Grace Kelly, 26 años de su muerte
El 14 de septiembre de 1982 el mundo se despertaba con la inesperada y triste noticia de la muerte de Grace Kelly, princesa de Mónaco. Horas después de haber sufrido un accidente de coche yendo con su hija Estefanía, su corazón dejaba de latir. Moría la mujer y nacía la leyenda. Dejaba un inconsolable viudo, Rainiero de Mónaco, y tres hijos.
La vida de la princesa de Mónaco fue de cuento. Incluso su muerte tuvo su toque literario por suceder con tan solo 52 años. Una suerte de tragedia griega después de una vida llena de privilegios y belleza. Una serena y aristotélica belleza.
Gracia Patricia Kelly nació el 12 de noviembre de 1929 en Filadelfia, la mayor ciudad del estado del estado de Pensilvania, Estados Unidos. Fue la tercera hija de los cuatro que tuvieron sus padres, el matrimonio formado por John Brendan Kelly y Margaret Katherine Majer. La madre de Grace era de ascendencia alemana y su padre era hijo de un irlandés que había emigrado a Estados Unidos. Grace nació en una familia con un estatus económico de bonanza aún a pesar de que los orígenes eran humildes.
Grace Kelly en su juventud. (Foto: Pinterest)
Sus comienzos como actriz
Que Grace comenzara como actriz tuvo su origen en que sus notas de matemáticas no eran buenas. La princesa practicaba ballet en el colegio y, una vez acabada la etapa secundaria, decidió que quería seguir por esa senda en el colegio femenino Bennington de Vermont. Pero sus planes se vieron truncados porque le pedían un año de matemáticas más de los que ella había cursado hasta la fecha, así que tomó la decisión de matricularse en la Academia de Arte Dramático de Nueva York, dejando su Filadelfia natal e iniciando así su carrera como intérprete. Tenía 18 años.
Grace Kelly en sus comienzos como actriz. (Foto: Pinterest)
Grace Kelly en su juventud. (Foto: Pinterest)
Como casi todos los comienzos, y más en una ciudad tan dura y trepidante como es Nueva York, Grace compaginó sus primeros pasos de actriz con campañas publicitarias como modelo. Su belleza enseguida le abrió las puertas de ambas cosas pero, además, enseguida dio muestras de que lo suyo por el séptimo arte no era una ambición sin base. Pronto triunfó en la televisión llegando a interpretar hasta sesenta películas en la pantalla pequeña en los dos siguientes años.
Con 20 años le llegó la primera gran oportunidad en la pantalla grande con el filme Solo ante el peligro y cuyo compañero de reparto fue el ya por entonces consolidado actor, Gary Cooper. Al preestreno de dicha película acudió el célebre director John Ford que enseguida se dio cuenta de las cualidades interpretativas de Kelly, hecho que hizo que la fichara para el papel de Linda, en la inolvidable Mogambo.
Mogambo supuso el auténtico despegue de la actriz ya que su interpretación le valió un Globo de Oro a la mejor actriz secundaria y su primera nominación a un Óscar.
Salto al estrellato de Hollywood
Grace Kelly en una foto del rodaje de Mogambo con Ava Gardner y Clark Gable. (Foto: Pinterest)
Las condiciones que Kelly había firmado con la enorme Metro Golden Mayer por rodar Mogambo incluían la exclusividad con la productora durante siete años. Pero otra de las grandes, la Warner, pidió la cesión de la actriz para poder participar en Crimen Perfecto (1954), un filme de Alfred Hitchcock, director con el que repetiría otras dos veces con La ventana indiscreta (1954) y Atrapa un ladrón (1995). La relación de obsesión que el cineasta tuvo con la actriz fue algo reseñable y que repitió con Tippi Hedren, quien reveló en sus memorias «el carácter mezquino y acosador» del británico. Dicha obsesión la quiso trasladar a la madre de Melanie Griffith contratándola para rodar la célebre Los pájaros, un rodaje que se convirtió, según palabras de la actriz, «en un auténtico infierno».
La carrera de Grace era ya imparable y las mayors se la disputaban. Era una auténtica star-system de Hollywood. Enseguida la Paramount Pictures puso los ojos en ella fichándola para una de sus grandes interpretaciones, el de la Ventana Indiscreta, junto a otra estrella, James Stewart.
Y la actriz «atrapó» a un príncipe
Grace Kelly y Cary Grant en un fotograma de Atrapa a un ladrón. (Foto: Pinterest)
En 1955 la actriz rodó con Hitchcock Atrapa a un ladrón en la Costa Azul francesa y, precisamente por tal motivo, Grace visitó Mónaco y un poco más tarde a Rainiero. Mientras la actriz viajaba en un tren a la Riviera francesa, coincidió con Olivia de Havilland, la inolvidable Melania de Lo que el viento se llevó. Olivia le propuso entonces, a través de su entonces marido, Pierre Galante, acompañarlos a una reunión con el editor jefe de Paris Match, Gaston Bonheur y a la que también acudiría Rainiero.
Grace se negó en un principio a acudir pero finalmente se programó una sesión de fotos en el Palacio del príncipe el 6 de mayo de 1955, que terminó con un paseo de ambos por los jardines. Días más tarde volverían a coincidir en un cóctel en Cannes y, aunque ella tenía novio, el actor francés Jean-Pierre Aumont, el destino estaba ya haciendo su labor.
