UN FUTURO PROMETEDOR

Camilla Parker ante el trono: los logros y grandes retos de una consorte ‘en la sombra’

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  • Andrea Mori
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Camilla Parker Bowles será reina consorte. Más de cuatro décadas desde que comenzara su relación con el príncipe Carlos, por fin, la Reina Isabel ha confirmado una realidad que para la mayoría de las personas era imposible. El pasado fin de semana, coincidiendo con el setenta aniversario de la muerte del Rey Jorge VI y la subida al trono de su hija mayor con apenas veinticinco años, la monarca sorprendía a propios y extraños con un comunicado en el que expresaba su deseo de que la esposa de su hijo mayor reciba, llegado el momento, el tratamiento de reina consorte.

Camilla Parker

Camilla Parker con la Reina Isabel. / Gtres

Toda una declaración por parte de Isabel II que, al principio, no era partidaria de la relación entre Carlos y Camilla. De hecho, incluso la propia Camilla ha dudado casi hasta la fecha de que pudiera ostentar dicho título y se había abierto un intenso debate sobre las opciones que había para la esposa del heredero, siguiendo quizás la estela de Felipe de Edimburgo, que siempre fue príncipe consorte.

Este comunicado por parte de la Reina Isabel deja al margen cualquier especulación, no solo en torno a Camilla, sino también sobre los rumores que apuntaban a que podrían ser los duques de Cambridge quienes sucedieran a la monarca, saltándose el orden natural. Y es que, a pesar de que el protocolo manda en estos temas, no hay que olvidar que la popularidad de Kate y Guillermo en un momento complicado para la Corona ha ido en aumento y son muchos los que se identifican más con una monarquía renovada encarnada en ellos. No podrá ser, al menos hasta que les llegue el momento.

Camilla Parker

Camilla Parker junto al príncipe Guillermo. / Gtres

El príncipe Carlos se ha convertido en el heredero más longevo de la monarquía hasta el punto de que no han dejado de producirse comentarios y bromas con respecto a su situación de ‘eterna espera’. Sin embargo, al margen del gran paso por parte de la Reina hacia Camilla, nada apunta a que la monarca vaya a ceder el testigo hasta que le llegue el momento final. El compromiso de Isabel II con la institución es tal, que supera cualquier tipo de intención de cambio antes de tiempo. Solo en el caso de que la soberana enfermase de gravedad y no pudiera llevar a cabo su labor, entonces sí cabría la opción de que Carlos asumiera el trono de manera representativa.

Pero al margen de las cuestiones relacionadas estrictamente con la sucesión, lo cierto es que la figura de Camilla Parker es una de las que más reforzada ha salido en los últimos años. De ser la ‘mala’ de la historia del fracaso del matrimonio entre Carlos y Diana, ha logrado ‘limpiar’ su imagen a base de mucho esfuerzo y muchos años de trabajo. Ella misma decidió no utilizar el título de princesa de Gales a pesar de que por derecho le corresponde, con el objetivo de respetar la memoria de Diana y evitar comparaciones dañinas. Por este mismo motivo, se planteaba que fuera princesa consorte, algo que, por ejemplo, en el caso de Kate Middleton es más que probable que no se cuestione. De esta misma manera, las antecesoras en este papel, tampoco han tenido que lidiar con esta cuestión: ni la Reina Madre, la Reina María de Teck o la Reina Alexandra, por ejemplo. Diferente habría sido el caso de Wallis Simpson si Eduardo VIII no hubiera tenido que abdicar, ya que incluso siendo duquesa de Windsor, nunca se le dio tratamiento de Alteza Real -al Duque sí, por motivos obvios-.

Camilla Parker

Camilla Parker junto a Diana de Gales. / Gtres

El gran cambio de Camilla Parker ha sido a varios niveles. No solo en el papel que ocupa dentro de ‘La Firma’ sino también hacia los británicos y en términos de estilo. En los primeros años en los que se tenía constancia del romance clandestino de Carlos con Camilla, las comparaciones con Diana eran abundantes. Camilla no podía competir con la siempre impecable Diana, la mujer que había hablado sin tapujos de la infidelidad de su marido -en una entrevista para la que fue manipulada-. Sin embargo, en el momento en el que se comprometió con el heredero, su estilo cambió.

Camilla dejó atrás las clásicas prendas de tweed, el cashmere con solera y las botas. La firma responsable de esto no es otra que Robinson Valentine. Tal ha sido el cambio de la Duquesa que incluso se habla de ella como una mujer sofisticada y elegante, que ha sabido encontrar las tendencias que más le van y adaptarlas a su estilo. Una prueba clara la tenemos en las veces que recurre a looks con aire oriental, caftanes, túnicas y similares, que le sientan como un guante.

Camilla

Camilla Parker en una imagen de archivo. / Gtres

Pero más allá del estilo, Camilla además se ha ganado el cariño de su familia política, que tanto peleó para que la relación entre ambos se rompiera. No hay que olvidar que fue Lord Mountbatten quien en un principio no encontró objeciones a la pareja, ya que pensaba que Camilla sería una diversión para Carlos. Más aún, en aquel entonces hasta la princesa Ana salía con el que más tarde sería el marido de Camilla, Andrew Parker-Bowles.

Camilla con su padre el día de su boda con Parker-Bowles. / Gtres

A pesar de que a Camilla le costó ser aceptada por los británicos y por su propia familia, ahora cuenta con el beneplácito de todos. Es más, el propio príncipe Guillermo se ha mostrado conforme con la decisión de la Reina, algo que hace unos años habría sido impensable. A esto hay que añadir que son muchos los periodistas que han tratado con la Duquesa y que revelan que es uno de los miembros de la familia más atentos y dispuestos a la hora de prestarse a fotografiarse o comentar algún detalle.

No obstante, el futuro aún sigue siendo algo complicado para el matrimonio. Setenta años después del último relevo generacional, los británicos tienen muy arraigada la idea de monarquía a la Reina Isabel. Para Carlos no va a ser fácil mantener la estabilidad que ha logrado su madre, mientras que Camilla tiene que trabajar en convertirse en una consorte que deje tanta huella como el duque de Edimburgo o la Reina Madre. Algo que, sin lugar a dudas, es todo un reto.

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