Esa mierda no es periodismo, sino apología de ETA
Durante las décadas en las que ETA exterminaba selectivamente a políticos, policías, guardias civiles, escoltas, funcionarios de prisiones y asesinaba subsidiariamente a mujeres, bebés y ancianos, contaba con un partido político, Herri Batasuna, y un periódico, EGIN que, tras ser clausurado por orden de la Audiencia Nacional en 1998, ha pasado a llamarse GARA. Su rotativa era el “instrumento de ETA”. Un recurso más para conseguir el mismo fin que, con diferentes medios perseguía el aparato militar de ETA-KAS. Sus páginas abiertas eran el periódico de cabecera de los zulos y la prueba de vida de los secuestrados. En aquel basurero, los batasunos volcaban su halitosis ideológica y, desde él, su redactor jefe, Martín Garitano, rubricó el titular más cruel y criminal para la memoria el día de la liberación Ortega Lara tras 532 días: “Ortega vuelve a la cárcel”.
Veinte años después, con la banda terrorista agotada y aquel músculo mediático formalmente desgrasado, son otros los encargados de blanquear a los etarras jubiletas de los años de plomo: TV3, Cataluña Radio, Público y eldiario.es. Corresponsales todos ellos de la latencia terrorista dentro de un sistema dedicado a legitimar y novelar épicamente los actos de exterminio etarra mientras cubren de fango la noblísima historia de España. Terribas, Vicent Sanchis, Roures y Escolar se han convertido en lobbistas voluntarios y baratos de una renovada apuesta por los criminales. Se identifican ideológicamente con grupos totalitarios y condonan expeditos la opresión y la destrucción de otros. Todavía recuerdo el titular de Roures cuando salió de la cárcel Jabier Salutregi, el director de EGIN: “Sale de la cárcel el último periodista preso en España”.
Los tiros en la nuca no eran disculpables o relativos, ni los etarras inocentes o presos políticos, tampoco sus propagandistas eran otra cosa que terroristas sin el valor de coger un arma, pero los medios de comunicación de la izquierda y del independentismo catalán satisfacen su fascinación personal y la de parte de una sociedad putrefacta que demanda saber cómo nuestros monstruos contemporáneos pueden salir de su tumba y regresar a ella como si nada. Cómo es la vida del criminal y cómo la avidez de sangre de seres vivos que durante 50 años les ha proporcionado la energía necesaria para subsistir durante estas horas de vigilia. Lo más reciente de esa perversión vuelve a llegar desde el programa Preguntas Frecuentes de TV3 y la entrevista de Laura Rosel, quien sonreía frente al etarra Josean Fernández, el matarife de Rafael Vega y de su mujer, quien quitó la vida por la pena.
La pregunta que cualquier ser humano decente le habría hecho a aquel sicario fondón que en prime time llamó “chivato” a su víctima podría haber sido: “¿Sabe que es usted un maldito etarra hijo de puta?”. Si no fuera, claro está, porque esa bazofia televisiva que ni el PSOE ni Ciudadanos han permitido cerrar al Gobierno de España es la cadena hecha a medida para la sociedad formateada e idiotizada por los sucesivos presidentes del Gobierno de España que han despojado a Otegi, y a otros etarras homologados, de su naturaleza tétrica y perversa para presentarlos como seres benévolos y divertidos. Igual que en aquella maldita entrevista que, llegando al culmen de lo ridículo, maquilló a aquel hijo de puta como si fuera un ser humano luminoso apto para ser héroe de adolescentes. Quizá los hijos de esos padres capaces de linchar a Arrimadas, a Albiol, a la Policía, a la Guardia Civil, a profesores hispanohablantes o a periodistas y a sus familias mientras ríen con un verdugo que pasea sus crímenes de sangre en una televisión pública. Esa mierda no es periodismo, sino apología de ETA. Y Pasan las horas, y el Fiscal General del Estado sigue sin investigarlo.
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