Los grandes dramas de Carolina de Mónaco, una princesa entre dos reinos
La princesa de Mónaco cumple 67 años el mismo día de su 25 aniversario de boda con Hannover, aunque estén de facto separados
Carolina sigue siendo un apoyo fundamental para su hermano, aunque en un discreto segundo plano.
Está volcada en algunos compromisos y en su familia.
A primera vista podría parecer que la vida de Carolina de Mónaco ha sido sencilla, pero lo cierto es que no siempre es oro todo lo que reluce. A nadie se le escapa que la princesa nació rodeada de glamour y que los focos siempre han estado puestos en ella. Sin embargo, a pesar de ser una de las mujeres más admiradas del mundo, Carolina de Mónaco no se ha caracterizado por ser particularmente feliz, sino más bien todo lo contrario. El drama ha estado asociado a su existencia casi a la par que el glamour y el brillo.
Este 23 de enero, Carolina, todavía princesa de Hannover a pesar de que de facto lleva separada del príncipe Ernesto desde 2009, cumple 67 años. De hecho, este mismo 23 de enero, la pareja habría celebrado su 25 aniversario de boda, pero no será así. No obstante, aunque el jefe de la Casa Güelfa ha rehecho su vida, Carolina sigue manteniendo el título de princesa de Hannover que, por cierto, tiene una consideración superior al de princesa de Mónaco.
Carolina de Mónaco en un acto homenaje a su padre. / Gtres
La hermana de Alberto de Mónaco sigue siendo una de las personas fundamentales en la vida del soberano, uno de sus grandes apoyos, sobre todo, en momentos críticos, pero ya no ejerce, ni mucho menos, de Primera Dama. Un papel que le corresponde a la princesa Charlene que, por cierto, en el último año ha destacado más que nunca y ha adoptado una actitud mucho más firme que la que mantenía en el pasado.
Un cumpleaños en segundo plano
No se sabe si habrá algún tipo de celebración por la onomástica de la princesa de Hannover, pero lo que es seguro es que no será algo público. No solo porque la agenda oficial de Carolina de Mónaco es bastante más reducida que en el pasado, sino porque, además, tanto ella como su entorno son firmes defensores de su privacidad. Algo que, por cierto, no comparte con algunos de sus sobrinos, como los hijos de Estefanía de Mónaco, que cada vez tienden más a exponer detalles de su vida en las redes sociales.
Carolina de Mónaco con Stefano Casiraghi. / Gtres
En estos momentos, aunque Carolina de Mónaco no sea la figura protagonista del Principado, su imagen sí que está totalmente relacionada con Mónaco y con su glamour. Es imposible no pensar en el Principado y recordar a Carolina y Karl Lagerfeld, así como hablar de Estefanía y del Festival de Circo.
Pero, más allá de esto, y de que la imagen que proyecta en la actualidad la princesa es de madurez serena y devoción por sus nietos, la realidad es que la vida de la hermana de Alberto de Mónaco ha estado marcada por el glamour y la ‘tragedia’ casi a partes iguales.
Los dramas de la vida de la princesa
Aunque a día de hoy la princesa de Hannover está completamente concentrada en los compromisos en los que participa y en su faceta familiar, a lo largo de su vida hay algunos dramas que le han dejado una intensa huella.
Quizás el más fuerte de todos fue la muerte de su segundo marido, Stefano Casiraghi, en un accidente náutico en octubre de 1990. Una tragedia que dejó a la princesa Carolina de Mónaco, que entonces tenía apenas 33 años, viuda y con tres hijos pequeños. Según los medios de la época, una ola chocó contra el catamarán de Casiraghi y mientras que él falleció en el hospital Princesa Grace, su copiloto, Patrice Innocenti, sí que logró recuperarse de las graves heridas.
Carolina de Mónaco con Stefano Casiraghi. / Gtres
Cuando tuvo lugar el accidente, la hermana de Alberto de Mónaco estaba en París con su amiga Inès de la Fressange y tras la tragedia decidió alejarse del ojo público, en la localidad de Saint-Remy, en la Provenza.
La muerte de Stefano Casiraghi no fue la primera tragedia en la vida de la princesa de Hannover que, siendo aún joven -25 años- perdió a su madre, Grace Kelly. La esposa de Rainiero de Mónaco falleció en un accidente de tráfico el 14 de septiembre de 1982, a los 52 años, cuando su vehículo se precipitó por un barranco de unos 40 metros de profundidad cerca de Mónaco. Para ella fue un punto de inflexión, ya que tuvo que ejercer como Primera Dama y gran apoyo de su padre, y después de su hermano, hasta la llegada de Charlene.
La ‘maldición’ Grimaldi
Más allá de estas tragedias, se ha dicho siempre que los Grimaldi se encuentran afectados por una ‘maldición’ que no les permite alcanzar la felicidad en pareja. Se trata de una historia que se remonta al siglo XI, a los tiempos de Rainiero I y una de sus amantes, a la que abandonó y que fruto de su despecho le echó, presuntamente, una maldición a sus sucesores. «Nunca un Grimaldi encontrará la felicidad en el matrimonio», se cuenta que dijo.
Alberto de Mónaco con su hermana. / Gtres
Sea como fuere, lo cierto es que ni Estefanía ni Carolina de Mónaco han tenido suerte en el amor y que incluso a algunos de sus hijos -es el caso de Carlota Casiraghi por ejemplo-, también les ha costado encontrar la felicidad. Mientras que Estefanía de Mónaco está encantada con sus causas solidarias y con el circo, la princesa de Hannover ha encontrado en sus nietos el amor más puro que hace que sonría día tras día.