un rugido terminó resonando con más fuerza. «¡Vamos!». El bramido va acompañado del dedo índice pegado a la oreja y ambos intangibles significan que la balanza se inclina del lado de un Carlos Alcaraz (4-6, 7-5, 6-3) que remó a contracorriente durante más de dos horas y media para imponer su ley y acabar llegando a buen puerto.
En el tenis hay micropartidos dentro de un mismo encuentro. Alcaraz, cuando menos pulso tenía y más en la lona se encontraba (4-6, 5-5 y 0-40) en el segundo set, levantó tres bolas de rotura y selló la manga con globo magistral. Zozobró en ese momento el tenista francés, que pasó de tener el triunfo prácticamente en la mano a ver como sus fantasmas se reaparecían.
Porque Fils firmó un gran encuentro contra Medvedev en cuartos de Indian Wells, pero no alcanzó las semifinales. Volvió a rendir a un buen nivel en cuartos de Miami ante Mensik, aunque tampoco logró el billete a la antesala de la final. Y en Montecarlo, de nuevo tras rallar un magnífico rendimiento, tuvo que conformarse con eso porque Alcaraz se revolvió con brío y porque el aspecto mental fue un muro muy alto para Fils.
El final de la historia deja en un segundo plano el inicio de la trama en el que Alcaraz entró frío. Dobles faltas, derecha imprecisas y carente de ritmo. Lo pagó el murciano que perdió su servicio en dos ocasiones y se vio 3-0 a las primeras de cambio. Fils le pegaba duro y se movía cómodo sobre la arcilla.
Alcaraz, a contracorriente desde el inicio
Tuvo Carlitos que ponerse el mono de trabajo desde el inicio, pero cuando logró neutralizar la situación y devolver los dos breaks, flaqueó y dejó escapar su servicio. Lo aprovechó el francés, que se apuntó la primera manga y obligó a Alcaraz a seguir remando a contracorriente para superar primero sus propios errores y, luego, al mencionado Fils.
Pero Arthur, gran promesa del tenis francés a sus 20 años, es un futbolista fácilmente soluble en los momentos de presión, y cerrar el partido ante Alcaraz fue el cenit de su agobio. Samu López, entrenador de Carlitos en ausencia de Ferrero, se percató y arengaba. «¡Venga, sin dudar!», era el momento del murciano.
Las convicciones cambiaron de lado de la pista. Donde antes había inercia ganadora, ahora la incertidumbre invadía a Fils y Alcaraz, que había pasado como un funambulista por el borde del precipicio, logró mantener el equilibrio. Lo hizo a trompicones, a rachas.
Pero el paraguas del galo no soportó las ráfagas de Carlitos. Derechas ganadoras, globos precisos, dejadas impecables… Y todo desembocó en la sonrisa de Alcaraz y en ese dedo índice que lo mismo señala la oreja que apunta sus primeras semifinales en Montecarlo. Allí espera Davidovich. Duelo español por la cumbre.
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