Grace volvió a América y comenzó una correspondencia con Rainiero quien la visitó en su casa familiar en East Falls, Pensilvania, para pasar la navidad de 1955, momento en el que pidió la mano al padre de la actriz. El compromiso se anunció el 5 de enero de 1956, ofreciendo la pareja una rueda de prensa en el Philadelphia Country Club y más tarde un baile en el Waldorf Astoria de Nueva York. La familia de la novia aportó dos millones de dólares de la época, una inmensa fortuna. Se cumplía, una vez más, el consabido binomio de pareja compuesta por norteamericana rica con miembro de la nobleza con menos posibles pero rancio abolengo.
Grace Kelly en diversos fotogramas del rodaje de Alta Sociedad. (Foto: Pinterest)
Grace rodó su última película ya siendo prometida de Rainiero, la famosa Alta Sociedad y lo hizo con su anillo de compromiso de diamantes firmado por Cartier. Esta película ha pasado a los anales de la historia de la moda por los impresionantes diseños que lució en ella la actriz, todos ellos firmados por la diseñadora de la MGM, Helen Rose, ganadora de dos Óscar a lo largo de su carrera y artífice de los dos trajes de novia que lució la princesa.
Adiós a una estrella, hola a una princesa
Boda de Rainiero y Grace de Mónaco. (Foto: Gtres)
Un atribulado Rainiero en el entierro de Grace de Mónaco. (Foto: Gtres)
El 18 de abril de 1956 Grace Kelly daba el ¡sí, quiero! a Rainiero, convirtiéndose así en princesa de Mónaco con el tratamiento de Alteza Serenísima (Mónaco es un principado, no un reino, por lo tanto no tienen tratamiento de Alteza Real). Al día siguiente contrajeron matrimonio católico en la Catedral de Mónaco. En el momento que salió del templo dejaba atrás su vida como actriz para ser la princesa Gracia de Mónaco, aportando un aire de elegancia, serenidad y una estética que marcó toda una época. Se convirtió en el referente del estilo y moda del mundo entero. Era la mujer que más titulares ofrecía a la prensa y su presencia en cualquier acto garantizaba éxito y proyección internacional al pequeño principado de la Costa Azul.
La nueva princesa aportó brillo y esplendor atrayendo a las grandes fortunas que comenzaron a vivir en Mónaco gracias a ella y, por supuesto, a las ventajas fiscales que impulsó su marido. El principado tenía todavía un asunto que resolver y ese era la descendencia de un heredero varón (Mónaco sigue teniendo vigente la ley agnaticia, igual que España, en virtud de la cual el varón tiene preferencia sobre la mujer, independientemente del orden de nacimiento). Gracia tuvo tres hijos, la princesa Carolina, que nació el 23 de enero de 1957, el deseado heredero varón, el príncipe Alberto, que nació el 14 de marzo de 1958 y, por último, la princesa Estefanía que llegó al mundo el 1 de febrero de 1965. Una vez garantizada la continuidad, el matrimonio se dedicó a hacer lo que mejor sabía: ser los grandes embajadores de su pequeño principado.
Fallecimiento de la princesa
Un atribulado Rainiero en el entierro de Grace de Mónaco. (Foto: Gtres)
Mientras duró el matrimonio todo fueron días de vino y rosas. Elegantes bailes, una vida de ensueño rodeada de glamour y misteriosa frialdad que siempre proyectó la princesa. Nadie, salvo Diana de Gales, ha podido superar su magnetismo. Hizo las delicias de los paparazzo de la época, de la prensa internacional, entonces protagonizada siempre por reyes, príncipes y grandes estrellas de Hollywood. Gracia fue un icono de la moda para millones de mujeres en el mundo que enseguida copiaban sus vestidos. Fue el referente de una época dorada y feliz.
Pero el cuento de hadas llegó a su fin el día del fatídico accidente que le provocaría la muerte horas después. Su muerte dejó a un viudo abatido y desconsolado de cuya partida jamás se recuperaría. Las imágenes del funeral en las que Rainiero camina lentamente apoyándose en su primogénita dieron la vuelta al mundo y permanecen en la memoria de millones de personas.
Fue enterrada en la Catedral de San Nicolás el 18 de septiembre de 1982. A su entierro acudió prácticamente toda la realeza europea. Cuando Rainiero murió el 15 de abril de 2005, fue enterrado junto a ella.
Con la muerte de Gracia de Mónaco el principado fue perdiendo progresivamente su glamour. Los tres hijos tuvieron juventudes alocadas e impropias de altezas haciendo las delicias de la prensa sensacionalistas. A pesar de que la belleza de Carolina de Mónaco sustituyó de alguna forma la figura de su madre, nunca llegó a alcanzar el magnetismo de la norteamericana.
Finalmente los tres se casaron, quizás no como Grace hubiera querido, pero al menos el heredero y actual Alberto II de Mónaco cumplió el principal requisito de toda dinastía; la continuidad en figura de su hijo y actual heredero, Su Alteza Serenísima, el príncipe Jacques Grimaldi.