La princesa Ana y Tim: el secreto de un matrimonio que nació del escándalo
La princesa Ana es una de las figuras más importantes de la monarquía de Carlos III.
Forma un sólido matrimonio con Tim Laurence, con el que lleva tres décadas.
Sin embargo, su relación empezó marcada por un escándalo.
Es una de las royals más discretas del Reino Unido pero, a pesar de que evita acaparar titulares, la princesa Ana sigue siendo, a sus 73 años, uno de los miembros más trabajadores de ‘La Firma’ y un apoyo incombustible para el rey Carlos III. Con permiso de su esposa, Camila Parker Bowles, o del príncipe de Gales, la Princesa Real es, probablemente, la persona que mejor conoce al monarca, y una de las pocas que es capaz de decirle las cosas tal como las piensa, aunque esto pueda suponer una pelea. De hecho, no hace mucho, cuando se empezaba a hablar de los planes del rey Carlos de reducir a la mínima expresión la estructura de la institución, ella fue una de las pocas que habló de la complejidad de este plan, ya que son muchos los actos e iniciativas a los que hay que dar respuesta, y no tantos los miembros que pueden representar a la Corona.
La princesa Ana con Tim Laurence. / Gtres
A pesar de que la princesa es conocida por su intachable reputación y por una hoja de ruta de servicios a la monarquía admirable, su vida personal también ha estado marcada por algunos altibajos, al igual que la del resto de sus hermanos. Ninguno de ellos, salvo los actuales duques de Edimburgo han logrado mantener matrimonios tan sólidos como el de la Reina Isabel y el príncipe Felipe, al menos no en primeras nupcias. Es más, el conocido como annus horribilis al que hizo referencia la Reina Isabel en 1992 se debió, en parte, a las separaciones de Andrés, Carlos y también de la propia Ana.
La princesa Ana fue la primera de los hijos de la Reina Isabel en contraer matrimonio y en dar una lección de sencillez al rechazar para sus hijos títulos o privilegios. Sin embargo, su matrimonio con el Capitán Mark Phillips no llegó a buen puerto. En el año 1992 , casi 20 años después de su boda, la pareja anunció su separación. El destino quiso que el amor llamara de nuevo a su puerta y que Tim Laurence conquistara su corazón. La princesa le había conocido antes, pero estaba aún casada.
Tim Laurence, discreción ante todo
Aunque la pareja lleva junta más de tres décadas, si hay algo que caracteriza a Tim Laurence es su capacidad para pasar desapercibido. Es cierto que la propia Ana intenta no llamar la atención, pero el caso de su marido es especialmente llamativo. Casi nadie se fija en él, ni repara en su presencia, a pesar de que es el único cuñado del rey Carlos III.
La princesa Ana con Tim Laurence. / Gtres
Timothy Laurence conoció a la princesa cuando estaba al servicio de la Reina Isabel, ya que puede presumir de una extensa carrera en la Marina Británica, en un momento en el que Ana aún continuaba casada con Mark Phillips. Sin embargo, entre ambos surgió un auténtico flechazo. Tanto es así que, más allá de los rumores de infidelidad por parte del marido de la princesa, Mark Phillips, ella misma comenzó una relación con el comandante Laurence, uno de los ayudantes más cercanos a la Reina Isabel.
En un momento en el que la prensa tenía el foco puesto en la Familia Real, sobre todo, por las continuas crisis entre Carlos y Diana, también vieron la luz una serie de cartas de amor entre la princesa Ana y Laurence. Unas misivas en las que no faltaban las referencias románticas que dejaban claro que entre ellos había algo más que una amistad. Nunca se supo cómo llegaron las cartas a los medios, aunque sí se confirmó que habían desaparecido de las habitaciones del Palacio de Buckingham de la Princesa Real.
La princesa Ana con Tim Laurence. / Gtres
La confirmación de aquella relación ilícita fue toda una sorpresa ya que, nadie se esperaba algo así de la princesa, de la que su propio padre había hablado como alguien a quien solo interesaban los caballos. Sin embargo, por primera vez quedó patente que, más allá de su imperturbable papel al servicio de la Corona, había una mujer con unos intensos sentimientos. De hecho, en cuanto se confirmó el divorcio de Mark Phillips, Tim Laurence pidió la mano de la princesa Ana y la pareja se casó en Escocia, donde sí se permitía el matrimonio de personas divorciadas. La Reina Madre fue la única que se llevó un disgusto, puesto que, para ella, el divorcio no era una opción. Fue una boda discreta, de perfil bajo y sin grandes fastos, tanto que la princesa no llevó ni siquiera un vestido nuevo ni grandes joyas. Sin embargo, más de tres décadas después, son una de las parejas más sólidas de los Windsor. Quizás el verdadero secreto de su matrimonio sea precisamente la capacidad de Tim Laurence para permanecer en un segundo plano y la de la princesa Ana de separar su vida personal de su faceta institucional.