Meghan nunca será como Lady Di
Decir toda la verdad o, al menos, cómo el príncipe Harry y su mujer, Meghan Markle, vivieron el primer año tras su boda en mayo de 2018, “no sería bueno para la institución”. Se lo han contado a la periodista norteamericana Oprah Winfrey y al mundo entero; los dos: Meghan y Harry. La pareja contra la Institución, contra la familia. Pese a las comparaciones, nada que ver con Lady Di.
“Que alguien te ayude, no sería bueno para la Institución”. Así se lo ha contado Meghan Markle a Oprah Winfrey, la conductora televisiva norteamericana más influyente. Diana Spencer, la primera esposa del príncipe Carlos de Inglaterra, también lo reveló públicamente en la entrevista que concedió a Martin Bashir, periodista de la BBC, en noviembre de 1995: “Pedía ayuda a gritos, pero daba señales erróneas y la gente usaba mi bulimia como un abrigo en una percha: decidieron que ese era el problema, que ‘Diana era inestable’”, confesó Lady Di en aquella impactante entrevista. Ella pidió ayuda, necesitaba apoyo, incluso pidió hablar con la reina Isabel, pero la soberana se mantuvo inflexible. Los problemas personales no pertenecen a la Institución. Eran su hijo Carlos y la propia princesa de Gales quienes debían arreglar sus diferencias para mantener la ejemplaridad como matrimonio. Fue imposible y cuando el escándalo de la infidelidad crónica de su hijo y la vida paralela que también inició la princesa Diana ya había trascendido a la opinión pública, la reina les pidió que se divorciaran. La separación llegó en diciembre de 1992; el divorcio en agosto de 1996. Diana murió un año después en el trágico accidente en el puente Alma en París, junto a su pareja de entonces, Dodi Al Fayed. Nada que ver con Meghan. La norteamericana hizo las maletas y, junto a su marido y su hijo, volvió a su tierra.
Diana de Gales en una imagen de archivo/ Gtres
Las comparaciones suelen ser, además de inevitables, odiosas, dicen. Meghan nunca será Lady Di ni por asomo. Amén de educaciones muy diferentes, sus objetivos también fueron muy distintos: Diana se casó con 19 años y con la idea de ser buena esposa y princesa de Gales. Para Meghan, que llegó a la vida del príncipe Harry con 35 años y la experiencia de un matrimonio anterior, ser duquesa de Sussex no es suficiente. Ella misma lo ha dicho. Muchos años de lucha par alzar la voz, para que ahora la silencien. La diferencia definitiva entre ambas resulta fundamental, pese a las inevitables comparaciones: a Diana siempre le negaron aquello de lo que disfruta Meghan sin condiciones: el amor de su marido. El príncipe Carlos buscó en Diana a la esposa que necesitaba, la que la Institución le exigía. Una joven británica, inmaculada, de familia aristocrática, sin experiencia y con la que contraer matrimonio y procrear para la continuidad dinástica. Su familia rechazaba a Camilla Sand, la mujer que él amaba, y aceptó casarse con Diana Spencer. Se hacía mayor. Obligación. Cero, devoción. El príncipe Harry, sin embargo, se enamoró perdidamente. Escogió a Meghan Markle, una atractiva actriz norteamericana, de ascendencia afroamericana y divorciada, entre todas las mujeres.
La polémica entrevista de los duques de Sussex con Oprah Winfrey, ya tiene respuesta de Buckingham/CBS
Diana aguantó el abandono emocional de su marido, su persistente infidelidad y, según su propio testimonio, la frialdad y humillación absoluta en la intimidad. Tuvo dos hijos con él y según confesó vivió un infierno que le llevó al desequilibrio psicológico, a la bulimia y anorexia y también a autolesionarse. Se volcó en sus hijos y en la gente, en los ciudadanos. Encontró en ellos ese amor que su marido nunca le dio. No sería una princesa amada, pero sí por el pueblo. “Me gustaría ser reina en los corazones de la gente, pero no me veo siendo la reina de este país”. Aunque es evidente que el relato actual de Meghan tiene algunos puntos en común con la experiencia narrada por Lady Di, sobre todo en la falta de apoyo de la Institución y en la fuerte presión de los medios, en mi opinión son muy diferentes.
Harry y Meghan en una imagen de archivo / Gtres
Veinticinco años después de que Lady Di diera aquella entrevista que organizó en secreto – ya separada, consiguió ocultar a todos que daría una entrevista en su propia casa, en Kengsinton- ha estallado la bomba Meghan y creo que es el propio príncipe Harry quien ha activado el mecanismo con su apoyo incondicional a su mujer y cuestionando también a miembros de su familia. Desde el mismo día en el que contrajeron matrimonio en la iglesia de San Jorge del castillo de Windsor, en mayo de 2018, prácticamente nada que tuviera que ver con la pareja fue “bueno para la Institución”. Meghan aterrizó en la vida de los británicos y su indudable atractivo parecía un soplo de aire fresco, un noviazgo como oportunidad para modernizar la imagen de la monarquía británica. Sin embargo, la novedad, los síntomas de cambio y toda esperanza de regeneración comenzaron a torcerse poco después de la boda. Demasiado protagonismo, demasiado diferente, demasiada tradición y norma para una mujer libre, ajena a cualquier protocolo e independiente. No encontró su sitio en Buckingham, ni en la familia Windsor. Se negó a adaptarse. Sí, la prensa presionó desde el principio, pero tras escucharla con Winfrey, lo peor lo vivió en su familia, tanto en la suya propia, como en la de su marido. En la entrevista cuenta cuánto sufrió y cómo el pensamiento de no querer vivir se convirtió en una constante. Sus declaraciones sobre la preocupación que transmitieron a Harry por cuán oscura podría ser la piel del bebé que esperaban, apuntan directamente a algún miembro de la familia, salvando del calado racista del asunto solo a la Reina y a su esposo, el príncipe de Edimburgo. Nada de esto, desde luego es bueno para la Institución.
Lady Di centró sus declaraciones en su sufrimiento y su fracaso matrimonial: “En mi matrimonio éramos tres”, en clara alusión a la vida paralela que llevaba el príncipe Carlos con Camilla, con la que, finalmente, contrajo matrimonio en abril de 2005. El príncipe Harry apoya a Meghan desde el minuto 1. Dieron un paso atrás como miembros senior de la Corona y se trasladaron a Estados Unidos, año y medio después de casarse. Está protegiendo a su mujer cómo a él le hubiera gustado que protegieran a su madre.