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CRÍTICA TEATRAL

Testigos del adiós a los escenarios de Héctor Alterio

El afamado actor argentino de 95 años interpretó el entrañable monólogo 'Una pequeña historia' en el Auditórium

Sobre las tablas complementaba al actor el pianista, también de Buenos Aires, Juan Esteban Cuacci

Asistimos a un repaso de los recuerdos de toda una vida, con el tango como hilo conductor

El afamado actor argentino de teatro, cine y televisión Héctor Alterio ha iniciado su retirada de los escenarios y ha elegido para ello el entrañable monólogo Una pequeña historia, que cabe interpretar como el recuerdo de toda una vida con punto de partida en Madrid, donde se refugia en 1974 al recibir amenazas de muerte del grupo terrorista de ultraderecha Triple A, iniciándose entonces el dilatado capítulo español de su trayectoria, con sus idas y venidas a Buenos Aires durante el último medio siglo. De ahí que el monólogo se subtitule Buenos Aires Madrid Buenos Aires, un viaje que además veremos reflejado en la escueta escenografía de este monólogo.

El texto y la dirección de Una pequeña historia es de Ángela Bacaicoa, la compañera sentimental que ha acompañado a Héctor Alterio toda la vida y ella misma explica en estos términos la motivación del monólogo: «Él vive en el escenario y entonces decidí hacer esto». Sobre las tablas complementa al actor el pianista, también de Buenos Aires, Juan Esteban Cuacci, uno de los divulgadores incansables de la música argentina por el mundo.

El proyecto comenzó a andar sobre las tablas el 2022 y ha sido visto tanto en España como en Argentina. Quiso la casualidad que el 21 de septiembre su visita a la sala magna del Auditórium de Palma coincidiese con su 95 cumpleaños, dándole así una entrañable emotividad al encuentro. Sobre el escenario el piano de cola acompaña los tres sillones que recuerdan el viaje de ida y vuelta. Cuacci, además de celebrar el tango con vehemencia, es en cierto modo el cuidador del anciano actor quien, a pesar de las limitaciones propias de la edad, veremos transformarse como por arte de magia, cuando le corresponde tomar la palabra. Un silencio profundo domina la platea en el momento en que Héctor Alterio recita los tangos que sirven como única narrativa para explicar sus vivencias. Poesía y tango, elementos esenciales.

La poesía del tango y también la poesía de León Felipe que fue su asidero y feliz descubrimiento en los difíciles años iniciales de su exilio. Alterio se mueve por el escenario para buscar resguardo en cada uno de los sillones a modo de escalas en el viaje Buenos Aires Madrid Buenos Aires. Lágrimas en los ojos de la colonia argentina residente en Mallorca que acudía a esta llamada para los reencuentros. En los papeles de la productora Pentación, que está detrás de este minimalista espectáculo teatral, pueden leerse unas líneas recordándonos que Héctor Alterio «como pocos, sabe transmitir y crear atmósferas, mostrar la intención. El mensaje llega. El sentimiento se capta inmediatamente». Y en efecto, maneja con maestría el tono de la voz.

Si hubiera que elegir momentos especialmente sublimes de este recital que es, asimismo, memoria viva, yo me quedo con el tango de Eladia Blázquez Por siempre se vuelve a Buenos Aires, incendiado respiro de la nostalgia, y el poema de León Felipe ¡Qué lástima!, tremendo asidero de redención de la tristeza, por la esperanza que nace de la firme comunión del actor con el poeta. Emocionante el viaje dulcemente renqueante de Alterio de sillón a sillón, bajo el atento cuidado y auxilio de Cuacci, presto a vigilar que todo en el atril guarde el orden debido para que los tiempos de la lectura carguen de sublime emoción cada silencio, a la espera de un nuevo rugido del alma.

En resumidas cuentas, asistimos a un repaso de los recuerdos de toda una vida, con el tango como hilo conductor, y cómo sobrellevó el exilio con la poesía de León Felipe, en mi opinión uno de los momentos más sublimes del monólogo y que tiene además la virtud de mostrarnos el carácter fuerte de Héctor Alterio, que se crece y se crece en los momentos de reconstruirse.