Más allá del príncipe Andrés: el otro Windsor que pudo haberse sentado en el banquillo
En las últimas semanas, el príncipe Andrés se encuentra en el punto de mira. Después de meses en los que la noticia principal sobre el duque de York era el pleito con Virginia Giuffre y las posibles consecuencias que esto pudiera tener no solo para él a nivel particular sino, más bien, para la imagen de la Corona, ahora el acuerdo al que ha llegado con la norteamericana le ha librado de sentarse en el banquillo, pero no de otras cuestiones.
Recientemente se hacía público que el duque de York había alcanzado un pacto con Virginia Giuffre quien, por cierto, ha extraviado la fotografía original en la que aparecía con él y que era uno de sus argumentos principales. No ha trascendido si ha sido precisamente por esto por lo que Giuffre ha decidido pactar con el príncipe Andrés ya que, hasta la fecha, se había mostrado firme en no hacerlo.
El príncipe Andrés en una imagen de archivo. / Gtres
Al margen de especulaciones, la realidad es que el duque de York se ha comprometido a pagar una cifra superior a doce millones de dólares y apoyar a la organización fundada por Virginia, Victims Refuse Silence, que ayuda a supervivientes de abuso sexual a contar su historia. Para esto, el príncipe Andrés ha contado con el apoyo de su madre, la Reina Isabel, aunque no hay muchos detalles de cómo se va a gestionar el pago de esta suma.
A pesar de que con este acuerdo el hermano de Carlos de Inglaterra ha logrado evitar tener que sentarse en el banquillo, la realidad es que no ha quedado demostrada ni su inocencia ni su culpabilidad, de hecho, su imagen ha quedado defenestrada y hasta la ciudad de York está solicitando que se le quite el único título que le queda -cuando se conoció que habría juicio, ya se le habían retirado títulos honoríficos y el tratamiento de Alteza Real, que no se prevé que se le devuelva-.
La reina Isabel y el príncipe Andrés en Ascot. / Gtres
Aunque el caso del príncipe Andrés resulta cuanto menos llamativo dentro de la familia real británica, lo cierto es que el duque de York no es el primer pariente de la Reina Isabel que elude el banquillo, aunque por cuestiones diferentes. Una realidad que contrasta con la actitud seria y alejada de polémicas que siempre ha mantenido la monarca que, a lo largo de sus siete décadas de reinado ha demostrado un férreo compromiso con la institución, sobre todo en sus momentos más complicados.
Antes de que siquiera el príncipe Andrés hubiera conocido a Jeffrey Epstein, ya uno de los tíos más polémicos de la Reina podría haber tenido que enfrentarse a un juicio. Se trata del duque de Windsor, el que fuera Rey Eduardo VIII. El monarca abdicó la Corona en su hermano, Bertie -Jorge VI-, padre de la Reina Isabel y lo hizo por amor, cuando no le permitieron casarse con la norteamericana y divorciada Wallis Simpson. De no haber sido por esta abdicación, la Reina Isabel nunca habría llegado al trono, algo que hizo de manera prematura cuando murió su padre en 1952, fecha de la que se cumplen ahora setenta años.
El duque de Windsor en una imagen de archivo. / Gtres
Tras su abdicación, el hermano del Rey Jorge VI recibió un nuevo título. Al principio hubo bastante controversia sobre cómo había que referirse al exrey, que tomó el nombre de señor de Windsor. Se pensó en varias opciones, como duque de Cambridge o de Connaught, pero se descartaron porque entonces había un marqués de Cambridge y duque de Connaught. Por eso, se optó por duque de Windsor, título que tras su muerte quedó extinto.Una vez que estaba fuera del trono, el duque de Windsor se casó con Wallis Simpson a quien, sin embargo, nunca concedieron el tratamiento de Alteza Real. Ella siempre tuvo una relación complicada con la familia de su marido, especialmente con la reina madre, Elizabeth Bowes-Lyon.
Más allá de cuestiones relacionadas con la vida del matrimonio, la realidad es que el tío de la Reina Isabel mantuvo una vida bastante polémica. De hecho, fueron varios los escándalos a los que hizo frente a lo largo de su vida. La pareja se instaló en el sur de Francia en una época complicada para el mundo entero, durante la II Guerra Mundial y en el marco de la Alemania de Hitler. Fue precisamente su relación con los nazis lo que puso al Duque en el punto de mira y ocasionó una fuerte crisis de imagen en la Corona.
Los duques de Windsor en una imagen de archivo. / Gtres
En varias ocasiones, el Eduardo y Wallis mostraron su simpatía por los nazis en un momento crítico para la historia de Europa. El exrey nunca ocultó sus simpatías por el fürher, de hecho, cuando todavía ostentaba la Corona le felicitó por su victoria y después, ya fuera de la institución, le visitó con su esposa.
Pero lo más grave no fueron estos devaneos con el régimen totalitario -contra el que estaban luchando los aliados, incluida Gran Bretaña-, sino que, en el verano de 1940, tuvo lugar un conflictivo episodio. Los duques de Windsor cruzaban la frontera francesa con España desde la Costa Azul, en un momento en el que Europa estaba completamente devastada por los efectos de la guerra. El Príncipe y su esposa llegaron a Madrid para pasar una temporada en el Hotel Ritz y su presencia desató las sospechas de los servicios de los servicios de espionaje británico. Al parecer estaban conspirando para poder arrebatar el trono a Jorge VI y necesitaban el apoyo de los alemanes en esta operación. Se trataba de la operación Willy, que puso en marcha Ribbentrop, con el apoyo del ministro Serrano Súñer, Miguel Primo de Rivera y Ángel Alcázar de Velasco. Una operación que, finalmente fracasó, pero que quería forzar el derrocamiento del Rey y que Eduardo recuperara el trono.
Los duques de Windsor en un baile en París. / Gtres
Como nada salió según lo esperado, los Duques abandonaron Madrid y se fueron a Portugal, para más tarde recalar en Bahamas, muy lejos de Europa, lo que era vital para evitar cualquier maniobra. Sin embargo, una vez que se firmó el armisticio, el Príncipe se reafirmó en su admiración por los alemanes, aunque negó ser nazi.
La marcha de los duques de Windsor a Bahamas supuso un exilio, pero un descanso para la Corona, que miraba con recelo cualquiera de sus actividades y que incluso tuvo problemas cuando murió, ya que Wallis solicitó permiso para asistir al funeral. No obstante, no fue hasta 1995 cuando se tuvo constancia de todas las maniobras del hermano de Jorge VI cuando la policía portuguesa de la dictadura de Salazar, desclasificó una serie de documentos que dejaban claras las pretensiones del duque de Windsor. Dado que había fallecido en 1972, era imposible acusarlo de alta traición, aunque de no haber sido así, es más que probable que se le hubiera visto sentado en el banquillo. Seguro que la Reina Isabel aún tiene presentes los quebraderos de cabeza que le causó su tío.