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El Principado de Mónaco vive unos de sus días más importantes. Entre el 26 y el 27 de enero se celebra Santa Devota, patrona del Principado. Una festividad que, este año, estará marcada por algunas restricciones debido a la situación sanitaria, aunque sí que habrá la tradicional bendición ante el fuego de la barca y varios servicios religiosos.
Los príncipes Alberto y Charlene en Santa Devota. / Gtres
Una fecha marcada en el calendario a la que siempre asiste el Príncipe y su familia. No es una cita a la que suela acudir la familia Grimaldi al completo, como sí es el caso del Día Nacional, sino que en los últimos años se ha visto a Alberto junto a Charlene y sus hijos. Sin embargo, la situación en esta ocasión podría ser diferente ya que Alberto necesita más que nunca el apoyo de sus seres queridos.
Desde hace algunas semanas se rumorea con la posibilidad de que la Princesa pueda retomar su papel institucional precisamente con motivo de Santa Devota. No hay que olvidar que Charlene participó en esta celebración el pasado año y fue la última vez que se la vio en un acto público antes de que se trasladara a Sudáfrica y enfermerara. A pesar de que la exnadadora regresó a Montecarlo a principios del mes de noviembre, no fue para quedarse en casa, sino que ha estado ingresada en una prestigiosa clínica suiza en la que se está recuperando de todo el proceso que ha atravesado. El propio Alberto de Mónaco declaró que su desgaste “era más que físico” y algunas fuentes cercanas a Charlene aseguraron que su situación había sido más grave de lo que desde Mónaco habían explicado.
Los príncipes y sus hijos en Santa Devota. / Gtres
La Princesa acaba de cumplir cuarenta y cuatro años y, a pesar de que en su perfil de Instagram ha compartido un vídeo con entrañables imágenes de su vida, todavía no hay noticias sobre su posible regreso. Este digital se ha puesto en contacto con el gabinete de prensa de la Casa Grimaldi, pero no hemos obtenido respuesta a este asunto.
A la espera de que Charlene pueda reincorporarse a la agenda, lo que cabe esperar es que sean Carolina y Estefanía quienes acompañen al príncipe Alberto al servicio religioso, así como sus hijos a la tradicional quema de la barca. Un acto al que ya han ido en varias ocasiones, pero siempre con su madre quien seguro que tiene un recuerdo para la patrona, aunque sea en la distancia.
Los príncipes Alberto y Charlene en una imagen de archivo con sus hijos. / Gtres
La leyenda de Santa Devota
La leyenda de Santa Devota comienza en torno a principios del siglo VI en Córcega, con la persecución de los cristianos por el gobernador romano Dioclitano. Allí, una joven cristiana, Devota, fue arrestada, encarcelada y torturada. Murió sin jamás renegar de su fe. Después de su muerte, se ordenó que se quemara su cuerpo, pero un grupo de cristianos se lo llevó y lo colocó en una barca que salía para África donde, pensaban, recibiría cristiana sepultura.
Sin embargo, durante las primeras horas de la travesía, estalló una tormenta. Fue en ese momento cuando de la boca de Devota salió una paloma que orientó la barca hasta Mónaco, concretamente hacia la capilla llamada “des Gaumates” (actual iglesia de Santa Devota). Era el sexto día antes de las calendas de febrero, lo que corresponde aproximadamente a la fecha del 27 de enero del año 303 o 304.
Los Príncipes en una imagen de archivo. / Gtres
A partir de ese momento, mucho habitantes de Mónaco o navegantes se acercaban a rezar sobre la tumba, pero una noche alguien intentó robar las reliquias de la Santa con intención de negociar sus beneficios. Por fortuna, robo se evitó gracias a un grupo de pescadores persiguió y detuvo al ladrón. La barca del ladrón fue quemada como sacrificio expiatorio.
La leyenda cuenta también que, en el siglo XVI, durante una guerra contra los Genoveses y los Pisanos, Santa Devota protegió a los monegascos. Los enemigos quisieron hacerse con la fortaleza del Principado. Durante más de seis meses, los ataques fueron rechazados por la población monegasca, a quienes la Santa se les había aparecido, asegurándoles la protección divina y la victoria. Fue a principios del siglo 20, cuando el Príncipe Luis II decidió que se quemaría una barca cada 26 de enero por la tarde.