Ha disfrutado de cuatro días de permiso en Navidad

Urdangarin pone de nuevo en jaque a la Familia Real

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Urdangarin pone de nuevo en jaque a la Familia Real (Foto: Gtres)

Llevo un buen rato mirándole a los ojos, esos que captan la última fotografía durante su primer permiso penitenciario que ha disfrutado en casa de su madre en Vitoria. Es él, claro, el mismo hombre, Iñaki Urdangarin, pero su mirada es otra. Lo tuve bien cerca en Washington cuando un equipo de 3 reporteros fuimos para intentar entrevistarlo en los días posteriores a su imputación en diciembre de 2011. Caminaba solo por la calle cuando me acerqué, en plena tarde. Me miró unos segundos y con cierta indignación, algo de vergüenza y miedo, supongo, salió corriendo despavorido. La realidad de la que aquella tarde huía es la que hoy, ocho años después, le ha cambado la mirada. Ha salido en su primer permiso y llegarán más. ¿Está Zarzuela preparada para su no muy lejana reinserción?

En sus ojos, un año y seis meses de encierro solitario en prisión. El yerno ‘poco ejemplar’ del rey Juan Carlos, el cuñado procesado del rey Felipe, el marido señalado de la infanta Cristina cumple condena desde el 18 de junio del año pasado. Poco más se puede decir ya. Está cumpliendo y no hay otra. Muchos pensaron que probablemente no sería juzgado, que en caso de serlo no sería condenado, pero quienes conocimos de cerca la instrucción del juez Castro y el trabajo del fiscal Pedro Horrach, vimos desde el principio que lo tenía muy complicado. Los errores, los abusos, los manejos eran descarados. Salvarlo hubiera sido un verdadero escándalo. La realidad es que está cumpliendo religiosamente condena como preso en segundo grado.

Este pasado día 24 llegaba a Vitoria, tras cumplir su jornada de voluntariado en el Hogar Don Orione de Pozuelo de Alarcón, permitida por el Juez de vigilancia en septiembre pasado, para disfrutar de cuatro días de permiso en Navidad. Llevaba seguridad y vigilancia, pero la verdadera escolta fue la emocional. Su mujer, la infanta Cristina, al volante; Juan, el primogénito del matrimonio, de copiloto; los otros tres hijos, Pablo, Miguel e Irene, en los asientos traseros del Mercedes 7 plazas en el que hicieron piña en torno a su padre. Era la primera imagen en familia en mucho tiempo y había expectación mediática. No se escondieron, ni tan siquiera lo intentaron. A la mañana siguiente, fueron caminando a la iglesia cercana al domicilio familiar Urdangarin. Misa de Navidad en familia. Cristina e Iñaki, de la mano. La madre, feliz. Abrazos y besos a la salida, saludando a amigos. Sí, su mirada es otra. Cero altivez, ni rastro de impunidad y el peso de los días en prisión… y los que quedan por cumplir.

Sin embargo, aunque el tiempo intramuros pasa más lento, Iñaki Urdangarin habrá cubierto las dos terceras partes de la pena en mayo de 2022, antesala para poder solicitar la que llaman libertad condicional adelantada; poco después, en octubre de 2022 podrá solicitar la libertad condicional. El sistema penitenciario español, según mandato constitucional dispone en su artículo 25.2 que las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social. La reinserción es el fin y los permisos penitenciarios van preparando la vuelta a la libertad, incluida la de Iñaki.

A estos primeros días de permiso que ha disfrutado el cuñado del rey Felipe le seguirán otros tantos, una vez obtenido el tercer grado (que se decide a finales de enero). Después, la condicional. ¿Entonces qué? ¿Qué hacemos con Iñaki? Apartado de la agenda de la Familia Real desde diciembre de 2011, los reyes Felipe y Letizia cortaron de manera radical cualquier relación con el marido de la infanta Cristina. Hacía daño a su imagen y ellos encarnaban el futuro de la agonizante era juancarlista que acabó tan solo dos años y medio después, tras Nóos, Botsuana y Corina. Entonces hubo que aplicar el famoso cordón sanitario. ¿Pero, ahora qué? Iñaki cumple condena en la cárcel de Brieva en el módulo de hombres; él solo, sin más compañía que la de los funcionarios de turno, el sacerdote que le visita a menudo, una bicicleta estática y las llamadas diarias de su familia carnal y los vis a vis con la infanta y sus hijos, como él quería. Quizá ahora se arrepienta de tanta soledad. Pero si el fin es la reinserción, en Zarzuela deben ir preparándose para el momento. Está cumpliendo, vale. ¿Y luego qué?

El juez Castro cuestionó la reinserción de Urdangarin en unas declaraciones en septiembre pasado cuando precisamente obtuvo el permiso para hacer voluntariado en Don Orione: «Urdangarin desoyó los consejos del Rey, continuó haciendo lo mismo y algo me dice que si sale en libertad buscará ganarse la vida con un procedimiento que ya le resulta familiar». Confío que, en esta ocasión, Castro se equivoque y que en Zarzuela decidan qué hacer y cómo. No serán ellos quienes no le den la oportunidad de reinsertarse, ¿no? Tendrán que ir normalizando la situación. Es de esperar que la reinserción empiece por la propia familia. Me aseguraron que en este primer permiso penitenciario en el que Urdangarin se alojaría con su familia en Vitoria, la Reina Sofía quería verle y que planeaban un encuentro con la infanta Elena en Madrid. ¿Solo ellas? ¿En Zarzuela o dónde? Preguntas sin respuesta, por ahora. Una vez más, Urdangarin pone en jaque a la Familia Real.

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