La herencia ‘oculta’ de Sebatián Palomo Linares
Hubo un tiempo en que una tarde en Las Ventas daba para comprarse un piso en Madrid. Corrían los años 70 y toreros como Manuel Benítez ‘El Cordobés’ y el recientemente fallecido Palomo Linares faenaban en el coso madrileño a casi el millón de pesetas por corrida. La fortuna que el de Jaén se embolsó en sus 30 años como matador le dio para disfrutar de una vida desahogada que, sin embargo, se tornó en números rojos durante sus últimos años. No puede decirse que el torero pasara apuros económicos, ni mucho menos, pero sí, que una cuestionable gestión de su patrimonio le puso en el punto de mira de la justicia. A principios de 2016 el diestro no tenía nada a su nombre, según el Registro de la Propiedad, y esta situación lleva a sus allegados a plantearse qué heredarán sus tres hijos y cómo se repartirán sus bienes.
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Sebastián Palomo Danko atiende a la prensa tras el fallecimiento de su padre / GTRES
Dado que la inesperada muerte de Palomo Linares ha truncado su ilusión de contraer matrimonio con su novia Concha Azuara, son sus tres vástagos, Sebastián, Miguel y Andrés, sus únicos herederos. A la jueza por ley no le correspondería nada, a pesar de que al maestro le hubiera gustado irse de este mundo siendo su legítimo esposo.
Sin embargo, la herencia de Palomo Linares podría ser un dulce envenenado. Según publicó ‘El Mundo’ el año pasado, la justicia había ordenado analizar el patrimonio del torero para tratar de dar respuesta al extraño comportamiento del mismo cuando un día, sin previo aviso, dejó de pagar la pensión a su exmujer, Marina Danko. El otrora matrimonio había firmado un acuerdo de divorcio en el que el diestro debía pagar mensualmente 4.000 euros a su ex y 1.000 a su hijo menor para sufragar los gastos universitarios, pero, de repente, dejó de transferir dichas cuantías. Un juez ordenó entonces la ejecución inmediata del pago que, con intereses y costas, ascendía a más de 20.000 euros.
Pero aquella no era la única deuda contraída por un torero que había amasado una gran fortuna en sus años de gloria y posteriormente gracias a la remodelación de su finca. Precisamente El Palomar, la añorada hacienda de Palomo Linares ubicada en Seseña, donde vivía plácidamente, también soportó varios impagos hasta que los hermanos Lozano, apoderados e íntimos amigos del diestro, salvaron la situación. Compraron la finca al matador de Jaén pagando más de un millón de euros por ella y la liberaron así de las numerosas cargas que soportaba el inmueble. Un inmueble que, así las cosas -está a nombre de Eduardo Lozano-, no podrán heredar los Palomo Danko, los legítimos herederos del desaparecido diestro.
Finca El Palomar, en la que residía Palomo Linares
Esta finca se convirtió desde su compra en la joya de la corona del de Linares. Allí vivió su etapa más dulce con Marina Danko, su mujer durante 35 años, y sus paredes han visto crecer a esos tres hijos que hoy se despiden de un padre con el que hace más de seis años que no cruzaban palabra. Situada junto a la Carretera de Andalucía y con más de 70 hectáreas, el torero hizo de El Palomar su refugio, el de su familia y el de todos esos amigos que si algo destacan de él estos días es su gran generosidad. El recinto cuenta con una plaza de toros para realizar capeas, una gravera y, por supuesto, una amplia zona de residencia de más de 5.000 metros cuadrados donde Palomo Linares ha vivido durante las últimas cuatro décadas.
Concha Azuara atiende a la prensa tras el fallecimiento de Palomo Linares / GTRES
No sería de su propiedad, pero lo cierto es que en este lugar Sebastián imprimió su carisma y ha dejado huella. Se encuentra a más de 40 kilómetros de Madrid, pero él siempre decía que merecía la pena dormir en casa y prefería rebajar horas de sueño que dormir en cualquier hotel carente de esa magia que se respiraba en El Palomar. Titularidades aparte, esta siempre será la finca del legendario Palomo Linares y en ella reposarán sus cenizas. Lo que le siga a un reparto de la herencia que se antoja complicado aún está por ver. Dice su pareja, Concha, que el torero se ha ido en paz. La guerra ahora sigue sin él.