Visita oficial

Charlene rompe moldes en el Vaticano: Las claves detrás de su imagen

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Los príncipes Alberto y Charlene de Mónaco. / Gtres
  • Andrea Mori
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De un tiempo a esta parte la agenda de la princesa Charlene ha recuperado cierta normalidad. La esposa del príncipe Alberto ya está plenamente integrada en la actividad del Principado, tras unos meses complicados marcados por la infección que la mantuvo durante medio año en Sudáfrica, sin la posibilidad de volver a casa.

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Charlene y Alberto en el Baile de la Cruz Roja. / Gtres

Sin embargo y, tras constantes rumores sobre su situación y el estado del matrimonio, Charlene ha vuelto a ser uno de los rostros visibles de la familia Grimaldi. Un papel de ‘Primera Dama’ que durante mucho tiempo ha estado repartido entre la princesa Carolina y la princesa Estefanía, que siempre han sido grandes apoyos para el soberano y que, como era de esperar, siguen teniendo un peso importante en las actividades del pequeño país.

Si hace unos días la vimos ejerciendo de improvisada ‘guía turística’ en los pasillos del Palacio Grimaldi y después deslumbrando en el Baile de la Cruz Roja -tras ausentarse del Baile de la Rosa-, ahora Charlene ha acompañado a su marido a El Vaticano y lo ha hecho siguiendo las normas protocolarias que marcan este tipo de encuentros.

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Los Príncipes en El Vaticano. / Gtres

Los Príncipes han llegado por la mañana a la Santa Sede, donde han sido recibidos por uno de los representantes de la Curia, además de por la Guardia Suiza. A pesar de que Charlene es una de las royals que tiene derecho a hacer uso del privilegio de blanco, en esta ocasión, la Princesa ha vestido de riguroso negro. Charlene ha apostado por un vestido midi con brocados y mangas de tul del diseñador sudafricano Terrence Bray, zapatos de tacón de aguja y mantilla. La Princesa además se ha pintado las uñas de negro, un gesto completamente inusual.

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Charlene y Alberto de la mano. / Gtres

El ‘privilegio de blanco’ es un privilegio que se concede a ciertas reinas católicas y consortes de monarcas católicos, gracias al cual pueden vestir de blanco en una audiencia con el Papa, mientras que para el resto de mujeres es obligatorio vestir de negro. Este privilegio es una concesión a las reinas y consortes católicas, como símbolo de agradecimiento a las casas reales que se mantuvieron fieles a la Iglesia católica cuando otros reinos se convirtieron a las iglesias protestantes. Aunque Mónaco no es un reino, sino un Principado, el príncipe Alberto es jefe de Estado y por eso se considera que Charlene es reina de país católico y, por tanto, opta a este privilegio.

Este digital ha podido hablar con Marina Fernández, Directora de comunicación de la Escuela Internacional de Protocolo, para conocer los motivos por los que la Princesa no ha hecho uso de esta opción. Según explica la especialista en conversación con LOOK, “el mismo nombre lo dice, es un privilegio, pueden decidir hacer uso de él o no”. Marina comenta que, por tradición, “las princesas monegascas siempre habían utilizado en negro para ir a ver al Papa, hasta que un día, Grace Kelly decidió hacer uso del privilegio de blanco y en Mónaco esto no gustó mucho. Consideraron en su momento que estaba rompiendo con una tradición propia del país y la criticaron mucho, por lo que decidió no volver a ejercer el privilegio de blanco frente al Papa”.

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La Princesa Charlene en El Vaticano. / Gtres

En la actualidad, pueden vestir de blanco las siguientes royals: La Reina Sofía de España), la Reina Paola de Bélgica, la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo , la Princesa Charlene de Mónaco, Reina Matilde de los Belgas y la Reina Letizia. Las reinas de España son las únicas que lo pueden combinar con una peineta. También puede hacer uso de este derecho la Princesa de Nápoles como consorte del pretendiente al trono de Italia y princesa de Saboya.

No tienen este privilegio otras monarquías católicas (como las de Liechtenstein o Lesoto) ni las monarquías anglicanas o luteranas (Reino Unido, Países Bajos, Noruega, Suecia o Dinamarca). Máxima de Holanda, aunque no renunció al catolicismo al contraer matrimonio, tampoco tiene el ‘privilegio de blanco’.

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