Parece una medusa, pero su picadura puede ser letal: advierten de su presencia en las playas españolas
Durante el verano, las playas españolas se convierten en el refugio ideal para quienes buscan descansar y disfrutar del mar. Sin embargo, no todo es tranquilidad en la costa. A medida que aumentan las temperaturas del agua y se alteran los ecosistemas marinos, ciertos organismos comienzan a proliferar con más frecuencia de lo habitual. Uno de ellos es la temida carabela portuguesa, un ser marino que, aunque a menudo se confunde con una medusa, representa una amenaza mucho más seria para los bañistas.
Este incremento de su presencia en las costas responde principalmente a varios factores: la contaminación de origen orgánico, el calentamiento global que eleva la temperatura del mar, y la disminución en el número de depredadores naturales, como las tortugas marinas. Así, lo que debería ser una jornada relajante junto al mar puede tornarse en una experiencia dolorosa o, en casos extremos, peligrosa para la salud si no se toman las precauciones adecuadas.
¡Cuidado con la carabela portuguesa en las playas españolas!
La carabela portuguesa, cuyo nombre científico es Physalia physalis, también es conocida como fragata portuguesa o falsa medusa. Aunque su apariencia recuerda a la de una medusa común, en realidad pertenece al grupo de los sifonóforos, y está formada por una colonia de organismos que funcionan de manera conjunta como si fueran un solo ser. Su estructura incluye una vejiga flotante que puede alcanzar los 30 centímetros y que sobresale del agua, permitiéndole desplazarse empujada por el viento, mientras sus tentáculos, de hasta 50 metros de largo, cuelgan por debajo, ocultos a simple vista.
Estos tentáculos están recubiertos por millones de células urticantes capaces de liberar una toxina muy potente al más mínimo contacto. De hecho, basta con rozar uno de estos filamentos para sufrir una reacción inmediata, que puede ir desde un escozor pasajero hasta un intenso dolor y síntomas sistémicos como fiebre, náuseas o dificultad para respirar. En algunos casos, especialmente si se trata de niños o personas con condiciones de salud previas, las consecuencias pueden ser graves e incluso mortales.
La clave para evitar un encuentro desagradable con una carabela portuguesa en las playas españolas es la prevención. Si se detecta uno de estos ejemplares, lo más recomendable es evitar el baño hasta que los servicios de emergencia retiren al animal y confirmen que la zona es segura. No se debe tocar, ni siquiera si parece estar muerto, ya que su veneno sigue activo mucho después de haber quedado varado.
Saber identificar a una carabela portuguesa es fundamental para los bañistas. Su vejiga flotante, con tonos azulados o violetas, se asemeja a una pequeña embarcación de juguete y suele ser visible sobre la superficie del agua. Esta característica la diferencia de las medusas comunes, cuyos cuerpos gelatinosos permanecen sumergidos. Por eso, al observar este tipo de estructura sobre el agua, lo más sensato es mantenerse alejado.
¿Cómo actuar ante una picadura?
En caso de una picadura, es fundamental actuar rápidamente. Lo primero es salir inmediatamente del agua y mantener la calma. Luego, sin frotar la zona afectada, se deben retirar cuidadosamente los restos de tentáculos con pinzas o con guantes. La zona se debe lavar con agua salada o suero fisiológico; nunca con agua dulce, ya que esta puede activar aún más las células urticantes. A diferencia de las medusas comunes, no se recomienda el uso de vinagre, ya que puede intensificar el efecto de la toxina.
Una vez limpia la zona, se puede aplicar calor moderado (por ejemplo, una toalla mojada en agua caliente) durante al menos 20 minutos para aliviar el dolor y neutralizar parte del veneno. En algunos casos, puede ser necesario el uso de una crema con corticoides para reducir la inflamación. Ante síntomas graves, como dificultad respiratoria, alteraciones del ritmo cardíaco o pérdida de consciencia, es imprescindible acudir de inmediato a un centro médico.
La aparición de carabelas portuguesas en el litoral español ha sido más frecuente en los últimos veranos. Esto se debe, en parte, al ascenso de la temperatura del agua, que modifica las corrientes marinas y favorece su desplazamiento desde zonas tropicales hacia áreas templadas, como el Mediterráneo occidental. Además, los vientos costeros pueden arrastrarlas fácilmente hacia la orilla, donde quedan varadas.
Para las autoridades costeras y los equipos de socorrismo, la detección temprana es vital. Muchas playas españolas ya disponen de sistemas de vigilancia y señalización que informan a los visitantes de la posible presencia de estas criaturas. Por eso, antes de entrar al mar, conviene observar si hay alguna bandera de advertencia o consultar a los socorristas sobre las condiciones del agua.
En términos ecológicos, las carabelas portuguesas no son invasoras, sino parte del equilibrio natural de los océanos. Aunque pueden representar un peligro puntual para los humanos, también cumplen una función importante en la cadena trófica marina. Son alimento de algunas tortugas, peces y moluscos, que mantienen su población bajo control.
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