La felicidad de Ágatha Ruiz de la Prada y sus "mensajitos con jóvenes por Instagram"
La exmujer de Pedro J. Ramírez cuenta cómo Luis Miguel Rodríguez le ha revolucionado la vida
Quien vea a la Ágatha Ruiz de la Prada de hace dos años y la mire ahora podría no creerse que estamos hablando de la misma persona. Su traumática ruptura dio paso a una mujer valiente, segura de sí misma, liberada y con muchísimas ganas de disfrutar de todo aquello a lo que había renunciado durante los últimos 30 años. En esas conoció a Luis Miguel Rodríguez, el hombre con el que comparte hoy su vida, pero sin pensar en matrimonio y en el «¿qué haces?» o «¿dónde estás?», que tanta pereza le dan, como comenta la propia diseñadora en una extensa entrevista a la revista ‘Hola’.
Nunca ha sido muy ligona, pero tras dejarlo con Pedro J. Ramírez tuvo que reinventarse y recuperar su faceta más extrovertida: «Ahora se liga distinto. Hasta que apareció Luismi había sido un año de gente joven, de mensajitos privados por Instagram… fue divertídisimo», comenta una Ágatha que ahora se siente «una mujer más liberada». Una táctica menos embarazosa que le sirvió para no estar expuesta y algo más parapetada.
Cuando desconfiaba de todo y de todos llegó Luis Miguel Rodríguez para romperle los esquemas: «Fue amor a primera vista, es un hombre tan divertido…». Además, no duda en elogiarle como merece: «La verdad es que el pobre está siendo un santo total porque es durísimo aclimatarse a mi mundo y lo está haciendo con una voluntad espectacular», reconoce.
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Lo sorprendente es que son norte y sur, día y noche, algo que ha terminado por confirmar que la teoría de los polos opuestos funciona con ellos: «Ni loca hubiera pensado que alguien tan distinto como Luismi iba a revolucionar mi vida. Aún lo pienso y no me lo explico». Ya han hecho su debut como pareja en sociedad y «mi hija Cósima lo conoció al día siguiente de empezar a salir».
Ágatha y Luis Miguel, cariñosos durante un festejo taurino / Gtres
El empresario ha caído de pie en la familia y Ágatha Ruiz de la Prada no tiene más que buenas palabras y sonrisas para él. Está feliz, ha dejado de tomar pastillas para dormir y a sus 58 años vive su segunda juventud de manera plena y con mucha intensidad.