Paseos frente al mar, un huerto, un amor de hace tres décadas y su perro Trípode. Los mejores premios de Marisol

Pepa Flores
Pepa Flores, Marisol, va a recibir el Goya Honorífico / Gtres
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Apenas unos días después de concedérsele el Goya Honorífico, cuya entrega tendrá lugar el 25 de enero del 2020, ya se han disparado las especulaciones. “Marisol no irá a recogerlo”, apuntan muchos, incluida su hermana Vicky Flores. Ni el mayor de los homenajes que puede recibir una actriz, como es el hecho de que la Academia de Cine reconozca la labor de toda una vida, y sobre todo que lo haga a tiempo, va a poder con la decisión que Marisol tomó hace treinta y cuatro años de desaparecer, borrarse del mapa y dar paso a Pepa Flores, la mujer que desde entonces aspira a ser feliz muy lejos de la fama.

Pepa Flores

Con 38 años dijo adiós a todo y a todos y se retiró a su Málaga natal / Gtres

Pese a sentirse “honrada y agradecida” por el importante galardón, Pepa Flores, de 71 años, no va a deslumbrarse a estas alturas de la vida. Con 38 dijo adiós a todo y a todos. Se quitó el disfraz de estrella de una época y se retiró a su Málaga natal para empezar una nueva vida lejos de las luces y las sombras –muchas sombras, según confesó años después- que vivió aquella niña que con 11 debutaba en el cine. Explotación, abusos físicos y sexuales fueron solo algunos de los capítulos oscuros que ella misma relató años después a la desparecida revista Interviú. La niña que España había convertido en un ejemplo a seguir por toda una generación en los años sesenta y setenta, vivía en realidad una vida de adulta desgraciada que le causó profundas heridas.

Pepa Flores

Se retiró a su Málaga natal para empezar una nueva vida lejos de las luces y las sombras / Gtres

En 1985, Marisol hizo su última película. A sus espaldas, un matrimonio fallido con Carlos Goyanes y un segundo más feliz con el bailarín Antonio Gades, fruto del cual nacieron sus tres hijas, Tamara, María y Celia. Pero para recuperar su sitio, Pepa necesitó volver a sus orígenes, a la tierra que la vio nacer, Málaga. Y allí sigue. La playa de la Malagueta es el decorado de su mejor película, la de su propia vida. Allí encontró el amor definitivo en un italiano llamado Massimo Stechini, junto al que ya lleva tres décadas. Con él da infinitos paseos mirando al mar y saluda con cariño a sus vecinos de toda la vida. Ella quiere ser anónima, Pepa sin más, pero si alguien la reconoce por la calla, es cariñosa y amable. A nadie le niega un saludo.

Pepa Flores

Pepa Flores quiere seguir siendo anónima / Gtres

Incluso a los periodistas que cada dos por tres vuelven a hacer el intento de que salga de su escondite. Su cumpleaños, alguna noticia que le devuelva a la actualidad y ahora, por supuesto, el premio Goya de Honor suponen un nuevo intento de la prensa por que hable, pose, cuente… Pero Pepa Flores es implacable. Educada, pero inamovible. Solo abandona su piso en la planta quinceava frente a la playa para irse a la casita que se hizo el campo hace un año, con huerto, gallinas y una piscina en la que disfrutar del calor y de sus nietos. Sus hijas la visitan con frecuencia, a excepción de Tamara, que vive en Canarias y viaja menos a Málaga. Celia, separada y madre de un niño, está muy cerca de ella, pero ni aún así consiguió que su madre cantase en el disco que hizo hace un par de años con sus grandes éxitos. Trípode –su perro cojito- es otro de sus amores. Con él pasea a diario, y no necesita más. El Goya, sin duda, será muy bien recibido en su hogar pero no va a cambiar a la mujer que Marisol decidió ser cuando descubrió que la felicidad empezaba cuando se apagaban las cámaras.

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